Haciendo un resumen del tema de la última vez meditamos con el Papa Francisco que nos dice que “aunque nuestras oraciones fueran solamente balbuceos, si se vieran comprometidas por una fe vacilante, nunca debemos dejar de confiar en Él. Sostenidas por la oración de Jesús, nuestras tímidas oraciones se apoyan en alas de águila y suben al cielo”.
Dijimos que la oración de Jesús nos revela cómo pedir: antes de que la petición sea otorgada, Jesús se adhiere a Aquél que da y que se da en sus dones. El Dador es más precioso que el don otorgado, es el “tesoro”, y en El está el corazón de su Hijo; el don se otorga como “por añadidura” (cf Mt 6, 21. 33).
La Oración consiste en disponer el corazón para hacer la Voluntad al plan divino, recordando que somos sus dóciles servidores.
Para ello es necesario vigilancia y oración. Sin ellas, por muy plan de Dios que sea, difícilmente será exito.
EL Espíritu Santo que enseña a la Iglesia y le recuerda todo lo que Jesús dijo, la educa también en la vida de oración, suscitando expresiones que se renuevan dentro de unas formas permanentes de orar: bendición, petición, intercesión, acción de gracias y alabanza.
Y terminamos con el Papa Francisco, quien nos afirma que la Misa es oración, es más, es la oración por excelencia, la más alta, la más sublime, y al mismo tiempo la más “concreta”. De hecho, es el encuentro de amor con Dios mediante su Palabra y el Cuerpo y Sangre de Jesús. Es un encuentro con el Señor.
Hoy vamos a tratar algunos temas que nos ayudaran en nuestra vida cristiana:
I. -Las fuentes de la Oración
En expresión del Catecismo de la Iglesia Católica, Cristo nos espera para darnos a beber el Espíritu Santo” en unos manantiales (cf. CCE 2652). Ahora bien, ¿Cuáles son esos manantiales? El mismo Catecismo señala 4 manantiales o fuentes de la oración: La Palabra de Dios, la Liturgia de la Iglesia, las virtudes teologales y el “hoy”.
1.- La Palabra de Dios:
El tema de la oración tiene una riqueza enorme en la Biblia, así como la tradición de la Iglesia y en el Magisterio.
En este orden de las cosas, una genuina didáctica de la oración cristiana habrá de atender algunos aspectos con especial mimo y cuidado. Así deberá quedar claro en todo momento que “la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre” (CCE 2653).
Los Padres espirituales parafraseando Mt 7, 7, resumen así las disposiciones del corazón alimentado por la palabra de Dios en la oración: “Buscad leyendo, y encontraréis meditando ; llamad orando, y se os abrirá por la contemplación” (cf El Cartujano, scala: PL 184, 476C).(CCE 2654)
En su Palabra, El me hablan me motiva, me convence, afirma el padre Solana
2.-Liturgia de la Iglesia:
También se tendrá que insistir en un hecho tan determinante como que “la oración interioriza y asimila la Liturgia durante su celebración y después de la misma” (CCE 2655). Se deberá prestar, también, particular atención a cómo se entra en la oración “por la puerta estrecha de la fe”
3.-Las Virtudes Teologales:
Las virtudes teologales o virtudes teológicas son, de acuerdo a la tradición y el dogma cristianos, el conjunto de conductas y valores que aproximan al ser humano a la gracia divina, pues le han sido infundidos por Dios para guiar sus acciones. Por esa razón se conocen también como virtudes infusas.
Se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. Fe que se aprende de la Iglesia, fe de la verdades reveladas y fe con actitud propia, nos explica el padre Solana.
A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar cómo el “Espíritu Santo nos enseña a celebrar la Liturgia esperando el retorno de Cristo” y consecuentemente “nos educa para orar en la esperanza” (CCE 2657); y, finalmente, cómo el amor es la fuente de toda oración puesto que “la oración, formada en la vida litúrgica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como Él nos ha amado” (2658).
Las tres virtudes teologales, nos indica el padre Solana hacen llegar el Misterio de Dios a mi alma y vivir una vida de Oración
4.- El Hoy.
