Siguiendo la promesa hecha a un grupo de amigas; esta meditación va enfocada en cómo organizar mejor nuestro tiempo y poder realizar con paz muchas más cosas que, cuando vivimos improvisando en el día a día nuestras actividades. 

Nuestro tiempo en la tierra es fugaz; de hecho, es infinitamente pequeña en comparación con la eternidad. 

Moisés ora, “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Una buena manera de adquirir sabiduría, es aprender a vivir cada día con una perspectiva eterna. Nuestro Creador ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Sabiendo que tendremos que dar cuenta a Aquel que nos da el tiempo, debemos motivarnos para usarlo bien
En su carta a los Efesios, Pablo advirtió a los santos, “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16). Vivir sabiamente implica usar cuidadosamente nuestro tiempo. Sabiendo que la mies es mucha, que los obreros son pocos (Lucas 10:2) y que el tiempo se reduce rápidamente, sería de mucha ayuda hacer un mejor uso de nuestro tiempo para dar testimonio, tanto con nuestras palabras y nuestro ejemplo. Debemos pasar tiempo amando a los demás de hecho y en verdad (1 Juan 3:17-18).
A medida que las responsabilidades se incrementan es más complejo organizar las actividades, por lo que sentimos que el día es insuficiente para cumplir con las tareas; en realidad solo es cuestión de lograr una adecuada y óptima  organización, ya que la capacidad de gestionar bien el tiempo es una habilidad que mejora nuestra productividad y nos ayuda a no terminar el día agobiadas y con la sensación de un montón de pendientes. 
No valen excusas del tipo “yo siempre he sido así”, o “es imposible porque tengo mil cosas que hacer”.. cuantas más cosas más importante es tener una buena organización. Seguro que conoces a gente que tiene la agenda muy llena y funcionan muy bien, sin agobios y de manera productiva.
Existen distintos factores que quitan el tiempo y en cierto momento llegan a producir estrés; el envío de correos electrónicos, el mal uso del teléfono, el perfeccionismo, las redes sociales, no plantear metas concretas, entre otras; son distractores que llegan a mermar la productividad diaria.
Revisa tu día a día, las actividades que realizas y las cosas que consumen tu tiempo, toma nota de ello. Con respecto al tiempo, la biblia aconseja que debemos poner nuestro enfoque en lo que es eterno en contraposición a los placeres efímeros de este mundo pasajero. Por lo tanto, debemos avanzar con diligencia y propósito divino, mientras los caminos de nuestras vidas progresan hacia el propósito final de Dios. El tiempo que pasamos con Dios y el conocerle, a través de la lectura de Su palabra y la oración, nunca es una pérdida de tiempo. El tiempo que pasamos para la edificación del cuerpo de Cristo y para amar a los demás con el amor de Dios (Hebreos 10:24-25; Juan 13:34-35; 1 Juan 3:17-18) es un tiempo bien empleado. El tiempo invertido en compartir el evangelio para que otros lleguen a conocer la salvación en Jesús, da fruto eterno (Mateo 28:18-20). Debemos vivir como si cada minuto contara, porque realmente cada minuto si cuenta.
Algunos consejos para organizar tu tiempo y mejorar el desempeño del día a día son:

  • Mi primer consejo es eliminar el pretender muchas cosas a la vez y los distractores. Nuestro cerebro no tiene capacidad para procesar en paralelo: sino que va saltando su atención de una actividad a otra. Cuando las interrupciones son frecuentes o vamos saltando de una cosa a otra en poco tiempo, no conseguimos profundizar ni focalizarnos en ninguna. 

Las interrupciones rompen la concentración y tardamos en volver a conectar, nos hacen más lentos, cometemos más errores, y además nos generan ansiedad.

  • No empieces varias cosas a la vez. Si por ejemplo en el trabajo te piden una nueva tarea importante mientras estás haciendo una cosa, toma nota para ponerte con ello en cuanto acabes. Repito: Una cosa a la vez.

Siempre que inicies una tarea, asegúrate de tener la mente fija en que vas a concluirla antes de iniciar otra. Si estás cocinando no dejes lo que estás haciendo “un momento” para irte a regar las plantas porque las ves algo secas y además escribir un whatsapp a tu hija.. una cosa a la vez. Si no te da tiempo de empezar y acabar algo, define mejor el tiempo o hasta dónde lo harás. ( Por ejemplo: “voy a planchar lo que me de tiempo en media hora”.”

