- Gen 3, 9-15. 20; o bien Hch 1, 12-14
- Sal 86
- Jn 19, 25-34
”La Memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, nos recuerda que la maternidad divina de María se extiende, por voluntad del mismo Jesús, a todos los hombres, así como a la Iglesia, afirma el Papa Francisco.
María, continúa el Pontífice, es invitada por su Hijo a decir un nuevo “Aquí estoy”, un nuevo “sí”, más convencido y más maduro. A través de su “estar al pie de la cruz”, madura su experiencia de fe y maternidad, y esto la hace capaz de ir más allá.
Esta fiesta “nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”, explica el decreto sobre la celebración de esta memoria.
En el Gólgota no retrocedió ante el dolor, sino que permaneció ante la cruz de Jesús y, por su voluntad, se convirtió en Madre de la Iglesia; después de la Resurrección, animó a los Apóstoles reunidos en el cenáculo en espera del Espíritu Santo, que los transformó en heraldos valientes del Evangelio. A lo largo de su vida, María ha realizado lo que se pide a la Iglesia: hacer memoria perenne de Cristo. En su fe, vemos cómo abrir la puerta de nuestro corazón para obedecer a Dios; en su abnegación, descubrimos cuánto debemos estar atentos a las necesidades de los demás; en sus lágrimas, encontramos la fuerza para consolar a cuantos sufren. En cada uno de estos momentos, María expresa la riqueza de la misericordia divina, que va al encuentro de cada una de las necesidades cotidianas.
Así como María supo estar bajo la Cruz, sin huir de la fatiga, de la incomprensión y del sufrimiento, así también María, Madre, sabrá estar al lado de cada uno de los que su Hijo ha hecho sus hijos. Esto nos lleva a invocarla como “Madre de la Iglesia.”
La primera lectura, no invita a reflexionar acerca de que la vocación del ser humano es responder a Dios y a su llamada. Ahí nos jugamos todo, el ser y la felicidad. Lo contrario de la escucha y de la obediencia es la cerrazón del corazón y la huida. El humano, una vez que ha ‘des- obedecido’, ‘des-oído’ a Dios (obedecer viene de ‘oir’, de escuchar), sólo puede ‘escapar’. La desobediencia engendra miedo, culpabilidad propia y culpabilidad en los otros. Dios pronuncia una palabra que no es de condena, sino de declaración de enemistad entre la estirpe humana y la estirpe de la serpiente, símbolo del mal. La historia se abre en dos, se parte, pero no se cierra de forma definitiva. El comienzo de la historia de la salvación mira al futuro. Este texto sólo inicia lo que será la historia de la salvación que culminará en Jesucristo. Eva es arquetipo de la desobediencia; frente a ella, María es la obediencia plena, sin tacha. Ese es el objetivo de la liturgia al presentar en la primera lectura el relato de la madre de la humanidad, y a “la nueva Eva”, a María, la nueva madre de todos los vivientes. No solo de la Iglesia.
El Salmo nos dice: …”de ti Jerusalen afirmarán: Todos los pueblos han nacido en ti y el Altísimo es tu fortaleza”. Con María, Madre de toda la Iglesia, por tanto todos somos hijos de la misma Madre, se vislumbra, tomados de su mano maternal caminar hacia la unidad. Dame un corazón ecuménico, Señor. Enséñame a amar a todos los hombres y respetar a todos los pueblos porque nuestra fuente común está en Ti.
Oración
¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de Él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe está llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que Él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
(Papa Francisco, Lumen Fidei)
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco Tu Rostro. Autor Carlos G. Vallés.
- https://www.dominicos.org/
- https://www.vaticannews.va/es/fiestas-liturgicas/maria–madre-de-la-iglesia—lunes-de-pentecostes-.html
- https://es.catholic.net/op/articulos/66756/cat/330/mujerahi-tienes-a-tu-hijo.html#modal
- https://alforjasdepastoral.wordpress.com/2013/12/02/gen-3-9-15-20/
Palabra de Vida Mes de Mayo 2024. “Quien no ama, no ha conocido a Dios porque Dios es Amor.” 1Jn 4, 8
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.