El domingo pasado cumpliría 74 mi esposo Reinaldo Grant, sin embargo en mi corazón no hay tristeza, pues tengo la certeza de que desde el 29 de octubre, como les compartí a quienes siguieron mis publicaciones tituladas Setenario, su vida terrena terminó, pero no todo termina ahí, es el inicio de la Vida Eterna, esa que Dios nos ha prometido en la que basamos la esperanza de nuestro cristianismo.
Así lo afirma Jn 11, 20-27: “Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.” Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará.” Marta respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día.” Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Y si, como nos dice el Papa Francisco: “Toda la revelación divina es fruto del diálogo entre Dios y su pueblo, y también la fe en la Resurrección está unida a este diálogo, que acompaña el camino del Pueblo de Dios en la historia. No hay que maravillarse de que un misterio tan grande, tan decisivo, tan sobrehumano como el de la Resurrección haya requerido todo el recorrido, todo el tiempo necesario hasta Jesucristo. Él puede decir: ‘Yo soy la resurrección y la vida’ porque en él ese misterio no sólo se revela plenamente, sino que se cumple, sucede, por primera y definitiva vez se convierte en realidad.”
Entonces yo me preguntaba el domingo, no es acaso más lógico entonces, no lamentarse por lo que hubiera sucedido, en este caso concreto, pensar “es que hoy estaría cumpliendo años”, sino cerrar ese capítulo de los hubieras y a partir de hoy que cumple un mes en la Vida Eterna, será más acertado dar gracias a Dios y comenzar a celebrar por el inicio de esa nueva realidad que se nos presenta, como es el final de su peregrinar por esta vida terrena y el primer mes de estar feliz y gozoso ahí, contemplado fijamente al Amor, al cumplimiento de esa promesa que se nos dio en este pasaje: “…el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.”
Dar gracias porque a pesar de que nos duela el proceso de desapego que estamos llamados a vivir, ya Nando (como todos le decíamos) cumplió la misión para la que vino a este mundo y al ser llamado a la Vida Eterna, dijo sí porque en su diálogo final con el Señor que lo invitaba a recibir esta promesa “vivirás y vivirás para siempre”, supo que tenía que hacer y partió, dejando atrás todo lo terreno.
Por eso el domingo , no encuentra a el sentido cristiano de qué celebrar, pues ya el proceso de despedida lo viví en el Setenario, y solo me ilusionaba esperar este día, primer mes de su nacimiento a esa vida a la que todos deseamos llegar, pues para eso vinimos, y celebrar a partir hoy cada 29, durante 12 meses y luego cada 29 de octubre con gozo y paz en el corazón .
Bendito sea Dios.
Bibliografía:
- https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/evangelio-segun-san-juan/11/
- https://es.catholic.net/op/articulos/48990/cat/337/senor-si-hubieras-estado-aqui.html#modal
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.