https://youtu.be/wRDks9OK1Ds
- Sof 3, 14-18
- Sal 12
- Flp 4, 4-7
- Lc 3, 10-18
Hoy es el tercer domingo de Adviento, llamado también domingo de Gaudete, es decir, domingo de la alegría, nos explica el Papa Francisco, “en la liturgia resuena repetidas veces la invitación a gozar, a alegrarse. ¿Por qué? Porque el Señor está cerca. La Navidad está cercana. El mensaje cristiano se llama «Evangelio», es decir, «buena noticia», un anuncio de alegría para todo el pueblo; la Iglesia no es un refugio para gente triste, la Iglesia es la casa de la alegría. Y quienes están tristes encuentran en ella la alegría, encuentran en ella la verdadera alegría.”
En una sociedad en la que bastantes piensan que la religión es un impedimento para ser feliz, los últimos Papas nos han exhortado continuamente a vivir la alegría del evangelio, la alegría de la fe. Y es que, incluso entre creyentes convencidos y practicantes, no faltan quienes ven eso de ser cristiano como mera exigencia y abnegación.
La alegría del evangelio no viene a robarnos determinadas cuotas de felicidad. No se opone a las verdaderas alegrías de nuestro mundo, sino que les da su fundamento y sentido. Ahora bien, esta alegría tampoco es sinónimo de ausencia de problemas ni fruto de fantasías irrealizables, de falsos y artificiales deseos que conducen a la frustración y el fracaso.
Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel. Así, afirma Fray Juan Huarte Osácar O. P., describe el profeta Sofonías en la primera lectura, con acentos de especial ternura, la experiencia de Dios en medio de su pueblo como signo de esperanza salvadora. Es la alegría y júbilo de un pueblo pobre y humilde,el pequeño resto de los fieles a la alianza que confían en Dios a pesar del generalizado entorno en que viven de despreocupación religiosa, involucrado incluso en la idolatría y en toda suerte de injusticias.
Por eso el salmista, nos invita a bendecir, alabar y proclamar la grandeza del Señor.
Pablo en el segunda lectura, manda a los creyentes a estar alegres, regocijaos en el Señor, sabiendo que el es Nuestro Señor y Dios. El Espíritu Santo en nosotros es el único que puede producir este tipo de alegría y gozo. No hay forma de producir ese gozo por medo de nuestros propios esfuerzos. Hay que sentirse felices independiente mente de la situación en la que te encuentres, sea un día brillante o un día negro, hostil, oscuro. Esto no quiere decir que en algún momento de nuestra existencia podamos llegar a sentirnos tristes, pero ello no puede ser una conducta permanente en el creyente. El creyente debe recordar que es un mandato del Señor el mantenerse felices y contentos, por lo que el ha hecho en nosotros y sigue haciendo. No hay poder en la vida cristiana si ésta no tiene alegría. Alguien que no experimenta la alegría del Señor no tiene poder en absoluto.
El texto del evangelio, insiste mucho en esto con la pregunta «¿qué hacemos?», repetida tres veces.
No basta con un Adviento de oración e interioridad, aunque sean también necesarias. Es necesario preguntarnos en qué afecta el evangelio a nuestra conducta cotidiana. Si los cristianos no nos comportamos con honestidad, caridad y justicia, de poco nos servirá llevar una crucecita al cuello y una estampita de la Virgen en la cartera.
La primera tarea lo que nos pide es plantearnos la misma pregunta: «¿Qué tenemos que hacer?» Cada uno, desde su situación, actividad, profesión y vocación, podemos ser honrados, justos, fraternos, generosos. Cada uno, según lo que tenemos, lo que hacemos, lo que podemos aportar, recibiremos de Dios la respuesta a través de su Palabra, de las necesidades que se presentan a nuestro alrededor, de las personas con las que trabajamos y compartimos la vida. Nadie puede olvidar que ser auténticamente cristiano implica no solo lo que cree, sino también lo que hace.
La segunda escena del evangelio de hoy no habla de los hechos sino de los sentimientos. La gente vivía en expectación, anhelando un salvador, un liberador que Dios enviaría. Juan reconoce el deseo profundo de su sociedad y le da respuesta con mucha sencillez. Él era tan admirado que podía hacerse pasar por el Mesías, pero supo obedecer a Dios hasta el final. Sabía que su bautismo era solo un signo de limpieza, era una preparación para el auténtico Mesías, Jesús, que purificaría con Espíritu Santo y fuego.
Nuestras sociedades actuales también tienen grandes deseos y expectativas. Nosotros hemos de saber descubrirlas, como hizo Juan Bautista, para poder ofrecer el evangelio de Jesús, que es siempre el mismo y siempre nuevo, con lenguaje actual y el testimonio de nuestras vidas. ¡Eso es lo más difícil!
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.