https://youtu.be/ps03pzNpPDQ
- Gen 6, 5-8; 7, 1-5. 10
- Sal 28
- Mc 8, 14-21
Hoy la liturgia nos invita a reflexionar acerca de nuestras prioridades. Será que todavía no entendemos cuál es la buena levadura?
Tantas veces, nos pasa como los discípulos, nos afanamos por el “pan”, y no logramos comprender que estando al lado del Señor, lo prioritario es cuidarnos de “la levadura de los fariseos y la de Herodes” que son aquellas actitudes anticristianas en las que caemos y como en los tiempos del Génesis llenan nuestra vida de actitudes malsanas. Por eso, con justa razón, Dios parece cansarse de la maldad del hombre y prepara su destrucción. Somos criaturas tozudas y desagradecidas. Dios nos ha creado, Dios nos ha dado vida y libertad. Dios nos ha dado una mente capaz de pensar y nosotros hemos decidido que Dios está sobrando en el mundo, que nuestras capacidades ya le han hecho innecesario.
Sin embargo, el Autor Sagrado, ha querido ilustrarnos con este evento, cómo la misericordia de Dios es infinita, y aunque el hombre es rebelde a la voluntad de Dios, siempre hay hombres buenos y fieles a través de los cuales Dios salva a la humanidad y como nos dice el Salmista: “Dios bendice a su pueblo con La Paz.”
Es necesario que aprendamos a ver y apreciar lo que en realidad es importante. Esto es aplicable a todas nuestras situaciones de la vida y es, de hecho, la causa de muchos de nuestros problemas, el no saber distinguir en nuestra vida profesional, familiar, social, política o religiosa lo que es verdaderamente importante.
La mano del Señor apoyada en nuestro hombro, dando ánimos en nuestras flaquezas, hemos dejado de sentirla y sentimos más la presencia de las ideas negativas, tendenciosas, y no pocas veces perniciosas, que no paran de bombardearnos desde tantos puntos, tantos medios atosigantes, que nos dejamos invadir por esas levaduras fariseas desde las ideas, o interesadas desde el poder de los herodes de turno que nunca faltarán a nuestro alrededor tan pronto como pulsemos el botón de encendido de cualquier medio.
Y cuando Jesús, el Maestro, nos dice que nos guardemos de esas levaduras que no fermentan la harina, sino que la pervierten y estropean, dejamos que nuestros sentidos dejen de escuchar lo que el Maestro dice, para entender que no hemos traído pan. Nos importa más nuestro estómago que nuestras mentes. Entendemos al momento si oímos hablar de dinero, de objetos a poseer, de comida que no necesitamos, pero nos pasa desapercibido si nos hablan de la levadura que puede fermentar la masa, hacerla crecer, transformarla de cereal molido en alimento. Puede que porque de oír esto y entenderlo nos obligaría a ser felices compartiendo lo que Dios nos da, en lugar de amargados conservando, atesorando lo que pueda caer en nuestras manos.
Afirma el Papa Francisco; “¿Recordáis la levadura de los fariseos, de Herodes? Estad atentos, mirad a vuestro alrededor». Sin embargo, ellos «no entendían nada, porque estaban tan cerrados culpándose que no tenían ya espacio para otra cosa, no tenían más luz para la Palabra de Dios».
Lo mismo sucede «cuando caemos en tentación. No escuchamos la Palabra de Dios. No comprendemos. Y Jesús tuvo que recordar la multiplicación de los panes para ayudar a los discípulos a salir de ese ambiente». Esto sucede, explicó el Pontífice, porque la tentación nos cierra todo horizonte «y así nos conduce al pecado». Cuando somos tentados, «sólo la Palabra de Dios, la palabra de Jesús nos salva. Escuchar esa Palabra nos abre el horizonte», porque «Él está siempre dispuesto a enseñarnos a cómo salir de la tentación. Jesús es grande porque no sólo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza”…
La causa de este desorden es la falta de luz en nuestro corazón, que nos hace ver las cosas de una manera muchas veces equivocada y darle peso a lo que no lo tiene y viceversa.
«No nos dejemos aprisionar por la tentación», fue la exhortación del obispo de Roma. Desde el círculo donde nos encierra la tentación «se sale sólo escuchando la Palabra de Jesús» recordó, concluyendo: «Pidamos al Señor que siempre, como hizo con los discípulos, con su paciencia, cuando seamos tentados nos diga: Deténte. Tranqulízate. Levanta los ojos, mira el horizonte, no te cierres, sigue adelante. Esta palabra nos salvará de caer en el pecado en el momento de la tentación».
Puede, entonces que necesitemos parar, que nos detengamos un momento, cerremos los ojos y decidamos qué levadura queremos que esté presente en nuestras vidas; si queremos la levadura vivificante que Jesús nos da, o, por el contrario, nos dejamos dominar por las nefastas levaduras que nos apartan de Dios y, en consecuencia, dejemos de vivir haciendo el bien. ¡Pensemos!
El reino de Dios se expande en el mundo como cuando se coloca una medida de levadura en la masa; ella crece sin que se sepa cómo. Así debe ser la autentica fe, que crece en el amor de Dios. Por tanto, que nada ni nadie nos distraiga del verdadero encuentro con el Señor y su mensaje salvador. El Señor no pierde ocasión para enseñar y eso lo sigue haciendo hoy día: «Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy» (Benedicto XVI).
Biibliografía
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/16-2-2021/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140218_contagiar-tentacion.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=14-02-2023
Palabra de Vida Mes de Febrero 2023
Tú eres el Dios que me ve” (cf. Génesis 16, 13) https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2022/12/PV-02-2023_doble.doc
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.