El futuro no existe, el pasado ya paso, nos enseñó nuestra maestra espiritual Sor Evelia; lo que tengo y lo que Dios me da en mi hoy. En el hoy se manifiesta Dios, en los hechos pequeños en donde me voy orientando hacia Dios. Todos lo que nos pasa es motivo de oración, por eso debo encomendarme desde que amanece a Dios, afirma el sacerdote. Pero lo haré acudiendo al magisterio del Papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo actual Gaudete et Exsultate del 19 de marzo de 2018. El Papa, en su habitual estilo, es bastante explícito en su enseñanza con respecto a la oración: “No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos” (147). Dicho lo cual trata de iluminar la realidad del “hoy” de todos y cada uno de nosotros con una serie de preguntas: “¿Hay momentos en los que te pones en su presencia en silencio, permaneces con El sin prisas, y te dejas mirar por El? ¿Dejas que su fuego inflame tu corazón? Si no le permites que El alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y así ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus palabras?” (151). Para finalmente mostrar la profundidad de este “hoy” como nuestra particular “Historia de Salvación” en la que también brillan aquellas mismas maravillas de Dios ( “mirabiliora Dei” )como las que indicaba San Agustín al diácono Deogratias de la Iglesia de Cartago
El Papa lo expresa así: “La memoria de las acciones de Dios está en la base de la experiencia de la alianza entre Dios y su pueblo. Si Dios ha querido entrar en la historia, la oración está tejida de recuerdos. No solo del recuerdo de la Palabra revelada, sino también de la propia vida, de la vida de los demás, de lo que el Señor ha hecho en su Iglesia”.
Sobre esta premisa adquiere todo su significado la enseñanza del Papa, también en Gaudete et Exsultate, sobre el discernimiento. Precisamente, evocando el sabio epitafio de la tumba san Ignacio de Loyola: “Non coerceri a máximo, contineri tamen a minimo divinum est” (Es divino no asustarse por las cosas grandes y a la vez estar atento a lo más pequeño), enseña y propone: “El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o cuando hay que tomar una decisión crucial. […] Nos hace falta siempre, para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer. Muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y cotidiano. Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy” CC 2559-2560.
Todas las formas de oración pueden ser esa levadura con la que el Señor compara el Reino (cf Lc 13, 20-21).
II Caminos de la Oración.
En la Iglesia hay diversos caminos de oración, en fidelidad a la tradición y referidos siempre a Jesucristo. El lenguaje de la oración corresponde al Magisterio de la Iglesia (expresión con que la Iglesia católica se refiere a la función y autoridad de enseñar que tienen el papa (magisterio pontificio) y los obispos que están en comunión con él.)
¿Cuál es el camino de nuestra oración? CC 2666-2669
Cristo. Oramos en el Nombre de Jesús. Su humanidad es la única vía por la que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre. Por esto las oraciones litúrgicas concluyen con la fórmula: «Por Jesucristo nuestro Señor».
No hay otro camino de oración que Cristo, afirma el padre Solana. El nos lleva al Padre y El nos muestra al Padre, por eso oramos en el nombre de Jesús. La Santa humanidad de Jesús es el canal para entrar en la espiritualidad de la Santísima Trinidad .
El Nombre de Jesús (Yahve Salva), contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir “Jesús” es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).
La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: “Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!” Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.
Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en “palabrerías” (Mt 6, 7), sino que “conserva la Palabra y fructifica con perseverancia” (cf Lc 8, 15) . Continua el padre Solana, cuando invocamos a Jesús ofreciendo nuestro día, estamos haciendo una oración fácil, simple y continua.
¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en la oración?
Es el Maestro interior de la oración cristiana, la Iglesia nos exhorta a invocarlo e implorarlo en toda ocasión: «¡Ven, Espíritu Santo!».
En el 2670, San Pablo nos dice: “Nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ sino por influjo del Espíritu Santo” (1 Co 12, 3). Cada vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es el Espíritu Santo quien, con su gracia preveniente, nos atrae al Camino de la oración. Puesto que él nos enseña a orar recordándonos a Cristo, ¿cómo no dirigirnos también a él orando? Por eso, la Iglesia nos invita a implorar todos los días al Espíritu Santo, especialmente al comenzar y al terminar cualquier acción importante.
