La Iglesia Católica dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, para que los fieles veneren, honren e imiten más intensamente el amor generoso y fiel de Cristo por todas las personas.
La caridad salvífica del hombre sigue el orden paralelamente inverso al de Dios: sube hasta el Padre por medio del Hijo y los miembros del Hijo. Lo primero que el amor redentor descendió del Padre por medio del Hijo hacia los hombres.
Es en la encrucijada de esta ascensión y de este descenso donde está el corazón traspasado del Señor. Quiere Él que amemos a los hombres por amor suyo y del Padre (cf. Jn 8, 42; 14, 21). Se presenta a sí mismo como el modelo de este triple amor. ¿No es acaso el primero que nos ha amado como Él se amó a sí mismo por amor del Padre? Si nos ordena: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 39), ¿no se trata de una forma de pedirnos que le imitemos? Nadie nunca amó a su prójimo como Jesús lo ha hecho. Y ¿no le ha amado Él como Él se amaba a Sí mismo, como Él amaba a su humanidad santa por amor del Padre?
El amor del Corazón de Jesús a los demás está polarizado por su amor totalmente desinteresado de sí mismo, orientado hacia el Padre. Él es el Hijo único, que está a la vez hacia y en seno del Padre, del que Él nace eternamente.
Afirma Johannas Heinrich Arnold en su libro Discipulado: En la lucha cotidiana que el primer mandamiento de Jesús es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y ser,
y luego amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En esta era individualista, más que nunca, una iglesia de gente comprometida, unos con otros en tal amor y fidelidad, es una necesidad absoluta. Jesús subraya repetidamente la importancia del amor y la unidad absoluta: unidad como la que tiene con el Padre. No creo que hayamos alcanzado nunca
este máximo estado de unidad, ni siquiera en nues- tros momentos más sagrados; solo Dios lo sabe. Sin embargo, queremos vivir como testigos de esto. No podemos separar la consagración a Jesús del compro- miso con nuestros hermanos y hermanas.
De una carta: Es cierto que se puede servir a Jesús en cualquier lugar. ¡Pero qué don tan especial resulta cuando, a través de él, dos o tres o más personas se vuelven de un corazón y un alma! Esto no se puede fabricar, es un don.
En la 1 Jn 4, 16, nos indica Anselm Grün en su libro, del que estaremos meditando en estos días, El Amor que Sana, Juan quiere decir que la esencia más intima de Dios es el amor. Y cualquier persona que ame y sea amada experimenta al mismo tiempo algo del amor de Dios.
En 1 Cor 13, lectura muy conocida por todos, Pablo nos explica el sacerdote, las palabras de Pablo son una buena noticia no solo para las personas que aman, sino tambien para las que anhelan amor pero no lo viven como esperarían. También en estas personas desengañadas del amor, este texto pretende despertar algo; algo que sienten en el corazón y llevan en su interior.
La primera cata a los Corintios continente una buena noticia para todas las personas, porque demuestra que nadie carece de amor y que el amor puede transformar la vida de todo ser humano.
Pablo señala otro camino a su comunidad: el camino del amor. Este camino es, por un lado, más sobrio, porque el amor se expresa en comportamientos muy concretos de la vida cotidiana.
Así, nos lo ha recomendado el Papa Francisco: ha explicado cómo conocer mejor a Jesús: Haciendo carne el Evangelio en nuestra vida cotidiana. «Aprendamos a tener el corazón en Jesús en nuestra jornada, llena de alegrías y penas, satisfacciones y problemas». Con energía, Francisco ha insistido en que no se cierre «la puerta en la cara al Hijo de Dios» sino que lo acojamos «para aprender a ser misericordiosos como Él»
Oremos: Oh Dios todopoderoso y eterno! Mira al Corazón de tu Santísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te tributa en nombre de los pecadores, y a éstos concédeles el perdón en nombre del mismo Jesucristo, tu Hijo y Salvador nuestro. Amén.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.
Bibliografía:
Primera referencia
Segunda referencia
Tercera Referencia