Dichoso el hombre que confía en el Señor
https://youtu.be/2EubTJSEF5I
- Is 48, 17-19
- Sal 1
- Mt 11, 16-19
El tiempo de Adviento es un tiempo, como nos lo decía al principio de este tiempo san Juan Bautista, para corregir nuestros errores y para agregar a nuestra vida los elementos que hacen que toda nuestra existencia se adhiera más a Dios. Es tiempo, pues, de ver si nuestra relación con Jesús es estrecha, si nuestra oración es continua y si verdaderamente estamos buscando vivir de acuerdo al Evangelio.
Enderecemos nuestros caminos para que nunca falte en nuestra familia y en nuestra comunidad la paz y la justicia. Aprovechemos este tiempo para hacer una revisión en nuestra vida y poder así, responder con generosidad al Señor.
El profeta Isaias, en la primera lectura, afirma Sor Sor Inmaculada de la Cruz, OP., se dirige al pueblo en el exilio, un pueblo hundido, desesperado, que vive en la culpa por el pecado que le ha llevado lejos de la Tierra prometida y del Templo, y al que una pregunta acuciante golpea su corazón y su mente: ¿dónde está ese Dios que hizo prodigios por su pueblo?
El profeta trata de levantar su esperanza y sobre todo su fe, y lo hace poniendo en boca de Dios las frases más bonitas que alguien pueda escuchar: “Yo, el Señor, tu Dios, tu redentor”. Para el pueblo de Israel, está claro, el redentor, el GOEL en hebreo, era el encargado de rescatar a los desvalidos, de repartir justicia, de salir fiador por los que se habían quedado sin la protección necesaria para vivir, era el vengador de sangre, quien asumía la responsabilidad frente a una injusticia.
El Redentor para nosotros hoy es Jesucristo, que nos ha enseñado para nuestro bien, nos ha mostrado el camino de su propio cuerpo entregado en la cruz, se ha hecho camino y vida para nosotros. “Tu nombre no será aniquilado”, ese nombre que significa la esencia de la persona, lo que uno es en sí mismo, no será aniquilado porque hay uno que ha dado la vida por nosotros.
¿Dónde pones tú la confianza? ¿En qué redentores buscas la liberación?
Nos explica el Papa Francisco el evangelio de hoy que “Cristo habla siempre bien de los niños. Esta es la única vez que no habla tan bien de ellos. Se trata de una imagen de niños algo especiales: maleducados, descontentos, nada les gusta. Imagen para describir a los jefes de su pueblo, gente que no estaba abierta a la Palabra de Dios. Aceptar la verdad de la Revelación y no al predicador muestra una mentalidad fruto de una vida encerrada en precepto, compromisos, proyectos revolucionarios y espirituales sin carne. Son los cristianos que nos bailan cuando el predicador te da una hermosa y alegre noticia, y no lloran cuando el predicador les da una noticia triste, esos cristianos que están encerrados, prisioneros, que no son libres. Tienen miedo a la libertad del Espíritu Santo, que viene a través de la predicación.”
Y es que este reproche de Cristo, que recoge el Evangelio de hoy, va dirigido a unos hombres que nunca están conformes. Hagas lo que hagas, todo les parece mal. Es la crítica permanente, no se conforman con nada. Además están siempre en la cultura de la queja, del reproche, del juicio negativo. Y algo de este espíritu tenemos nosotros, aunque sea en grados diversos. También nosotros relatamos, nos quejamos, somos negativos en nuestros comentarios, sembrando discordia en vez de sembrar paz y alegría, a todo le encontramos fallas menos a nuestro criterio.
Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él, nos dice el Rev. D. Antoni CAROL i Hostench. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). “Jesús «es el Dios-que-viene» nos indica el Emérito Benedicto XVI) y nosotros parecemos “el hombre-que-se-va”: «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).
¿Por qué huimos? Por nuestra falta de humildad. San Juan Bautista nos recomendaba “menguarnos”. Y la Iglesia nos lo recuerda cada vez que llega el Adviento. Por tanto, hagámonos pequeños para poder entender y acoger al “Pequeño Dios”. Él se nos presenta en la humildad de los pañales: ¡nunca antes se había predicado un “Dios-con-pañales”! Ridícula imagen damos a la vista de Dios cuando los hombres pretendemos encubrirnos con excusas y falsas justificaciones. Ya en los albores de la humanidad Adán lanzó las culpas a Eva; Eva a la serpiente y…, habiendo transcurrido los siglos, seguimos igual.
Pero llega Jesús-Dios: en el frío y la pobreza extrema de Belén no vociferó ni nos reprochó nada. ¡Todo lo contrario!: ya empieza a cargar sobre sus pequeñas espaldas todas nuestras culpas. Entonces, ¿le vamos a tener miedo?; ¿de verdad van a valer nuestras excusas ante ese “Pequeño-Dios”? «La señal de Dios es el Niño: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad.”
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.