https://youtu.be/TvnYbSo9USU
- Gen 15, 5-12. 17-18
- Sal 26
- Filp 3. 17-4, 1
- Lc 9, 28-36
La liturgia de este domingo nos invita a reflexionar acera de qué significa confiar en Dios, por qué debemos escucharlo y cómo la confianza en Dios debe traducirse en una actitud de escucha, de acoger la Palabra y recibir así, la fuerza para vivir en comunión con El, integrándonos a una obra que nos supera.
La primera lectura, nos habla de la Alianza de Dios con Abram. Quisiera en este punto aclarar que la alianza es una idea teológica central en el AT, que usa ese término para expresar la relación especial que Dios tiene con Israel. Es fundamental para la fe, la vida y el culto de Israel la convicción de que Dios, en un tiempo y lugar particular y libremente, ha querido entrar en comunión con Israel y constituirlo como pueblo de Dios, imponiéndole obligaciones específicas. El símbolo dominante utilizado por Israel para describir esa relación especial es el de alianza. Es una imagen que le viene de su ambiente cultural y social. La idea de alianza era muy usada en el Antiguo Oriente mucho antes de que Israel la adaptara para expresar su relación especial con Dios. Las alianzas eran acuerdos entre dos partes (personas o pueblos) en los que se especificaban los derechos y deberes de cada uno de ellos.
Las tradiciones del Pentateuco proyectarán la idea de alianza hacia el periodo patriarcal, describiendo la alianza con Abraham como el fundamento y el origen de la relación especial entre Dios e Israel (ver Gn 12,1-9; 15 y 17). Los dos relatos donde se habla específicamente de alianza (Gn 15 y 17) insisten en las dos dimensiones que aparecen en el relato de las promesas de Abraham Gn 12,1-3). Las dimensiones de las promesas son «nacionales» (descendencia y tierra) y «universales» (bendición de todas las naciones de la tierra). Estos dos son los temas destacados respectivamente en el cap. 15 y en el 17 y, es precisamente en este último capítulo en el que se comienza a nombrar a Abram, como Abraham: “Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: En cuanto a mí, he aquí, mi convenio es contigo: Serás padre de muchas naciones Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchas naciones. Gen 17, 4-5.
Y es que la fe tiene que ver con el ser humano y con el misterio de la vida y de la descendencia. El hombre no puede darse un futuro por sus propias fuerzas. Abraham, desde su religión de dioses o Dios familiar no le queda más que contemplar las estrellas; es un signo de que Alguien conduce nuestra existencia. Bajo el símbolo del animal dividido, en rito ancestral, pasa Dios bajo el símbolo de la brasa encendida.
Vemos, entonces, en este texto, una iniciativa exclusivamente divina, es, lo que se ha llamado un compromiso “unilateral” de Dios; aunque bien es verdad que se cuenta con la confianza del padre del pueblo. La teología de la alianza, como hemos comentado, es determinante en el pueblo bíblico, y aunque la alianza más originaria es la del Sinaí, para sellar la liberación de Egipto, tampoco podía faltar un signo que expresara la alianza y el compromiso de Dios con el padre de un pueblo de creyentes.
La experiencia de Abraham en el libro del Génesis nos muestra cómo sólo desde la fragilidad humana ante las fuerzas de la naturaleza y ante la imposibilidad de controlar nuestra vida, podemos reconocer a Dios. Porque la oscuridad es catártica. Sirve para recocer las falsas luces, de todo tipo, para poder reconocer la única luz verdadera.
¿Y cuál es esta luz? “El Señor es mi luz y mi salvación”. Así empieza el salmo 26. Por tanto, si el Señor es mi luz, y no una luz que se compra o se vende, se fabrica y se destruye, se enciende y se apaga, entonces, ¿a quién temeré? Si el Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Así lo verá muy acertadamente San Pablo en su carta a los Gálatas (Gal 3) cuando considera que las promesas que se hicieron a Abraham se cumplen cuando todos los hombres, judíos o paganos, puedan formar parte de ese pueblo, sencillamente por la fe en Dios.
Importante, en este punto contextualiza el texto de Pablo quien en su epístola a los filipenses, dio aliento a los santos de Filipo y los exhortó a permanecer firmes en la unidad y a trabajar juntos para defender la fe. Quizá uno de los principios más importantes que Pablo enseñó a los filipenses es que orar a Dios y confiar en Él brinda “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” Filp 4.7
En el texto que acabamos de leer, Pablo acaba de llamar los Filipenses a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Sus pensamientos sobre el futuro ahora lo han llevado a reflexionar sobre el hecho de que no todos sus lectores puedan hacer de ese día.
