?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Hech 1, 1-11
- Sal 46
- Heb 9, 24-28. 10, 19-23
- Lc 24, 46-53
Hoy exultantes celebramos la Pascua,llenos de gozo y agradecimiento, cantamos jubilosos pues Dios asciende a su trono como nos invita el Salmo y es que en la Ascensión del Señor reconocemos también nuestra victoria, Cristo ha sido elevado al cielo para hacernos partícipes de su divinidad, es decir, nuestra naturaleza humana ha sido enaltecida a tal punto que nuestro espíritu participa de su misma gloria, de ahí que nuestro espíritu debe anhelar los bienes del cielo, esa es nuestra meta.
De la primera lectura: “Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir” Esto es precisamente, nos dice el Papa Francisco, “la invitación a la contemplación del Señorío de Jesús, para recibir de Él la fuerza para seguir y dar testimonio del Evangelio en la vida cotidiana: contemplar y actuar, “ora et labora2, nos enseña San Benito, ambas son necesarias en nuestra vida de cristianos.
Queridos hermanos y hermanas, la Ascensión no indica la ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él está vivo entre nosotros de una manera nueva; ya no está en un preciso lugar del mundo tal como era antes de la Ascensión; ahora está en el señorío de Dios, presente en todo espacio y tiempo, junto a cada uno de nosotros”
El texto de Hebreos quiere recoger parte de la tradición que presenta el acontecimiento de la Ascensión como exaltación definitiva de Jesus resucitado,para ser nuestro intercesor delante de Dios. El desde la diestra del Padre intercede por nosotros, entonces confiados en que el Señor es fiel a sus promesas, abrimos el corazón para recibir la gracia del Espíritu que nos transforma en testigos y portadores de la Victoria de Cristo, esta alegría debe llevarnos a realizar la principal misión del creyente, predicar la salvación universal que Cristo alcanzó con su pasión, muerte y Resurrección y sabiendo que no está libre de dificultades, por eso envía su Espíritu, fiesta que celebraremos el próximo domingo, como fuente de fortaleza para cumplir la misión y como garante de su cercanía todos los días hasta el fin del mundo.
La Ascensión, además, es un subir, es un superarse de continuo, un no resignarse al muladar. Subir, siempre subir; querer ser otro, distinto, mejor; mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo espiritual. Se impone la lucha diaria, la tenaz conquista de una meta tras otra, hasta alcanzar la última, la añorada cima de ser santo. Esa es mi meta, esa es mi cima. ¿También la tuya?
¿Qué decir a los hombres sobre ella? ¿Qué te dirás a ti mismo? La Ascensión clava nuestra esperanza de forma inviolada en nuestra propia felicidad eterna. Así como Jesús, el Hijo de José y María, ha subido con su cuerpo eternizado a la patria de los justos, así el mío y el de mis hermanos, el de todos los fieles que se esfuercen, subirá para nunca bajar, para quedarse para siempre allí.
Mes de junio
Sirve a los demás como a ti mismo
Conviértete en un mayordomo de tu propia vida. Trátate con cariño, eres un hijo de Dios. Alimenta tu alma y espíritu con cosas sanas y sírvete del mejor plato: el Amor de Dios.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.