¿Es mariana la oración cristiana?
El padre Solana, indica que María es el canal de filiación a Jesús y al Padre, nos lleva al Señor, nos remite a quien ha hecho bien todas las cosas.
Por la singular cooperación de María con la acción del Espíritu Santo, la Iglesia ama rezar a María y orar con María, la orante perfecta, para alabar e invocar con Ella al Señor. Pues María, en efecto, nos «muestra el camino» que es su Hijo, el único Mediador.
III Los Maestros y Lugares de Oración.
Los verdaderos maestros de Oración, nos dice el padre Solana, son los Santos, pues ellos han vivido de modo Exceleso la obediencia de la fe, han logrado una identificación más plena con el Evangelio, la vida de Cristo y la Virgen y han asimilado hondamente el mensaje del Señor.
Los maestros de oración son aquellos en los que su vida es vida de oración y sus escritos, videos teca, son testimonio de ello y hoy oran e interceden por nosotros.
A través de los actos, se crea una corriente de espiritualidad y de oración. Todos ellos reflejan la luz del Espíritu Santo. Algunas de esas corrientes son la franciscana, la Ignaciana, la teresiana,entre otras. (CC2883-2684
En el CC 2685-2686, se nos instruye sobre los Servidores de la Oración.
Y quiénes son servidores, podríamos preguntarnos. El Papa Francisco comentando sobre el pasaje del Lavatorio de lo Pies (Jn 13, 16-20), nos explica: “Es el ejemplo del Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es: “yo estoy a tu servicio”. Y también nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros. A veces estoy enfadado con uno, o con una… pero… olvídalo, olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayudarse unos a otros: esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Como sacerdote y como obispo debo estar a vuestro servicio. Pero es un deber que viene del corazón: lo amo. Amo esto y amo hacerlo porque el Señor así me lo ha enseñado.”
En la oración, nos decía el padre Solana, lo más importante es buscar un buen maestro; si tengo un buen maestro, él sabrá hacerme un buen discípulo.
El CC, 2686-2690, nos presenta cinco tipos:
1.-La familia cristiana basada y centrada en el Sacramento del Matrimonio, enciende en los hijos la llama de la Oración que crecerá y le dará sentido de pertenencia a la Iglesia:
2.- Los Ministros Ordenados: Sacerdotes, Obispos, Diáconos que con su testimonio de vida, trabajo y ejemplo de oración, llevan a la vivencia la liturgia.
3.- Los Religiosos que dedican gran tiempo de su vida a la Oración y encarnan en su propia vida, la experiencia de la espiritualidad. Ejemplo los salesianos, los carmelitas, etc
4.- Los Catequistas (familiares o de parroquia) que enseña a los niños las verdades de la fe y las oraciones.
5.- Los movimientos religiosos, como Cursillos de Cristiandad, Encuentros de Promoción Juvenil, Jornadas de Vida Cristiana, y muchos más que son verdaderas escuelas de oración, y uno de los signos y de los acicates de la renovación de la oración en la Iglesia, a condición de beber en las auténticas fuentes de la oración cristiana.
6.- Personas que guiadas por el Espíritu Santo, ayudan a personas a caminar en la fe dándoles consuelo, consejo, guía en dirección espiritual. En nuestro caso nuestra querida Sor Evelia.
IV.-Expresiones de la Oración:
Mi vida debe estar orientada a Dios en todo, nos dice el padre Solana. La Oración se identifica con mi modo de ser y de vivir; tiene que haber coherencia entre ellos. Mt 15, 8 nos transmite la queja del Señor: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.”
El Señor conduce a cada persona por los caminos que Él dispone y el fiel responde, según la determinación de su corazón, a través de las expresiones personales de su oración que pueden ser resumibles en estas tres (cf. CCE 2699):
1.-La oración vocal.