Él sabe que no todos sus lectores perseveran porque ya ha visto que muchos caen y se convierten en “enemigos de la Cruz”. Así Pablo les fortalece al recordarles que tienen un Salvador que es muy pronto para llevarlos a su hogar celestial, donde son ya ciudadanos.
Esta lectura, entonces, tiene unas resonancias bien puntuales: Pablo invita a la comunidad a que sea imitadora de sus sentimientos, y no seguidora de sus adversarios, que son enemigos de la cruz de Cristo. Porque es la cruz de Cristo, a pesar de su aparente fracaso, lo único que nos garantiza una vida verdadera, una vida que va más allá de la muerte, y que nos hará ciudadanos del cielo. El Dios de la cruz es el único que puede transformar nuestra historia, nuestros anhelos, nuestros fracasos, nuestra debilidad en un grito de libertad y de vida más allá de esta historia, porque es el único Dios que se ha comprometido con la humanidad.
Nos explica el Papa Francisco que “mostrando así su gloria, Jesús nos asegura que la cruz, las pruebas, las dificultades con las que nos enfrentamos tienen su solución y quedan superadas en la Pascua. Por ello, en esta Cuaresma, subamos también al monte con Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito, fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se irradie en nuestra vida.”
Todos, definitivamente, estamos llamados precisamente en medio de las oscuridades, a experimentar la exclamación de Pedro: ¡Qué bien se esta aquí!? Porque todos necesitamos espacios para reposar en Cristo transfigurado, muerto y resucitado, nuestro descanso, nuestro consuelo, nuestro premio, anticipo de vida eterna con él:
- Es estar con él en el silencio de la oración, dejando que penetre y que cure todas nuestras heridas, y que recomponga todas las piezas, y que perdone todas nuestras miserias y que escuche todas nuestras suplicas.
- Es estar con él en el regazo de la comunión, no sólo de la comunión eucarística, sino por ella y desde ella, en la comunión eclesial. Es estar con él que ha prometido su presencia en medio de los que se escuchan y ayudan, de los que se confrontan como cristianos para buscarle, de los que en definitiva se sirven y se aman: “donde dos o tres estén unidos en mi nombre, yo estaré en medio de ellos” (Mt 18,20).
- Y es estar con él en el hermano que sufre, contemplando el rostro de Cristo sufriente, protegiéndolo del frío del cuerpo, pero sobre todo del frio de la indiferencia. Alimentándolo con el pan del cuerpo, pero sobre todo con el pan de la amistad, del cariño, de la ternura: “tuve hambre…” (Mt 25, 31-46)
Nos viene bien recordar, en esta Cuaresma y siempre, que solamente si dejamos aflorar el Espíritu de piedad en nuestra vida, estableciendo con el Señor una relación familiar, inseparable, podremos gozar de la contemplación de su gloria. Es urgente dejarnos impresionar por la visión del rostro del Transfigurado. A nuestra vivencia cristiana quizá le sobran palabras y le falta estupor, aquel que hizo de Pedro y de sus compañeros testigos auténticos de Cristo viviente.
Terminemos con la Oración sobre el Pueblo u Oración de envío pidiéndole al Señor que nos bendiga con una bendición perpetua y que haga que de tal manera acojamos el Evangelio de su Hijo, ue podamos debida y felizmente desear y alcanzar la gloria que El manifestó a los Apóstoles.
Bibliografía.
- https://web.unican.es/campuscultural/Documents/Aula%20de%20estudios%20sobre%20religi%C3%B3n/2011-2012/CursoTeologiaElPadreEstableceLaAlianzaDefinitiva2011-2012.pdf
- https://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_(nombre)
- https://www.cru.org/ve/es/crecer-y-equipar/comparte-evangelio1/estudios-biblicos/philippians-life-worthy-of-gospel/6.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/03/13/domingo-13-de-marzo-de-2022-que-bien-se-esta-aqui/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://www.google.co.cr/search?q=significado+Biblico+de+Abram&ie=UTF-8&oe=UTF-8&hl=es-cr&client=safari
- https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/new-testament-seminary-teacher-manual/introduction-to-the-epistle-of-paul-to-the-philippians?lang=spa
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
- Folleto La Misa de Cada Día
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.