Hola mis queridos lectores. Aquí vengo con una nueva reflexión y quisiera iniciar con esta frase, no les parece que hoy por hoy para conocer el mundo no hace falta casi ni saber leer. Estamos viendo a través de los medios de comunicación los horrores en Afganistán y la tragedia en directo de tantos, la pobreza en tantas ciudades, la violencia en tantos barrios. La locura de los hombres que ni respetan la vida ni respetan la muerte. Uno puede estar tratando de vivir comodamente la vida, pero el mundo, que lo palpamos con su cruda realidad a través de las informaciones que nos llegan, se resquebraja.
Y para irnos encaminando hacia lo que quisiera llegar, vamos a leer una parte del texto de la parábola de los talentos: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”.
Hoy no sólo nos vamos a mirar a nosotros mismos. Miremos el mundo. Tenemos más avances, más tecnología, mas comodidades que nunca. Y sin embargo el mundo se sigue dividiendo entre ricos y pobres con una brecha cada vez más profunda. Las desigualdades son cada vez más grandes y el egoísmo crece en todas partes. Estamos más conectados, pero mas alejados que nunca. Y el Señor dice que “al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene
No quisiera estar en la piel de los políticos, de los hombres que toman las grandes decisiones de este mundo, de los que diseñan un futuro abocado al fracaso para tantos. Podrán vivir muy bien, pero al final será el llanto y el rechinar de dientes, dice el pasaje.
¿Y qué hace Dios? “Acerca del amor fraterno, nos habla Pablo en la carta a los Tesalonicenses, no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros.” Y es aquí conde quisiera que nos cuestionemos, Dios ya nos lo ha dado todo, y nosotros nos empeñamos en enterrarlo, como el servidor del evangelio, llenos de miedo no sea que nos quiten nuestra tranquilidad. ¿Será, me preguntó y les lanzo a ustedes la interrogante que no queremos devolverle a Dios el mundo que Él creó, el mundo que Él redimió, sino un mundo manchado por el barro del pecado, herido por nuestra podredumbre?
Y entonces ¿Y qué podemos hacer tu y yo? Seguramente lo que nos dice San Pablo: “os exhortamos, hermanos, a seguir progresando: esforzaos por vivir con tranquilidad, ocupándoos de vuestros asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado”. No parece gran cosa, pero si lo hacemos con amor de Dios, no encerrados en nuestro mundo sino viviendo en medio del mundo en el que vivimos, seamos una pequeña luz de esperanza, siendo fiel en lo poco.
Como Dios es fiel, también nos enseña a nosotros sus hijos a ser fieles. prudentes, creyentes y nos ha dado habilidades y dones, para que los administremos adecuadamente, para que hagamos buen uso de los talentos que nos ha dado, recordando siempre que El es el dador de todo lo que tenemos, y que nos ha puesto en esta tierra para ser sus mayordomos o administradores de lo que nos ha puesto bajo nuestra responsabilidad, para multiplicarlos y hacerlos producir, y nos promete que si somos fieles en lo poco, en lo mucho nos pondrá, es decir nos dará mucho más abundantemente de lo que esperamos.
Jesucristo fue fiel a Dios en la misma forma en que Moisés lo fue. ¿De qué modo se midió la fidelidad en ellos? ¿Cómo hicieron para serlo verdaderamente en todas las cosas? Fueron considerados fieles porque jamás dudaron de la palabra que les dirigía el Padre Celestial. Ellos sabían que lo que Dios decía que iba a hacer, ciertamente lo haría.
Entonces la fidelidad es sencillamente creer que Dios va a cumplir Su palabra. En este sentido Cristo y Moisés retuvieron firme hasta el fin su confianza del principio. (Hebreos 3:14) Su fe no tenía altibajos ni el clásico “hoy sí, mañana… quién sabe” sino que fue inconmovible hasta el fin.
Inclusive si trastabillamos en el camino, podemos volvernos al Señor y mantener nuestra confianza en Él, todos los días es posible.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.