  • Planifica tu jornada. Definir una buena agenda de actividades permitirá priorizar con certeza y avanzar en las cosas más relevantes; lo no importante y no urgente, no merece dedicarle tiempo, es mejor descartarlo inmediatamente, como los emails y las llamadas inesperadas, entre otras cosas.
  • Prioriza. Diferenciar lo urgente de lo importante: ¿Recuerdas el cuento de las piedras y el frasco? ( si no lo has leído puedes hacerlo AQUI) ¿Cuáles son tus piedras grandes? ¿qué cosas son importantes o prioritarias? ¿Familia, salud, amigos, una actividad que te hace disfrutar, inquietudes intelectuales..?

Muchas veces estamos llenos de pequeñas cosas urgentes.. (arenilla) .. que no nos deja lugar para lo realmente importante. Hacemos mil cosas y tenemos la sensación de no haber hecho nada. Haz una lista de tus “piedras grandes”, de las cosas que son importantes en tu vida. Luego tradúcelo en acciones concretas que puedas incorporar en tu día a día
 Es bastante común pensar que se tienen más cosas por hacer que las horas que tiene el día, por lo que al priorizar las actividades se asegura que las tareas más importantes no se queden sin resolver. Hay que procurar que el orden de las tareas a realizar obedezca a una adecuada jerarquización de objetivos.
Considera qué cosas Dios estima valiosas. Piense en para que  Él le ha llamado específicamente. Analice cuánto de su tiempo está invirtiendo en estas cosas. Examine qué otras cosas están tomando su tiempo. Haga una lista de prioridades y responsabilidades y pídale a Dios que le dirija sobre cualquier cambio que deba hacerse. Reflexionar sobre sus prioridades y el uso del tiempo, es una buena práctica que se debe hacer regularmente. 

  • Delega tareas. Una de las quejas más comunes de la mayoría de nosotros los padres es la falta de responsabilidad de los hijos. No solo no colaboran en las tareas del hogar, sino que tampoco cumplen con sus obligaciones personales, entonces cómo vamos a delegar.  Pero es que muchas veces se nos olvida que el sentido de la responsabilidad se debe inculcar  desde que los hijos son muy pequeños, y va a requerir de nosotros los padres mucha paciencia y constancia.

Entonces podremos buscar hacer equipo y tener empatía con los demás para facilitar las tareas y así agilizar las actividades pendientes y así poder organizar tu tiempo de la forma más adecuado,  no dudes en delegar tareas a otras personas, en ocasiones nosotros no podemos hacerlo todo.
Recordemos cómo Jetro, el suegro de Moisés, sabiamente le enseñó a delegar parte de su pesada carga de trabajo (Éxodo 18:13-22).

  • Aprender a decir “no”. De todas las actividades ¿cuántas son generadas por uno mismo y cuántas son producto de haber dicho sí a un amigo?, es recomendable evitar los problemas intrascendentes y saber decir que no, para una mejor administración del tiempo es clave no perder el control ni sobrecargar la agenda. Y es que muchas veces no nos sabemos marcar unos límites propios, construir una barrera en lugar de acceder a todo lo que nos traigan, o nos pidan. Aunque pueda ser que al principio pueda causarte malestar o ansiedad, poco a poco conseguirás dominar el arte de decir NO. Por cada sí que estás regalando, tanto tú como tu alrededor está dando por aceptado una serie de tareas que cuanto más tardes en parar, más difícil será de detener. Serás el encargado de ese nuevo requerimiento que un día aceptaste y del que ahora no te puedes deshacer.

    Todos tenemos una serie derechos y obligaciones, y todos son importantes. Está en nosotros buscar ese equilibrio y aprender a saber decir sí y no.

