https://youtu.be/vEA8tuVl8cg
- Is 7, 1-9
- Sal 147
- Mt 11, 20-24
”Ay de ti…” nos confronta hoy el evangelio y “si ustedes no creen en mi también irán a la ruina”, no indica en la primera lectura. El Señor nos hace hoy en la liturgia un enérgico llamado a dejarnos de tibiezas y asumir la actitud de un verdadero cristiano, a que dejemos arder en nuestro corazón el fuego del Espíritu Santo y dar un testimonio de vida que motive a los demás a seguirlo.
Vemos como el oráculo de salvación comienza con el imperativo: “no temas”, no confíes solo en tus fuerzas físicas o militares, el Dios de Israel está con su pueblo, no abandona a su elegido.
El Señor exhorta a través del profeta a la vigilancia y a la calma. Vigilancia frente al enemigo y también sobre uno mismo, para no desviarse de su camino; y calma frente a Dios, Él actuará, por ello hay que conservar la paz y ser pacientes. Es en estas situaciones en las que, como el rey Ajaz, debemos tomar partido por Dios y creer que verdaderamente él proveerá; que, como dice Jesús en el Evangelio, valemos más que los pájaros, que el único lugar seguro será siempre estar junto a él. No te amedrentes ante las situaciones difíciles de la vida. Dios es tu refugio y fortaleza, él será siempre la defensa de tu familia, de tu casa, de tu propia vida.
No se puede ir en contra de las promesas de Dios que ha puesto su mirada en la dinastía davídica. La frase final del oráculo es una síntesis teológica: “Si no creéis, no subsistiréis”. La Palabra de Dios es el punto de apoyo de la historia de la Salvación. La fe tiene que apoyarse en la Palabra de Dios que se cumplirá, frente a los planes humanos que no se cumplirán. Creer en el Dios de la vida es lo único que garantiza la vida verdadera y eterna.
“Grande es el Señor y muy digno de alabanza”, nos dice el Salmista. Es verdad. Echando la vista atrás uno cae en la cuenta de todos los milagros que Dios ha hecho por cada uno de nosotros. Innumerables. A menos que uno se erija en el único autor de su vida y crea que todo lo poseído ha sido una pura conquista atribuible a su esfuerzo. Pero eso no se lo puede creer nadie que esté en su sano juicio porque no es cierto; lo más valioso de nuestra vida, empezando por esta misma, es un puro don que se recibe de otro.
Nos invita el Papa Francisco: “En lugar de Corozaín, Betsaida, Cafarnaún, estas ciudades, pongámonos nosotros, pongamos el yo: yo, que he recibido tanto del Señor… Que cada uno piense en su propia vida. En que he recibido tanto del Señor. He nacido en una sociedad cristiana, he conocido a Jesucristo, he conocido la salvación, he sido educado, educada, en la fe. Y con qué facilidad lo olvido, y dejo pasar a Jesús. Una actitud que contrasta con la de otras personas que escuchan inmediatamente el anuncio de Jesús, se convierten y lo siguen. En cambio, estamos acostumbrados a ello. Y este hábito nos hace mal, porque reducimos el Evangelio a un hecho social, sociológico, y no a una relación personal con Jesús.”
A esto nos puede motivar el lema que escogió san Francisco de Sales al ser nombrado obispo de Ginebra —el máximo exponente de la Reforma protestante— en aquel tiempo: «Donde Dios nos plantó, es preciso saber florecer». Y si con una piedra en la mano meditaba el juicio severo de Dios que puede recaer sobre mí, en otros momentos —con una florecilla silvestre, nacida entre los hierbajos y el estiércol de la alta montaña— pienso que no debo perder la Esperanza. Debo corresponder a la bondad que Dios ha mostrado conmigo, y así mi pequeña generosidad depositada en el corazón del que saludo, la mirada interesada y atenta hacia el que me pide una información, mi sonrisa dirigida al que me cede el paso, florecerá en un futuro. Y nuestro entorno no perderá la Fe.
Entonces: ¿Qué debe cambiar en mí para que la escucha de la palabra de Dios me lleva a la auténtica conversión? La Palabra de Vida que nos brinda el Movimiento Los Focolares de este mes, nos recuerda que «Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) y nos explica Chiara Lubich que lo necesario es “acoger la Palabra y dejar que obre en ti una transformación. No solo eso, sino permanecer fiel a ella, guardándola en el corazón para que modele tu vida, como la tierra guarda en su seno la semilla para que germine y dé fruto. O sea, dar frutos de vida nueva, efectos de la Palabra»
No basta pues, con ser seguidor de Jesús, sino que hay que vivir como tal. Aquellas personas que hemos recibido su Palabra, la buena noticia del reino, somos testigos de los signos de su presencia en medio de nuestro mundo, debemos caminar en la humildad de quién ha recibido el don de conocer un poco más a Jesús de Nazaret e intentar vivir en dinámica constante de conversión.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://evangeli.net/evangelio/dia/IV_137
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/07/12/cuantos-milagros-en-favor-nuestro/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.