Si “a los discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro, este les enseña una oración vocal: el ‘Padre Nuestro’” (CCE 2701) este hecho se remite a una doble necesidad. En primera lugar a la necesidad, desde nuestra realidad de cuerpo y espíritu, de traducir exteriormente nuestros sentimientos (cf. CCE 2702). Dios nos habla y nosotros le respondemos. Esto pues como nos indica el padre Solana, el sistema operativo del cerebro humano, es el lenguaje: escuchamos procesamos la información y la comunicamos. Esto conlleva que podamos al escuchar su mensaje , lo convirtamos en oración vocal.
Y en segundo lugar responde también a una exigencia divina de adoración “en espíritu y verdad” que asocia el cuerpo a la oración interior (cf. CCE 2703).
2.-La meditación.
“La meditación es, sobre todo, una búsqueda” (CCE 2705) en la que se hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo (cf. CCE 2708). En esta expresión de la vida de oración es evidente que “hace falta una atención difícil de encauzar” (CCE 2705)puesto que “meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo” (CCE 2706), para ello nos explica el padre Solana, podemos hacer uso de algunos elementos como algunos escritos, la música, un video, en hoy de mi vida, etc .
Cuando medito y me comparo con mi manera de vivir se el “libro de la vida”, pasando de los “pensamientos a la realidad”, se mueve mi alma y yo con la ayuda del Espíritu Santo, discierno qué me quiere decir Dios que haga.
Los métodos de meditación son diversos pero un método no es más que un guía; lo importante es que él método no suscite en nosotros quedarnos en el método sino ir , con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús (cf. CCE 2707).
Lo importante es participar con toda la persona en la meditación, no dejarlo solo a nivel racional, hay que bajarlo al corazón y hacerlo vida. No podemos salir de ella sin que haya suscitado algo para nuestra vida de manera integral., alma, vida y corazón.
3.- La oración de contemplación.
Nos introduce el padre Solana en este tema al decirnos que la contemplación es como la flor de una planta . Santa Teresa habla de la oración como regar la huerta, y compara la oración vocal y la meditación con la búsqueda del agua y el esfuerzo que debemos hacer para regar. En cambio, cuando hay un aguacero, la lluvia riega todo el huerto y las plantas crecen sin esfuerzo de uno. Y eso es la contemplación .
La contemplación es don de Dios, a través de ella, El nos lleva a entender y amar sus cosas, a gustar y detenernos en ellas y es que el marco fundamental de este tipo de oración es el Amor (2709)
Pasamos del diálogo al gusto de Dios, fruto del crecimiento de esa planta (2710), por eso hay que encauzar el corazón hacia algo concreto, Dios (2711). Hay que entrar en la presencia de Dios, descubrirlo en todos lados, está aquí y ahora; yo vivo en El y El vive en mí. (2712) y entonces,l la mente, la voluntad, los amores, se funden en el Amado, porque una alma que vive en contemplación, debe hacer un camino en las virtudes fundamentales. (2713)
Hay un párrafo en la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica en el que de una manera singular se tiende a identificar la entraña de la oración de contemplación: “La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús. ‘Yo le miro y El me mira’, decía a su santo cura un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a ‘mí’. Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el ‘conocimiento interno del Señor’ para más amarle y seguirle (cf. San Ignacio de Loyola, ex. sp. 104)” . Cambio mi modo de razonar por el de Cristo, pues cuando trato mucho con El, su modo, nos explica el padre Solana, se nos va pegando y termino actuando de acuerdo a su Voluntad.
CCE 2715).
La contemplación me llega así a la acción (2716). Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha.”Jesús lo dejó claro: “Vengo a hacer Tu Voluntad”, la Virgen María: “Hágase en mí según tu Palabra”
La contemplación, nos hace aceptar en silencio, con santa conformidad , la Voluntad de Dios. (2716-2719)
Entonces y para concluir con este tema ¿qué tienen en común estas tres expresiones? El “recogimiento de corazón” como “actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios” (CCE 2699). No en vano “el corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito […] Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza” (CCE 2563).
https://youtu.be/ytxXPgeG7QI?feature=shared
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.