https://youtu.be/gVXbDF23SaQ
- Prov 21, 1-6. 10-13
- Sal 118
- Lc 8, 19-21
¿A quién de nosotros no le agradaría poder al realizar el examen de cada día, decir como encontramos en las lecturas, hoy me considero familia de Jesús?. He sido una persona de conducta intachable, he escogido el camino de la lealtad a la Voluntad de Dios, he procedido con rectitud y con justicia, he escuchado su palabra y la he puesto en práctica, por tanto, sí, soy de la familia de Jesús.
El libro de los proverbios que iniciamos ayer, nos presenta una infinidad de consejos que, como ya veíamos, resumen en gran medida la experiencia del pueblo a través de los siglos, en la cual, si bien es humana, está asentada sobre la fidelidad a Dios. Son sentencias que hablan por sí solas. Si las meditamos con detenimiento veremos cuánta sabiduría y verdad hay en ellas.
Quedémonos de momento con el último versículo escuchado: “Quien cierra su oído al clamor del necesitado no será escuchado cuando él grite”. Dios, nos dice el texto, sostiene y puede guiar el corazón humano. Si Dios puede hacer esto con alguien poderoso: un rey; seguro que lo hará con cualquier hombre o mujer que se lo pida, con tal que el ser humano se deje guiar. Dios no necesita violentarnos. “El corazón, (El tuyo, el mío, el nuestro…) es una acequia en manos de Dios, la dirige adonde quiere. Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones”.
A esta realidad se nos invita en este dándole, a dejarnos moldear como la arcilla en las manos del alfarero, a estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, a acoger este mensaje con humildad, a “mirar, a ver”, y nos daremos cuenta que sin ser verdaderamente malvados, la cantidad de veces que nuestro seguimiento del evangelio es deficitario y nos descubrimos como cerradores de oídos y ojos ante el clamor de tantas necesidades de nuestro mundo.
Pero, no nos desanimemos, Dios conoce el deseo profundo de nuestro ser y esperemos que Él sostenga y nos siga enseñando como implicarnos en la construcción de su Reino. Y mientras hacemos camino, que Él sí, escuche nuestro grito. Que no suelte nuestra mano.
Jesús nos dice en el evangelio, lo que necesitamos para llegar a ser sus familiares, también nosotros: «Aquellos que oyen…» (Lc 8,21) y para oír es preciso que nos acerquemos como sus familiares, que llegaron a donde estaba; pero no podían acercarse a Él a causa del gentío. Los familiares se esfuerzan por acercarse, convendría que nos preguntásemos si luchamos y procuramos vencer los obstáculos que encontramos en el momento de acercarnos a la Palabra de Dios. ¿Dedico diariamente unos minutos a leer, escuchar y meditar la Sagrada Escritura?
Estoy leyendo un libro que me prestó mi nieta Nicole, titulado Historias Extraordinarias para Niñas Valientes, y recordaba ahora, a propósito de esta pregunta, que un día de estos leí la historia de Ana, de la que nos habla Lc 2, 21-38. Dice que ella siempre estaba en el templo orando, pasó la mayor parte de su vida aprendiendo la Palabra de Dios y hablando con El en oración Se había casado joven, pero su esposo murió cuando tenían solo 7 años de casados y entonces dirigió su vida hacia Dios. Creía en lo que decían las escrituras acerca de iba a venir un mesías que iba a salvar al mundo del pecado, y esperaba durante muchos años pacientemente su llegada sin dejar de orar. Cuando ya era anciana, 84 años después de la muerte de su esposo, al llegar al templo para orar, oye al anciano Simeón anunciando que Jesús era el Mesías. Ella alabó y dio gracias a Dios. Luego salió a contar a los habitantes de Jerusalen sobre Jesús. Así Ana, se convirtió en la primera mujer que compartió la buena nueva sobre el nacimiento de Jesús.
Esto es definitivamente lo que nos llama a hacer Jesús para ser de sus familiares, relacionarnos con él y que mejor que por medio de la oración y la lectura y meditación de su Palabra.
Nos explica el Papa Francisco: “La familiaridad con Jesús, como nos enseñan los grandes Santos, significa también estar con Él, mirarlo, escuchar sus palabras, intentar practicarlas, hablar con Él. Y la palabra es oración, esa oración que se hace incluso en la calle: Señor, ¿qué piensas? Esta es la familiaridad, ¿no? Siempre. Los santos la tenían. Santa Teresa –¡es bonito!– dice que encontraba al Señor en todas partes, tenía familiaridad con el Señor en cualquier sitio, hasta entre las ollas de la cocina*; así era. ¡Familiaridad con el Señor!
Significa, ante todo, entrar en la casa de Jesús: entrar en esa atmósfera, respirar la atmósfera que hay en la casa de Jesús. Vivir ahí, contemplar, ser libres, allí. Porque los hijos son libres: los que viven en la casa del Señor son los libres, los que tienen familiaridad con Él son los libres.
Finalmente, familiaridad es permanecer en presencia de Jesús como Él mismo nos aconseja en la Última Cena (cfr. Jn 15,4 y 9) o como nos recuerda el inicio del Evangelio, cuando Juan indica: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1,29.36). Y Andrés y Juan fueron tras Jesús y, como está escrito, permanecieron, se quedaron con Él todo el día (cfr. Jn 1,39)
Así pues, esa es la actitud de la familiaridad; no la de esos cristianos buenos, pero que se mantienen a distancia de Jesús: tú ahí y yo aquí. Por tanto, demos un paso hacia esa actitud de familiaridad con el Señor. Ese cristiano con problemas, que va en el autobús, en el metro, e interiormente habla con el Señor o, al menos, sabe que el Señor lo mira, que está cerca. Esa es la familiaridad: es cercanía, es sentirse de la familia de Jesús. Pidamos esta gracia para todos: entender qué significa familiaridad con el Señor. ¡Que el Señor nos conceda esa gracia!“
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro 100 Historias Extraordinarias para Niñas Valientes. Jena Fisher
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=20-09-2022
- https://www.almudi.org/liturgia/homilias-de-santa-marta/homilia/97312/familiaridad-con-el-senor
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.