?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/oVeD76z3Hks
- Deut 34, 1-12
- Sal 65
- Mt 18, 15-20
En la liturgia de hace algunas semanas, hemos venido meditando acerca de la figura de Moisés, hoy en el texto de la primera lectura es ensalzada y lo hace recordando algo significativo en su historia. La frase es sencilla y describe muy bien, quién fue este gran hombre: “Moisés… con quien el Señor trataba cara a cara”.
Moisés ha dejado una huella profunda en la historia de su pueblo. Esa gran figura realizó obras admirables. Fue capaz de liberar a su pueblo de la mano poderosa del Faraón. Elaboró una legislación sabia con la que organizar la vida de su pueblo; mantuvo la marcha del pueblo hacia la tierra prometida y supo corregir sus errores y desviaciones. Por eso, su figura es una referencia constante en la historia del pueblo judío y su nombre es familiar para todos los creyentes.
La grandeza de Moisés ha seguido resonando en todo momento. También hoy llega hasta nosotros para trasmitirnos un modelo de persona íntegra, responsable de su vida y fiel a Dios en todas las circunstancias, nos comenta Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Y es que contrariamente a lo que el mundo nos propone, la grandeza de un hombre no consiste en tener o en llegar a ser incluso el jefe de un gran pueblo, sino en ser considerado, como Moisés, amigo de Dios. Es por esto importante dedicar todo esfuerzo en llegar a ser buenos amigos de Dios, para ello es vital el tener tiempo para nuestra oración, ya que es precisamente ahí en donde la amistad con Dios crece y se fortalece y da a nuestra vida la plenitud en el amor y la paz.
En el Evangelio Jesús nos invita a practicar la corrección fraterna, que no es otra cosa que expresar nuestra caridad con quien falla. Una actitud que precisa de madurez espiritual y humana que facilite el camino. No es nada fácil practicarla, ya que conlleva un elemento duro, la corrección. Y un segundo aspecto positivo: ha de ser fraterna.
El Papa Francisco, en su exhortación Amoris Laetitia, nos recuerda en el capítulo IV, algo muy gráfico que nos puede servir como punto importante en esta reflexión. El amor cuida la imagen de los demás, con una delicadeza que lleva a preservar incluso la buena fama de los enemigos… Los defectos de los demás son solo una parte, no son la totalidad del ser de la otra persona (112).
Partiendo de todo lo dicho, hemos de dar pasos ante la postura de quien se enfrenta con una actitud negativa y reiterada ante los otros: “Si tu hermano peca contra ti…”En esta afirmación subyace una actitud de división entre los miembros de la comunidad. ¿Cómo afrontar estas situaciones?
En una situación así, Jesús propone a sus seguidores tres pasos a seguir. El primero es practicar la corrección de forma personal. “Si tu hermano peca, repréndelo a solas”. Es la forma de practicar la responsabilidad ante un miembro de la comunidad que no va por buen camino. Si realmente se quiere el bien de esa persona, es preciso afrontarlo personal y fraternalmente. Si te hace caso, has salvado a tu hermano». Con su enseñanza, Jesús nos instruye sobre una práctica muy importante en nuestra vida cristiana, que algunos llaman la corrección fraterna. Cuando vemos que un hermano, amigo, compañero nuestro hace algo mal, tenemos la obligación de corregirle con caridad y misericordia. No debemos olvidar que “corregir al que yerra” es una de las siete obras de misericordia corporales. Evidentemente, nuestra corrección debe ser buena, constructiva y oportuna, pero no debemos caer en falsos respetos humanos. Porque si vemos que un amigo nuestro está herido, ¿acaso no corremos a ayudarle? Y si está enfermo, ¿no nos desvivimos por cuidarle para que se mejore? Pero si lo hacemos con las heridas del cuerpo, ¿no son todavía más graves las heridas del alma, las enfermedades del corazón? Corre, corre a salvar a tu hermano, si su alma está en peligro.
“Si no te hace caso llama a otro o a otros dos”. Sería el segundo paso. Si, pese a todo esto, las cosas no varían, “díselo a la comunidad”. Si esto no surtiera efecto, se ha de tratarlo como alguien ajeno a la comunidad.
El mensaje que subyace en todo este proceso es que se ha de evitar la división en la comunidad. “Que sean todos uno, como tú Padre en mí y yo en ti, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17:20-26). La importancia de la unidad es crucial en la vida cristiana, ya que ella es garantía de que la fe es vivida en comunión con los otros miembros de la comunidad.
El “atar y desatar”, aludiendo a los fallos, equivale a decir que la comunidad tiene capacidad, a través de sus pastores, de absolver o condenar esas actitudes negativas.
Como remate de estos consejos Jesús recalca que, cuando la comunidad se reúne para vivir juntos la fe, Él se hace presente de forma especial en ella. Una vez más, Jesús manifiesta la importancia del carácter comunitario de nuestra condición de creyentes, tanto para orar como para obrar.
Valorar y vivir la unidad dentro de nuestra vivencia de la fe, debería ser más valorado entre nosotros. Ante un mundo donde prevalece el individualismo y la división, destacar nuestra condición de comunidad cristiana que camina unida, es un gesto significativo y es lo que debería prevalecer en nuestras celebraciones, manifestando así el convencimiento de que Jesús está vivo entre nosotros, cumpliendo así esa petición suya, expresada en la última cena.
Palabra de Vida Mes de Agosto 2021
“El que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.” (Mateo 18, 4) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.