Todos hemos pasado por momento de oscuridad, de dolor, de dificultades, incluso de no reconocer a Jesús, como nos indica la liturgia de hoy. Entonces digamos con el salmista: Alba alma mía al Señor y depositemos nuestra confianza en El.
No hay mandamiento mayor que estos». Afirma el evangelio de hoy y un testimonio del cumplimento fiel a este mandamiento, nos lo dan los Santos Carlos Lwanga y sus compañeros
El Corazón de Jesús es un seguro de paz para las familias, que le invocan, que respetan su ley, y en Él ponen toda su confianza. De esas que permanecen en su Amor.
La liturgia de hoy nos lleva a meditar en nuestras actitudes como creyentes y en la necesidad de recordar en nuestra oración a todas las personas olvidadas, que en su anonimato nadie reza por ellas.
La filiación de Jesús, como ella se presenta a la fe cristiana, no se reveló para marcar una separación insuperable entre Jesús y todos los demás: sino para decirnos que, en Él, todos estamos llamados a ser hijos del único Padre y hermanos entre nosotros.
La Iglesia Católica dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, para que los fieles veneren, honren e imiten más intensamente el amor generoso y fiel de Cristo por todas las personas.
El mensaje cristiano de hoy es de alegría y, en esa atmósfera de alegría, la liturgia de hoy nos da como un regalo, del que hoy subrayan dos cosas: primero, una actitud; segundo, un hecho.
Cerramos el mes de mayo con la celebración de la Visitación de la Santísima Virgen Maria a su prima Isabel, meditemos acerca de qué nos enseña este acontecimiento para nuestra vida.