La semana pasada iniciamos nuestra formación reflexionando sobre el ofertorio. Trataremos de ir especificando cada elemento de este maravilloso momento eucarístico.
Nos dice el Papa Francisco: “… En la liturgia eucarística la Iglesia, obediente al mandato de Jesús, hace presente el sacrificio de la nueva alianza sellada por Él en el altar de la Cruz. Para ello, usa los mismos signos y gestos que realizó Jesús la víspera de su pasión.
EN ESTA OFRENDA ESPIRITUAL DE TODA LA IGLESIA, SE RECOGE LA VIDA, LOS SUFRIMIENTOS, LAS ORACIONES Y LOS TRABAJOS DE TODOS LOS FIELES, QUE SE UNEN A LOS DE CRISTO EN UNA ÚNICA OFRENDA
El primero es la preparación de los dones, momento en el que se traen al altar el pan y el vino, los mismos elementos que Jesús tomó en sus manos.
El Santo Padre,Emérito Benedicto XVI, en su última Exhortación Apostólica Postsinodal “Sacramentum caritatis”, habla sobre la presentación y ofrenda de los dones en el número 47: “ Los Padres sinodales han puesto también su atención en la presentación de las ofrendas. Ésta no es sólo como un «intervalo» entre la liturgia de la Palabra y la eucarística. Entre otras razones, porque eso haría perder el sentido de un único rito con dos partes interrelacionadas. En realidad, este gesto humilde y sencillo tiene un sentido muy grande: en el pan y el vino que llevamos al altar, toda la creación es asumida por Cristo Redentor para ser transformada y presentada al Padre. En este sentido, llevamos también al altar todo el sufrimiento y el dolor del mundo, conscientes de que todo es precioso a los ojos de Dios. Este gesto, para ser vivido en su auténtico significado, no necesita ser enfatizado con añadiduras superfluas. Permite valorar la colaboración originaria que Dios pide al hombre para realizar en él la obra divina y dar así pleno sentido al trabajo humano, que mediante la celebración eucarística se une al sacrificio redentor de Cristo”.
En este párrafo se se menciona cómo la creación entera es asumida por Cristo para ser presentada al Padre en el sacrificio de la Misa. En este momento, cada hombre presenta, junto con Cristo, sus sufrimientos y alegrías, su trabajo, también considerado como colaboración a la obra creadora de Dios, según el mandamiento del Génesis: “henchid la tierra y sometedla” (Gen. 1, 28).
En lo que ofrece, la Iglesia se ofrece sí misma, nos dice el P. Raniero Cantalamessa OFMCap: “…He aquí, entonces, lo que ha ocurrido: mi pobre don (las ofrendas), carente de valor, se ha convertido en el don perfecto para el Padre. Jesús, no se da solo en el pan y el vino, nos toma también a nosotros y nos cambia (místicamente, no realmente) en sí mismo, nos da también a nosotros el valor que tiene su don de amor al Padre. En ese pan y en ese vino estamos también nosotros: las oraciones y los trabajos de todos los fieles, nuestras luchas, nuestras caídas, nuestras alegrias como nuestras tristezas, nuestros éxitos como nuestros fracasos, todo se presenta en este momento que se unen a los de Cristo en una única ofrenda. Por eso es muy bueno que sean los fieles quienes presenten al sacerdote el pan y el vino para que él los deposite sobre el altar.
Nos puede parecer poco lo que nosotros ofrecemos, pero ese poco es lo que necesita Jesús para transformarlo en el don eucarístico, capaz de alimentar a todos y de hermanar a todos en su Cuerpo que es la Iglesia.
Recordemos La canción de Ángel Martinez: “Te ofrecemos, Padre nuestro con el vino y con el pan
Nuestras penas y alegrías, el trabajo y nuestro afán.
Como el trigo de los campos bajo el signo de la
Cruz, se transformen nuestras vidas en el Cuerpo de Jesús.
A los pobres de la Tierra a los que sufriendo
Están, cambia su dolor en vino como la uva en lagar.
Estos dones son el signo del esfuerzo de unidad,
Que los hombres realizamos en el campo y la ciudad.”
Y aquella de Néstor Gallegos: “ Este pan y vino, Señor, se transformarán en tu cuerpo y sangre, Señor, en nuestro manjar. Gracias al sol y al labrador, en el altar florecen hoy las espigas, los racimos que presentamos a Dios. Lo que sembré con mi dolor, lo que pedí en mi oración, hoy son frutos, son ofrendas que presentamos a Dios.
Esto es precisamente lo que ocurre el la presentación de los dones, por eso requiere de toda nuestra atención y participación activa ya que nos lleva a crecer como individuos y sobre todo como Iglesia que somos.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.