- Núm 24, 2-7. 15-17
- Sal 24
- Mt 21, 23-27
El pueblo de Israel, celoso de la trascendencia de Dios buscó siempre el equilibrio entre esta trascendencia divina y su obrar en medio del pueblo y en la historia humana. Dios es tan santo que sólo interviene en la historia del pueblo y en la historia humana a través de mediadores o intermediarios, de ahí la tendencia a recurrir a los ángeles, a revelaciones, a sueños, a las suertes, a los profetas y a los sacerdotes.
Afirma D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP que en vísperas de una batalla Balaán cae en éxtasis y Dios hablará por su boca. Es el ejemplo del hombre que deja que el Señor penetre en su alma y se convierte en su instrumento. Y así deberíamos ser nosotros, como los antiguos profetas. Ellos no actuaban por sí mismos, no eran “adivinos” ni nada parecido, sencillamente estaban al servicio de Dios, cumplían su voluntad. Sin duda eran hombres sabios, rectos, de corazón limpio; muy posiblemente habían leído las Escrituras, muchos estaban al servicio del templo pero eran dóciles a la voluntad de Dios, y Él se servía de ellos para hablar al pueblo.
Los milagros evidenciaban en Jesús algo extraordinario cuyo origen suscitaba muchos interrogantes; a ello se unía una cualidad única de palabra que encandilaba los corazones. El don de visiones y profecías, como aparece en la primera lectura, también lo encontramos en Él.
¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?Hoy, el Evangelio, afirma el Rev. D. Melcior QUEROL i Solà, nos invita a contemplar dos aspectos de la personalidad de Jesús: la astucia y la autoridad. Fijémonos, primero, en la astucia: Él conoce profundamente el corazón del hombre, conoce el interior de cada persona que se le acerca. Y, cuando los sumos sacerdotes y los notables del pueblo se dirigen a Él para preguntarle, con malicia: «Con qué autoridad haces esto?» (Mt 21,23), Jesús, que conoce su falsedad, les responde con otra pregunta: «El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» (Mt 21,25). Ellos no saben qué contestarle, ya que si dicen que venía de Dios, entrarían en contradicción con ellos mismos por no haberle creído, y si dicen que venía de los hombres se pondrían en contra del pueblo, que lo tenía por profeta. Se encuentran en un callejón sin salida. Astutamente, Jesús con una simple pregunta ha denunciado su hipocresía; les ha dado la verdad. Y la verdad siempre es incómoda, te hace tambalear.
Jesús ejercía su autoridad gracias al profundo conocimiento que tenía de las personas y de las situaciones. También nosotros estamos llamados a tener esta autoridad. Es un don que nos viene de lo alto. Cuanto más nos ejerzamos en poner las cosas en su sitio —las pequeñas cosas de cada día—, mejor sabremos orientar a las personas y las situaciones, gracias a las inspiraciones del Espíritu Santo.
Nos explica el Papa Francisco que “quieren tender “una trampa” al Señor, tratando de llevarlo contra la pared, hacerle equivocarse. Pero ¿cuál es el problema que esta gente tenía con Jesús? ¿Son quizás los milagros que hacía? No, no es esto. En realidad el problema que escandalizaba a esta gente era el de que los demonios gritaban a Jesús: “¡Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Santo!”. Este “es el centro”, esto escandaliza de Jesús: “Él es Dios que se ha encarnado”.
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.