?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Is 42, 1-4, 6-7
- Sal 28
- Hch 10, 34-38
- Mt 3, 13-17
Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.Esto pone fin a la temporada de Navidad.
Jesús descendió al río para santificar las aguas y darles el poder de engendrar hijos de Dios. Este suceso da como resultado la importancia de una segunda creación en la que toda la Trinidad interviene.
El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo refleja una tradición que se revela en cada uno de los cuatro textos evangélicos, subrayando así la importancia del papel de Jesús en el comienzo de la historia de la salvación
Esta fiesta también es llamada Teofanía porque en el bautismo de Cristo en el río Jordán, Dios se manifestó a través de tres personas.
El bautismo de Juan era una especie de sacramento preparatorio para el Bautismo de Cristo. Juan movió las conciencias de los hombres induciéndolos al arrepentimiento y a la confesión de sus pecados.
El Papa Francisco nos invita en este día a recordar el día de nuestro bautismo y dejarnos invadir por el amor de Dios: “…Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en el compromiso de seguir a Cristo por el camino de la fe y de la caridad, camino trazado por nuestro Bautismo…
La página del Evangelio de hoy enfatiza que, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, se abrieron los cielos para él. Esto cumple las profecías. De hecho, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir durante el tiempo de Adviento: “Oh, si rasgaras los cielos y bajaras” (Isaías 64,1).
Si los cielos permanecen cerrados, nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro y sin esperanza. En cambio, al celebrar la Navidad, una vez más la fe nos ha dado la certeza de que los cielos se han rasgado con la venida de Cristo.
Y el día del bautismo de Cristo seguimos contemplando los cielos abiertos. La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo del gran tiempo de misericordia, después de que el pecado haya cerrado los cielos, levantándose como una barrera entre el ser humano y su Creador.
Con el nacimiento de Jesús se abren los cielos! Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde el momento en que el Verbo se hizo carne es posible ver los cielos abiertos. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús y para san Esteban, el primer mártir, que exclamó: “¡He aquí que veo los cielos abiertos!” (Hechos 7,56).
Y es posible para cada uno de nosotros, si nos dejamos impregnar por el amor de Dios, que se nos da por primera vez en el Bautismo por medio del Espíritu Santo.
Dejémonos invadir por el amor de Dios. Este es el gran tiempo de la misericordia. No lo olvidéis: este es el gran tiempo de la Misericordia.
Cuando Jesús recibió el bautismo de arrepentimiento de Juan el Bautista, solidarizándose con el pueblo arrepentido (Él sin pecado y sin necesidad de conversión) Dios Padre hizo oír su voz desde el cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (v. 17).
Jesús recibe la aprobación del Padre celestial, que lo envió precisamente para que aceptara compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es el verdadero camino del amor. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera hermanos y hermanas y comparte con nosotros. Por eso nos hace hijos e hijas, junto con él, de Dios Padre. Esta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia…
El Bautismo de Nuestro Señor, es un acontecimiento muy importante, nos convertimos en hijos de Dios, somos ungidos sacerdote, profeta y reyes. Hoy, como nos dice el padre Yepes en el audio, agradezcamos por nuestro bautismo, este un es el Sacramento más importante de todos pues con este alcanzamos la condición y dignidad mas alta y plena, la de ser hijos de Dios y en la Eucaristía con el rezo del Credo, renovemos las promesas bautismales.
En nuestra formación del Sacramento de la Eucaristía de este domingo, meditemos con el CC 535-537. Con el bautismo, Jesus da inicio a su vida publica. Es la Epifania de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de Dios. Es la aceptación e inauguración de su misión como siervo doliente, Jesús recibe de Juan el Bautismo de conversión y anticipar el «Bautismo» de su Muerte; y aunque no había en Él pecado alguno, Jesús, «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29), acepta ser contado entre los pecadores lo proclama su «Hijo predilecto» (Mt 3, 17), y el Espíritu viene a posarse sobre Él.
<
p data-removefontsize=”true” data-originalcomputedfontsize=”17″>El Bautismo de Jesús es la prefiguración de nuestro bautismo. Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y “vivir una vida nueva” (Rm 6, 4):
Mes de enero
Servir, servir y servir
Por la evangelización: Promoción de la paz en el mundo. Recemos para que los cristianos, los que siguen otras religiones y las personas de buena voluntad promuevan la paz y la justicia en el mundo.
Palabra de Vida
“Nos demostraron una cordialidad nada común.” (Hch 28, 2)
Jesús nos demostró que amar significa recibir al otro tal como es, tal como él nos recibió a nosotros. Dar hospitalidad al otro, con sus gustos, sus ideas, sus defectos, su diversidad. Darle espacio dentro de nosotros, alejando del corazón toda desconfianza, juicio o rechazo. El Señor mismo nos da la fuerza de su gracia para que nuestra frágil voluntad alcance
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
? ?
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.