Al reflexionar en el texto del Apocalipsis, nuestra primera manifestación debe ser una alabanza ante la majestuosidad de la Soberanía de Dios y un profundo recogimiento ante certeza de nuestra pequeñez.
Asi lo expone Fray Alexis González de León: “Cuando vemos la inmensidad de todo lo creado, nuestra vida se vuelve insignificante, frágil, y se aleja de todo cuanto se mueve en el ámbito del antropocentrismo. Cuando contemplamos la inmensidad de los mares, la inmensidad de la Naturaleza, cuando nuestra mirada se sitúa en la amplitud del universo, no puede ser que el hombre sea el centro de todo. De ahí que nuestra mirada disminuye cuando contemplamos desde la fe todo lo que fue creado por Dios.
Porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. La belleza de la creación fue llamada a la vida. Sólo una palabra, y el mundo existió. Fue la voluntad de Dios lo que hizo posible que hoy tú y yo estemos en este mundo, procurando contemplar la creación como un don del que podemos gozar. Por eso la bendición que le debemos a Dios, de ahí la alabanza que surge de nuestra boca. Una oración de gratitud, una oración de acción de gracias”. “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso; el que era y es y ha de venir”
El Papa Francisco nos explica el evangelio: “Si en el lenguaje común la palabra talento indica una capacidad individual sobresaliente, en la parábola, los talentos son los dones del Señor. El agujero excavado en el terreno por el “servidor malo y perezoso” indica el temor del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Jesús no nos pide que guardemos su gracia en una caja fuerte, quiere que la usemos en beneficio de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen.
Nos preguntamos: ¿Qué hacemos con los talentos que nos ha dado el Señor? ¿A quién hemos “contagiado” con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Cualquier ambiente, incluso el más lejano y difícil, puede convertirse en un lugar donde hacer fructificar los talentos.
La parábola de los talentos nos empuja a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, como fuerza que pone en crisis, que renueva.”
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p data-removefontsize=”true” data-originalcomputedfontsize=”15″>“Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”. Esa es muchísimas veces nuestra actitud, pues como nos dice el comentario del audio, es más fácil quedarnos de brazos cruzados y después buscar una excusa por lo que no hemos hecho. Sin embargo, el Señor nos ha dado ciertas capacidad para cumplir con la construcción del Reino, especialmente las gracias que es a los que se efímera la parábola y que debemos poner a trabajar aunque signifique correr ciertos riesgos.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.