?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/fQPK2g6M3AM
- Ex 12, 37,42
- Sal 135
- Mc 12, 14-21
La salida de los israelitas de Egipto constituye el inicio de un éxodo que va más allá de lo físico y geográfico, como nos comenta sobre la primera lectura Sor Miria de Jesús Gómez O.P. A la angustia e incertidumbre de un horizonte incierto, desnudo de seguridades suficientes para la existencia, sin mapas ni más recursos que lo inmediato, se suma el dolor por el rechazo y el maltrato recibido, la humillación y el desarraigo de todo lo que tenía algún rescoldo de humanidad: el hogar, el grupo, los alimentos, una mínima organización y la vida que fecundaba con abundancia el futuro, expresada en el crecimiento imparable del pueblo.
Era necesario salir de Egipto, tras muchos años de esclavitud.
Era necesario dejar atrás un sistema que llevaba dentro de sí las semillas de la autodestrucción, al estar constituido sobre la sangre y la vida de los derechos de los demás. Todo imperio, todo poder que se edifica sometiendo, esclavizando a las personas, tiene podrida su raíz, su sello es la caducidad.
Egipto es la antítesis del proyecto de Dios que entraña vida, liberación y justicia. Egipto es el símbolo del mal, la opresión y la muerte. Dios se sitúa en el relato de parte de la vida, de la salida hacia la dignidad y la esperanza. Si el pueblo sale de Egipto, Dios lo conduce de noche y de día. Si los israelitas velan para hacer el camino hacia la libertad, Dios vela con ellos, hace parte con ellos, es la fortaleza que alienta las dificultades del camino, que alivia los contratiempos y se mantiene cerca.
Tras 430 años de estancia en el país del Nilo, emprenden su camino hacia Israel, la Tierra Prometida. El Señor escuchó las súplicas de los israelitas y envió a su caudillo para que les guiase hacia la tierra de promisión.
Este paso liberador de Dios es la fiesta más importante para los judíos. Providencialmente, aquello que sucedió en el gran éxodo del pueblo, sucederá de un modo mucho más pleno y definitivo con el Mesías, cuyo sacrificio derramará sobre nosotros la sangre salvífica que nos libra de la muerte. Sucederá en esta misma fiesta. De hecho, por ser la víspera de la Pascua, la crucifixión de Jesús se hizo a toda prisa, para poder prepararse y maquillarse para la gran fiesta judía.
El paso salvador del Señor consiste en un camino, una peregrinación hacia la tierra nueva. Cada día que nos levantamos, recorremos una jornada más hacia esa meta, que es la gloria. Nuestra vida, mirada con esa perspectiva, contiene una esperanza que le da sentido a todo lo que vivimos. Dios no deja de estar cada día a nuestro lado, aunque cada día puedan suceder cosas buenas y malas. El éxodo judío era un paso salvador del Señor, pero no estuvo exento de dificultades, de cansancios, de tensiones.
La misión de salvación, nos explica el Papa Francisco fue “una misión caracterizada por un estilo, el estilo del siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: «no vociferará ni alzará el tono, […] la caña quebrada no partirá, y la mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia» (42, 2-3). Siervo humilde y manso, he aquí el estilo de Jesús, y también el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con docilidad y firmeza, sin gritar, sin regañar a nadie, sino con docilidad y firmeza, sin arrogancia o imposición”
Un don que debemos de pedir con insistencia al Espíritu Santo, sobre todo aquellos que han hecho ya una opción clara y abierta por Cristo, es saber discernir cuándo retirarse, cuándo callar y cuándo hablar. En el pasaje del evangelio de hoy, vemos que Jesús se retira cuando se entera de que quieren acabar con él. No se trata de miedo o cobardía, sino del don maravilloso de la prudencia, que nos permite dirigir nuestra vida con propiedad, sobre todo en el servicio del Evangelio.
Muchas veces, por no tener este don, cometemos muchas imprudencias que no permiten que el Evangelio se extienda. No siempre es el momento para entablar una discusión seria con alguna persona sobre cuestiones religiosas y, sobre todo, cuando se trata de la Iglesia o del Evangelio, sin embargo ¿cuándo es el momento de entrar a una polémica que nos ponga en una real encrucijada y cuándo saber salir por la tangente sin entrar a una verdadera confrontación? Esto sólo el Espíritu Santo lo sabe.
Hoy, afirma Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM, encontramos un doble mensaje. Por un lado, Jesús nos llama con una bella invitación a seguirlo: «Le siguieron muchos y los curó a todos» (Mt 12,15). Si le seguimos encontraremos remedio a las dificultades del camino, como se nos recordaba hace poco: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Por otro lado, se nos muestra el valor del amor manso: «No disputará ni gritará» (Mt 12,19).
Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades físicas y de carácter… y por esta cruz inesperada que nos ha visitado con toda su crudeza, por las desavenencias, los desengaños, las tristezas. De hecho, «se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14). y… nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también tendremos que sufrir incomprensión y persecución.
Todo ello constituye un fajo que pesa encima de nosotros, un fardo que nos doblega. Y sentimos como si Jesús nos dijera: «Deja tu fardo a mis pies, yo me ocuparé de él; dame este peso que te agobia, yo te lo llevaré; descárgate de tus preocupaciones y dámelas a mí…».
Es curioso, continua el Fraile, Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, con la promesa, eso sí, de que es suave y ligero. Nos quiere enseñar que no podemos ir por el mundo sin ningún peso. Una carga u otra la hemos de llevar. Pero que no sea nuestro fardo lleno de materialidad; que sea su peso que no agobia.
Palabra de Vida Mes de Julio 2021
“Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado” (Mateo 9, 22) . https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.