  • Cambia los “Tengo” por “Quiero”: Como he comentado en varias ocasiones, la forma que tenemos de contarnos a nosotros mismos las cosas determina cómo las vivimos emocionalmente.  Si hay una palabra que quite energía esa es “Tengo”– Si planifico mi día usando este imperativo es probable que acabe agobiada y desmotivada:

Sin embargo cuando usamos otras palabras como “me gustaría”, “quiero”, “elijo”, “prefiero”.. la sensación es diferente:

  • “Hoy TENGO que hacer ejercicio” Vs “Hoy QUIERO hacer ejercicios”
  • “TENGO que ir al supermercado” Vs “PREFIERO Prefiero ir al supermercado hoy”
  • “QUIERO aprender a organizarme mejor” Vs “TENGO que organizarme mejor”
  • “Voy a hacer una lista con lo que ELIJO hacer para hoy” VS “Voy a hacer una lista con lo que TENGO QUE hacer para hoy”

¿Se siente diferente verdad? 

  • Comunicación. Una familia funciona de mejor forma y es capaz de aprovechar más  el tiempo si existe una buena comunicación entre sus integrantes.
  • Descanso. Para poder contar con horas productivas, se deben de tener también horas de descanso, pues el organismo y la mente deben regenerarse para funcionar correctamente.

Nos indica el reverendo Rev. D. David AMADO i Fernández que una de las tentaciones a las que puede sucumbir cualquier cristiano es la de querer hacer muchas cosas descuidando el trato con el Señor.
Y nos comentaba el sacerdote en la Eucaristía de hoy que Jesús escucha a sus disciípulos, a los que se sienten felices y eufóricos por el deber cumplido, pero también escucha su cansancio y los invita a retirarse en medio de tanto por  hacer; es tiempo de descansos de escucharse y escuchar a Dios y es que el peligro del vacío del mundo agitado, lleva a no tener tiempo para Dios. 
El Catecismo recuerda que, a la hora de hacer oración, uno de los peligros más grandes es pensar que hay otras cosas más urgentes y, de esa forma, se acaba descuidando el trato con Dios. Por eso, Jesús, a sus Apóstoles, que han trabajado mucho, que están agotados y eufóricos porque todo les ha ido bien, les dice que tienen que descansar. Y, señala el Evangelio «se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario» (Mc 6,32). Para poder rezar bien se necesitan, al menos dos cosas: la primera es estar con Jesús, porque es la persona con la que vamos a hablar. Asegurarnos de que estamos con Él. Por eso todo rato de oración empieza, generalmente, y es lo más difícil, con un acto de presencia de Dios. Tomar conciencia de que estamos con Él. Y la segunda es la necesaria soledad. Si queremos hablar con alguien, tener una conversación íntima y profunda, escogemos la soledad. 
Cabe señalar que el descanso es un uso del tiempo legítimo y necesario. No podemos olvidar pasar tiempo con Dios, tanto en privado como colectivamente. Sin duda, estamos llamados a invertir tiempo en las relaciones con los demás y trabajar duro en las cosas de la vida. Pero tampoco podemos descuidar el tiempo de refrigerio que Él nos da a través de los momentos de descanso. El descanso no es tiempo perdido; es un refrigerio que nos prepara para hacer un mejor uso del tiempo. También nos recuerda que en última instancia es Dios quien está en control y quien provee para cada una de nuestras necesidades. Mientras tratamos de manejar bien nuestro tiempo, debemos ser sabios para programar tiempos regulares de descanso.

  • Conócete a ti mismo. Si hacemos un trabajo por conocernos, sabremos cuáles son los momentos del día en los que somos más productivos, y cuáles son aquellos en los que somos más susceptibles a las distracciones.

Sería ideal identificar las acciones que den resultado y reflejarlas en otras áreas de la vida y no dejar que los demás controlen nuestras actividades.

  • Tener un horario para tu día te ayudará a administrar tu tiempo con más eficiencia. Puedes hacer más cosas y es menos probable que olvides tareas o te desvíes. Aunque podría parecer más simple hacerte cargo de las cosas a medida que se presenten, podrías abrumarte, desorganizarte y olvidar cosas. Hacer y mantener un horario puede tomar un poco de tiempo para que te acostumbres, pero pronto te alegrarás de haberlo hecho; te ayudará a reducir el estrés y hacerte sentir con más control de tu vida.

Organizar tu día te permite autorregularte y monitorear tu propio comportamiento manteniendo un registro de lo que necesitas hacer y lo que has hecho.