?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- 1 Re 11, 4-13
- Sal 105
- Mc 7, 24-30
Las lecturas de hoy nos acercan a dos personajes muy diferentes: un rey judío que se había caracterizado por su sabiduría, un rey poderoso y lleno de gloria, conocedor del bien y el mal, de la fidelidad a Dios, de la verdad, la justicia y la rectitud, la disciplina y el buen juicio; y una mujer, sirio-fenicia, pagana (perros le llamaban a los no creyentes) que sufre por el mal de su hija.
La primera lectura, del libro de los Reyes, recoge cómo la oscura sombra de la infidelidad a Dios del bendecido y poderoso rey Salomón, hace aparición en su vida y, opaca la espléndida luz y sabiduría de su reinado, y acaba provocando la maldición de perder la unidad y la prosperidad en los reinados posteriores. Salomón, aunque había sido un rey sabio y fiel a su Dios, en un momento su corazón no supo perseverar en esa fidelidad.
Vemos pues como el corazón, con el trascurrir de la vida, se puede llenar de afectos, apegos, recuerdos, anhelos, fracasos, rencores. Mil colores y vivencias que van jalonando de historia y personas la biografía de cada uno. Se van tomando decisiones, más o menos importantes, quizás más al impulso de estas vivencias y afectos, que fruto de la reflexión y el discernimiento a la luz de la fe y de un amor verdadero. También la ambición, el anhelo de poder, la influencia de otras personas, van diluyendo nuestros principios y valores, hasta llegar incluso a obrar contra ellos, como le ocurrió a Salomón.
Muchas veces echamos a perder algo bueno y bendito que nos ha Sido dado como don de Dios y hemos cuidado con esmero mucho tiempo, al final, por malas decisiones, por dejadez o abandono. La fidelidad, el amor, la fe son carreras de fondo, que necesitan crecer y madurar a lo largo de la vida, evaluarse y renovarse día a día, como se cuida un jardín o un campo para que den fruto y cosechas año tras año.
Por otro lado, encontramos el texto del evangelio de Marcos que narra un encuentro bastante particular. Jesús se adentra en territorio extranjero, en la región de Tiro. En el marco de la ley judía, estricta en cuanto a la prohibición de trato con los gentiles, y tras el pasaje anterior con la dura crítica a las tradiciones judías sobre lo puro e impuro, sucede esta escena, chocante y enternecedora a la vez, de Jesús con una mujer fenicia de Siria.
Esta madre, con un corazón enorme, lleno de amor por su hija y de confianza en el poder de Jesús, corre a encontrarse con ÉL para implorarle que cure a la niña. Jesús, intentando ocultarse y no llamar la atención, se ve vehementemente interpelado.
Nos dice el padre Yepes en el audio que en esta mujer fenicio-siria podremos encontrar tres elementos de una fe madura que debemos tener presentes: actitud humilde ante el Señor; una fe confiada e inquebrantable en el Señor y la perseverancia propia de quien confía plenamente en El. Eso hace que el corazón de Jesús, que pertenece a un Dios que es Padre, no puede dejar de estremecerse ante la réplica y la súplica de una madre que sufre por su hija, y rompe las barreras de leyes y nacionalidades, y se desborda para sanar y liberar a todo el que sufre.
Hoy nos interpela profundamente este texto. Nosotros afirmamos creer en un Dios Padre de todos, que nos hace hermanos, que pertenecemos a una Iglesia universal, con identidad misionera.
El Papa Francisco nos apremia para trabajar y fomentar la cultura del encuentro y no del descarte, afirma: “…Esta mujer no tuvo vergüenza y por su fe, Jesús, le hizo el milagro. Ella se había expuesto al riesgo de hacer el ridículo, pero ha insistido, y del paganismo y de la idolatría ha encontrado la salud para su hija y para ella ha encontrado al Dios viviente.
Este es el camino de una persona de buena voluntad, que busca a Dios y lo encuentra. El Señor la bendice.
Cuánta gente hace este camino y el Señor la espera… Pero es el mismo Espíritu Santo que le lleva adelante para hacer este camino…”
Quizás, también a veces nos pasa también que buscamos pasar desapercibidos, con una fe tibia y una bondad cómoda. Pero siempre nos encuentra alguien, que nos reclama atención, que le abramos el corazón y le compartamos aunque sean esas migajas de amor que nos van sobrando y desperdiciamos.
Cada quien sabe qué mano tender hoy, qué gesto o palabra, qué de más se le está pidiendo. Vivamos y cuidemos nuestro corazón para que sea fiel a Dios y generoso con todos, siempre.
Mes de Febrero
Intención de oración universal
Escuchar los gritos de los migrantes.
Recemos para que el clamor de los hermanos migrantes víctimas del tráfico criminal sea escuchado y considerado.
Palabra de Vida .
“Creo, ayúdame porque tengo poca fe’” (Marcos 9, 24)
El Evangelio presenta una paradoja: reconocer nuestra debilidad, los límites y las fragilidades como punto de partida para entrar en relación con Dios y participar con él en la tarea más grande, la fraternidad universal.
Dios confía en el hombre y no actúa sino con su contribución, su libre sí.
Creer y sentirse mirados y amados por Dios es saber que toda oración nuestra, toda palabra o gesto, todo advenimiento triste, alegre o indiferente, toda enfermedad… todo es visto por Dios. Y si Dios es amor, la confianza en él es la lógica consecuencia.
Y luego, a fuerza de amar, nuestra fe se volverá inquebrantable, muy sólida. No solo creeremos en su amor, sino que lo sentiremos de manera tangible en nuestro ánimo y veremos realizarse ‘milagros’ a nuestro alrededor”.
https://ciudadnueva.com.ar/febrero-2020/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.