- Jer 28, 1-17
- Sal 118
- Mt 14, 13-21
La liturgia de hoy nos habla de actitudes propias del cristiano para tener éxito; la fidelidad a la palabra de Dios llevada en su cumplimiento con actos concretos y el compartir.
Comencemos por reflexionar sobre este artículo que seguramente muchos de ustedes han recibido: ¡En Manos de quién!
Todo depende de en manos de quién está el asunto! Una pelota de basketball en mis manos vale unos 19 dólares, pero en las manos de Michael Jordan vale alrededor de 3.000.000 de dólares. Una raqueta de tenis en mis manos no sirve para nada, pero en manos de Pete Sampras significa el campeonato en Wimbledon. Una honda en mis manos es un juego de niños, pero en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios. Cinco panes y dos peces en mis manos son un par de sandwiches de pescado, pero en manos de Jesús son son el alimento para miles… ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!
La primera lectura nos lleva a meditar sobre cómo la batalla entre los profetas no fue solo de palabras, sino también de actos. Obedeciendo el mandato de Dios, Jeremías puso el yugo de madera alrededor de su cuello; esto era un símbolo evidente del mensaje que llevaba al pueblo.
¿Cuál fue el simbolismo profético del acto de Hananías? Imagínate, por ejemplo, que después de que Jesús maldijo la higuera (Mar. 11:13, 19-21) alguien que hubiera escuchado lo que Jesús decía y sabía lo que había pasado hubiera plantado una higuera nueva en el mismo lugar, en un intento de refutar la profecía de Jesús.
Esto es lo que hizo Hananías con Jeremías y la profecía que su yugo simbolizaba. Era un acto de desafío abierto a lo que había dicho Jeremías. Nota, también, la reacción de Jeremías. Los textos no registran nada de lo que dijo después de que el yugo fue quebrado. Solo se dio vuelta y se alejó. Si la historia hubiera terminado allí, habría parecido que el profeta se había retirado, derrotado, pero la respuesta de Jeremías no fue un mensaje de venganza: tú me hiciste esto, así que te haré esto otro. En cambio, fue otro mensaje claro del Señor, pero más fuerte aún que el anterior. Alguien podría haber quebrado un yugo de madera, pero ¿quién puede quebrar uno de hierro? En un sentido, lo que Dios les decía era que, por su obstinación y por rehusar obedecer, solo estaban haciendo que las cosas fueran peores. Si pensaste que un yugo de madera era malo, prueba con uno de hierro.
¿Quién no ha aprendido por el camino difícil que a veces la obstinación hace que las cosas sean peores? Cuando tratamos con el Señor, ¿por qué siempre es mejor someternos y rendirnos de inmediato que seguir peleando y hacer que las cosas sean más difíciles?
Jesús, en el evangelio, nos invita a que seamos nosotros, sus seguidores, quienes alimentemos a nuestros semejantes, con la Palabra que procede de Dios, no solo que cubramos las necesidades de los más vulnerables, sino que, también, seamos portadores de la alegría del evangelio.
Jesús realizó el milagro, el signo del Reino con la colaboración de los discípulos, fueron ellos los que le plantearon el problema, los que trajeron los “cinco panes y dos peces”, los que distribuyeron la comida. Él les replicó “dadles vosotros de comer”, y desde entonces los cristianos somos los servidores del Reino, los que preparan y sirven la mesa. Pero esto implica muchas cosas.
Nos explica el Papa Francisco que “la palabra solidaridad está un poco desgastada y a veces se interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”.
Definitivamente la primera parte del secreto del éxito en la vida de todo cristianos es: Darle a Jesús TODO lo que somos y tenemos. No importa que no sea casi nada, o prácticamente nada. Lo importante es dárselo porque Él quiere contar con esa nada para hacer sus obras. Y la segunda parte es ponerlo en SUS MANOS. Y Él se encarga de todo lo demás.
Que ésta sea, pues, la moraleja y la enseñanza de hoy: Sé generoso y magnánimo con Dios y con los demás: da de ti mismo, no seas egoísta ni tacaño. Da de tus bienes materiales y espirituales, comparte tu tiempo y tus cosas con los demás; pero, sobre todo, dónate a ti mismo a tu prójimo: ¡no importa que sólo tengas cinco panes y dos peces!
Es hora pues, de poner todos tus proyectos, tus inquietudes, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia, tus relaciones, todo en manos de Dios, pues sabemos que todo depende en manos de quién está el asunto.
Por eso con el Salmista decimos: “Instrúyeme, Señor, en tus leyes”. Este deseo lo puso en práctica San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia, gran ejemplo de maestro que puso toda su ciencia al servicio de la teología moral.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/1-8-2022/
- http://es.catholic.net/op/articulos/29622/la-multiplicacin-de-los-panes.html#modal
- https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/?f=2014-08-03
- https://escuelasabatica.app/estudia/2015/t4/l09/miercoles
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.