?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/qOn6NrVjBTw
- Fil 7, 20
- Sal 145
- Lc 17, 20-25
Pablo ayuda a Onésimo y a Filemón a recorrer el camino de la relación amo-esclavo a la relación fraterna. Jesús en su evangelio ya había cambiado el tipo de relaciones entre los seres humanos rompiendo los esquemas de la época: “no así entre vosotros” e inaugurando la nueva fraternidad del Reino.
Hoy en el siglo XXI nos puede chocar que en la mentalidad cristiana se aceptaran como normal este tipo de relación amo-esclavo, sin embargo, el cristiano vive inculturado en su época y muchas veces participa de alguna manera de este tipo de relación amo-esclavo, sino como se llama la disposición de algunos patronos de pagar salarios de hambre, no tener asegurados a sus trabajadores, someterlos a jornadas extensas, no brindarle los elementos necesarios para su seguridad física, entre otros.
Entonces reflexionemos a la luz de esta lectura: ¿Con que modelos socio-culturales he de romper hoy para acercarme más a una relación fraterna y sororal con los seres humanos de esta Casa común? ¿Qué esclavitudes he de ayudar a romper?
Nos indica la Hna. Mariela Martínez Higueras O.P. Congregación de Santo Domingo, acerca del evangelio que en paso por la tierra, Jesús ha inaugurado el Reino. Descubrirlo y hacerlo visible depende de nosotros, sus seguidores. Para ello hemos de hacer patentes sus señales. Estamos llamados a realizar los signos del Reino para que realmente otros perciban que ya está “en medio de nosotros”. En este tiempo de pandemia, en que nuestra vulnerabilidad humana se ha puesto “a flor de piel,” se nos invita especialmente a hacer esos signos acompañando y dando consuelo y esperanza a aquellos que están sufriendo, y compartiendo solidariamente con los que se han quedado en la cuneta de la sociedad en estos momentos.
Nos explica el Papa Francisco: …”Los signos de la venida de este Reino son múltiples, y todos son positivos. Jesús comienza su ministerio cuidando a los enfermos, tanto en el cuerpo como en el espíritu, de aquellos que vivían una exclusión social, -por ejemplo, los leprosos- de los pecadores mirados con desprecio por todos, también por los que eran más pecadores que ellos, pero se hacían pasar por justos.
Y Jesús ¿cómo les llama? “Hipócritas”. El mismo Jesús indica estos signos, los signos del Reino de Dios: “Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y se anuncia a los pobres la Buena Nueva ” (Mt 11, 5).
“¡Venga a nosotros tu Reino!”, repite con insistencia el cristiano cuando reza el “Padre nuestro”. Jesús ha venido. Pero el mundo todavía está marcado por el pecado, poblado por tanta gente que sufre, por personas que no se reconcilian y no perdonan, por guerras y por tantas formas de explotación; pensemos en la trata de niños, por ejemplo.
Todos estos hechos son una prueba de que la victoria de Cristo aún no se actuado completamente: muchos hombres y mujeres todavía viven con el corazón cerrado…
A veces nos preguntamos: ¿por qué este Reino se instaura tan lentamente? Jesús ama hablar de su victoria con el lenguaje de las parábolas. Por ejemplo, dice que el Reino de Dios se asemeja a un campo donde el trigo bueno y la cizaña crecen juntos: el peor error sería querer intervenir inmediatamente extirpando del mundo las que nos parecen malas hierbas. Dios no es como nosotros, Dios tiene paciencia. El Reino de Dios no se instaura en el mundo con la violencia: su estilo de propagación es la mansedumbre (cf. Mt 13, 24-30).
El Reino de Dios es ciertamente una gran fuerza, la más grande que existe, pero no de acuerdo con los criterios del mundo. Por eso nunca parece tener mayoría absoluta. Es como la levadura que se amasa en la harina: aparentemente desaparece, pero es precisamente la que fermenta la masa (cf. Mt 13, 33). O es como un grano de mostaza, tan pequeño, casi invisible, pero lleva dentro la fuerza explosiva de la naturaleza, y una vez que crece, se convierte en el más grande de todos los árboles del jardín (cf. Mt 13, 31-32).
En este “destino” del Reino de Dios podemos intuir la trama de la vida de Jesús: él también era un signo débil para sus contemporáneos, un evento casi desconocido para los historiadores oficiales de la época. El mismo se definió como un “grano de trigo” que muere en la tierra, pero solo de esta manera puede dar “mucho fruto” (cf. Jn 12,24).
El símbolo de la semilla es elocuente: un día el campesino la hunde en la tierra (un gesto que parece un entierro), y luego, “duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él mismo sepa cómo “(Mc 4:27). Una semilla que brota es más obra de Dios que del hombre que la ha sembrado (cf. Mc 4, 27). Dios siempre nos precede, Dios siempre nos sorprende. Gracias a él después de la noche del Viernes Santo, hay un alba de Resurrección capaz de iluminar de esperanza al mundo entero.”
Palabra de Vida Mes de Noviembre .
“Felices los afligidos, porque serán consolados.” (Mateo 5, 4) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.