Misericordia quiero y no sacrificios. Hoy, querido lector, el evangelio Mt 9, 9-13 nos brinda esta impactante frase que nos invita a romper con muchos paradigmas que nos hemos formado, sobre todo aquellos que nos creemos buenos porque rezamos muchos, vamos a misa o al culto, ofrecemos sacrificios, estudiamos la biblia, y no sé cuántas cosas más. Pero todo lo que hacemos es externo, en nuestro interior no hay transformación y por ende nuestras actitudes siguen siendo farisaicas.
Y diganme si no es cierto que predicamos del amor y muchos nos sabemos de memoria la cita de 1 Cor 13 y se las recetamos a tantos, pero tantas veces, miramos a los demás con las gafas de los prejuicios y tendemos a pensar mal y a condenarlos. Y una vez condenados obramos en consecuencia. Y con nuestro comportamiento no contribuimos en absoluto a que crezcan, a que sea mejores, a que crean en sí mismos, a que se superen, a que lleguen a sacar todo su potencial, a que lleguen a convertirse en su mejor versión. Con nuestros prejuicios y con nuestros juicios más bien contribuimos a levantar muros que les resultan cada vez más difíciles de derribar.
Es entonces cuando el Señor nos dice: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprender lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio“: que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (Evangelio Mateo 9, 12 – 13).
Jesús siempre tuvo una actitud de acogida hacia todos. Y muy especialmente la tuvo hacia los que más lo necesitaban: los que sufrían y también aquellos que por una u otra razón estaban – o se sentían – excluidos de la sociedad. Por eso en tantísimos pasajes del Evangelio lo vemos rodeado de cojos, ciegos, leprosos, enfermos, recaudadores de impuestos, prostitutas o pecadores: todos lo buscaban porque además de curarles el cuerpo, los acogía y les curaba el alma.
La pregunta es ¿Si Dios es así de misericordioso, cuál ha de ser la conducta de cada uno de nosotros? ¿Nos comportaremos con juicio, o procuraremos la misericordia? Sé que en muchas circunstancias no es fácil aplicarla. Recibimos heridas, injusticias, traiciones y un sinnúmero de golpes que la vida nos da. También los sufrió Jesús y tampoco le fue fácil tener misericordia. Pero él sabía que la misericordia, siempre triunfa sobre el juicio. (Stg.2:13b)
Pidamos al Señor un corazón cargado de misericordia. Pero no te equivoques, no es lo mismo misericordia que lástima. La misericordia siempre tiene por delante de sus ojos, lo que Dios ha hecho por uno. Eso nos permite proclamar de manera personal, cada día, su misericordia para con nosotros.
Llena tu corazón de la misericordia de Dios hacia ti, para que de la abundancia del corazón, puedas dar a otros.
Oremos
* Santa María Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.