https://youtu.be/AG_PYrbDAKE
- 1 Cor 4, 1-5
- Sal 35
- Lc 5, 33-39
Podríamos preguntarnos con respecto a la liturgia de hoy: Qué es lo que le reprochan en el fondo los fariseos y los escribas a Jesús? Y asegurar que lo que más les incomodaba de Jesús es que no entraba dentro de sus estrechos esquemas religiosos.
El era un hombre que estaba en medio del mundo: era precisamente Dios en medio del mundo, Dios entre los hombres. Por eso, Jesús ayunaba y oraba –pensemos en los 40 días que pasó en el desierto o en tantos ratos de oración–, pero también comía, bebía, reía, caminaba sin descanso, estaba con sus amigos, descansaba en la casa de Betania, participó en las bodas de Caná… Porque Dios no es en absoluto ajeno a todo eso.
Pablo en la carta a los Corintios nos invita a considerarnos servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios, a serle fiel, a no juzgar antes de tiempo, sino a vivir como El en medio del mundo y entre los hombres, sabiendo que El pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno uno la alabanza que merezca.
En este pasaje, Pablo presenta una declaración definitiva de lo que significa ser líder. Pablo usa dos palabras en este versículo al explicar lo que quiere decir. La primera es hypēretēs (“siervos”), que denota un ayudante, un siervo que atiende o ayuda a alguien. En este sentido, los líderes atienden personalmente las necesidades de las personas que lideran. El trabajo requiere paciencia, participación personal y atención individual a las necesidades de los seguidores. La segunda es oikonomos (“mayordomos”), que describe a un siervo o un esclavo que maneja los asuntos de una casa o un estado. La distinción principal de esta posición es la confianza.
Esta es la clase de personas en la que Dios confía para que lleven a cabo Su plan para Su reino. Por eso, el Salmista nos insta a poner nuestra vida en sus manos y confiar en El.
Nos dice el Papa Francisco, acerca del evangelio: “Cuando Jesús reprende a esta gente, a estos doctores de la Ley, los reprende por no haber custodiado al pueblo con la Ley», por haberlo hecho «esclavo de tantas pequeñas leyes, de tantas pequeñas cosas que se debían hacer». Y por haberlo hecho «sin la libertad que Él nos trae con la nueva ley, la ley que Él selló con su sangre».
Por consiguiente, esta «es la novedad del Evangelio, que es fiesta, es alegría, es libertad». Es «precisamente el rescate que todo el pueblo esperaba cuando estaba custodiado por la Ley, pero como prisionero». Y esto es también «lo que Jesús quiere decirnos: ¿qué hacemos ahora, Jesús?». La respuesta es: «A la novedad, novedad; a vino nuevo, odres nuevos». Por esta razón, explicó el Papa, no hay que «tener miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio, que es una ley de la fe». San Pablo «distingue bien: hijos de la Ley e hijos de la fe. A vino nuevo, odres nuevos». Por eso «la Iglesia nos pide a todos nosotros algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras anticuadas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio».
A la pregunta de esos fariseos y escribas, observó el Pontífice, Jesús responde: «No podemos ayunar como vosotros mientras estamos de fiesta. Días vendrán en que les será arrebatado el esposo». Y al decir esto, «pensaba en su Pasión, pensaba en el tiempo de la pasión de tantos cristianos, incluso de nuestras pasiones, en las que estará la cruz».
Así, pues, concluye el Pontífice, está claro que «el Evangelio es novedad, el Evangelio es fiesta.”
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos?». Con esta imagen, Jesús descubre la razón profunda del comportamiento de todo cristiano. Hay una esencial y radical diferencia entre un cristiano y uno que no lo es. El cristiano sabe y experimenta que Jesucristo, el Amigo, está siempre con él. Por eso, en cualquier circunstancia ordinaria puede encontrarse con ese Dios que se ha hecho uno de nosotros. Y así, como Jesús, nosotros también podemos comer y beber, reír y cantar, pasear, estar con los amigos, vivir en familia, participar en actos sociales… siempre junto a Cristo y muy unidos a Él. Este es el secreto de la vida cristiana.
«A vino nuevo, odres nuevos». ¿No ves la absoluta novedad que supone este modo de vivir la existencia cristiana? Piensa tan sólo en dos consecuencias. En primer lugar, Dios quiere acercarse a ti en medio de tus quehaceres cotidianos. No le busques en otros lugares, sino en tu familia, en tu casa, en tu trabajo, en tus amistades, en tus deberes… Aquí está el lugar de tu encuentro con Cristo. Dicho de otro modo, Dios quiere que seas santo en tu vida ordinaria. Pero Él no sólo te ha llamado a ser santo, sino a ser santo y apóstol. Y, por eso, en segundo lugar, tenemos que ser apóstoles en medio del mundo. Y no entre cuatro paredes, sino con tus compañeros de trabajo, con tus amigos íntimos, con tus hijos, con tus vecinos… Jesús habla de vino nuevo y odres nuevos
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/09/02/cristianos-en-medio-del-mundo-2/
- https://www.teologiadeltrabajo.org/nuevo-testamento/1-corintios/el-liderazgo-como-servicio-1-corintios-4
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140905_vino-odres.html
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.