https://youtu.be/2Zk4aO5XX2w
- Deut 8, 2-3. 14-16
- Sal 147
- 1 Cor 1o, 16-17
- Jn 6, 51-58
Hoy participamos de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo y el Papa Francisco, nos insta a “que el Cuerpo y la Sangre de Cristo sean para cada uno, una presencia y un soporte en medio de las dificultades, un consuelo sublime en el sufrimiento de cada día y una prenda de resurrección eterna…
E invitó a encontrar en la Eucaristía, misterio de amor y de gloria, esa fuente de gracia y de luz que ilumina los caminos de la vida; así como que la celebración de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos haga más conscientes de la presencia real de Jesús entre nosotros en la Eucaristía”.
Vemos en la primera lectura que acabamos de leer, como los judíos en el desierto sentían hambre. Y Dios les dio pan para comer el maná caído del cielo. También Jesús se presenta a sí mismo como otro Pan que sacia nuestra hambre de Dios: “Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre”. El Pan es símbolo de todo lo que nos da vida, de todo lo que sacia. Jesús nos asegura que en medio del desierto, la pobreza, el vacío, y sin sentido de la vida, nos alimentará con este Pan para poder continuar el camino. Jesús identifica el Pan que reparte con la Carne que entrega para la salvación del mundo, que corresponde al anhelo de amar y ser amados. Jesús, que en la cruz nos ama hasta el extremo, sacia nuestra necesidad de Dios con el Pan de Vida. Si aceptamos este alimento no sólo como comida material, sino en su significado sagrado, saciamos nuestra hambre de plenitud. Por eso, nos acercamos a Él como pobres, con la mano abierta para recibir el Pan de la vida y llenar con El, todos nuestros vacíos; comulgamos haciendo un acto de fe; acogiendo en silencio a Jesús.
Por otro lado, las palabras del Apóstol, en el texto de la segunda lectura, hablan con fuerza si las leemos en el contexto amplio de esta carta que refleja la lamentable situación a que había llegado la comunidad de Corinto: divisiones, enfrentamientos, abusos y tensiones en la comunidad. El recurso del Apóstol a la celebración eucarística para recuperar la comunión entre sus miembros es una advertencia urgente e insustituible. Es necesario recordar lo que significa para los hombres de entonces compartir un mismo pan (alimento): este pan único del que todos participaban al ser comido por todos se convertía en sangre en todos y, de alguna manera, los hermanaba a todos. Este modo de pensar es peculiar del mundo hebreo y es el que Pablo tiene en cuenta en este momento. Ayer como hoy la Eucaristía es el signo más fuerte de unidad, es la cima de la evangelización cristiana. No es sólo un rito sino también una fuente de vida en unidad; un banquete festivo unificador.
Y en el Evangelio, todo el mensaje que hemos de escuchar y vivir está contenido en “el pan”; San Juan se refiere el milagro de la multiplicación de los panes, seguido de un gran discurso de Jesús, uno de cuyos fragmentos escuchamos hoy. Nos interesa mucho entenderle, no sólo para vivir la fiesta del “Corpus” y el sacramento de la Eucaristía, sino también para comprender uno de los mensajes centrales de su Evangelio.
Hay multitudes hambrientas que necesitan pan. Hay toda una humanidad abocada a la muerte y al vacío, carente de esperanza, que necesita a Jesucristo. Hay un Pueblo de Dios creyente y caminante que necesita encontrarle visiblemente para seguir viviendo de Él y alcanzar la vida. Tres clases de hambre y tres experiencias de saciedad, que corresponden a tres formas de pan: el pan material, el pan que es la persona de Jesucristo y el pan eucarístico.
Sabemos que el pan más importante es Jesucristo. Sin Él no podemos vivir de ninguna manera: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Pero Él mismo quiso dar de comer al hambriento y, además, hizo de ello un imperativo evangélico fundamental. Seguramente pensaba que era una buena manera de revelar y verificar el amor de Dios que salva. Pero también quiso hacerse accesible a nosotros en forma de pan, para que, quienes aún caminamos en la historia, permanezcamos en ese amor y alcancemos así la vida.
En este día del Corpus Christi quiero terminar ofreciendo tres regalos:
- El primer regalo, una guía visual sobre la uniformidad de las posturas durante la celebración de la eucaristía. Hemos hecho en mi parroquia una guía que, al menos aquí, ha gustado y servido muchísimo. Te la comparto porque creo que puede ayudarte (y a otras personas a las que se lo puedas reenviar): PULSA AQUÍ.
- El segundo regalo es una guía para el momento más íntimo que tenemos con el Señor: el de la comunión. Debemos cuidar alma y cuerpo para ese corazón de la eucaristía en el que comulgamos a la Santísima Trinidad en un auténtico abrazo divino. Debemos cuidar bien el rito: PULSA AQUÍ.
- El tercer regalo es la secuencia que se lee antes del evangelio de este día, compuesta por Santo Tomás de Aquino, y que se ha recuperado en los nuevos leccionarios, Lauda Sion Salvatorem. Conviértela en un largo rato de oración:
_Alaba, alma mía, a tu Salvador;
alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos.
—Pregona su gloria cuanto puedas,
porque él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.
—El tema especial de nuestros loores
es hoy el pan vivo y que da vida.
—El cual se dio en la mesa de la sagrada cena
al grupo de los doce apóstoles sin género de duda.
—Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre,
sea pura la alabanza de nuestra alma.
—Pues celebramos el solemne día
en que fue instituido este divino banquete.
—En esta mesa del nuevo rey,
la pascua nueva de la nueva ley pone fin a la pascua antigua.
—Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad,
y la luz ahuyenta la noche.
—Lo que Jesucristo hizo en la cena,
mandó que se haga en memoria suya.
—Instruidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino, en sacrificio de salvación.
—Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre
—Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua
fuera de todo el orden de la naturaleza.
—Bajo diversas especies, que son accidentes y no sustancia,
están ocultos los dones más preciados
—Su Carne es alimento y su Sangre bebida:
mas Cristo está todo entero bajo cada especie.
—Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmembra;
recíbese todo entero.
—Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquel lo toma tanto como estos,
pues no se consume al ser tomado.
—Recíbenlo buenos y malos;
mas con suerte desigual de vida o de muerte.
—Es muerte para los malos, y vida para los buenos;
mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos
—Cuando se divida el Sacramento, no vaciles,
sino recuerda que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.
—No se parte la sustancia, se rompe solo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.
—He aquí el pan de los ángeles, hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros.
—Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado; el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
—Buen Pastor, Pan verdadero, ¡oh, Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protegenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.
—Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/06/10/corpus-christi-4/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-06/papa-francisco-solemnidad-corpus-christi-eucaristia-catequesis.html
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Junio 2023
“Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes.” (2 Corintios 13, 11) https://ciudadnueva.com.ar/junio-2023/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.