Esfuérzate y abre tu vida a la acción de Dios para que por tu medio su amor y su paz sean una realidad en la vida de todos.
https://youtu.be/O7KsLd4gkws
- Is 41, 13-20
- Sal 144
- Mt 11, 11-15
El tiempo de Adviento busca que tengamos presente que Dios nunca está lejos, que su presencia se acerca continuamente a nosotros para hacer de nuestra vida una experiencia profunda de amor. Debemos, de todas formas, recordar que esta presencia y encuentro con Dios muchas veces se realiza por medio de sus “instrumentos”, es decir, a través de nuestros hermanos, lo que implica que nosotros también muchas veces somos el medio para que este encuentro con Dios se realice.
“Haré brotar ríos en cumbres desoladas; en medio de los valles, manantiales; transformaré el desierto en marisma y el yermo en fuentes de agua.”, nos dice la primera lectura. Es como una constante en el proceder de Dios, al cambiar la tristeza y desolación en gozo, afirma Fr. Antonio Bueno Espinar O.P. Y la alegría que este horizonte esperanzador produce tiene su origen en Dios y en él se regocija. Por eso se les dice: “Pero tú te alegrarás en el Señor. “ ¿qué origina esta alegría?: “Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.” Esta es la causa del gozo y el Señor mismo es el gozo eterno de cada creyente. Porque se fían de su palabra: no te abandonaré. Porque se apegan a escuchar la respuesta del Señor a sus clamores. Y no se sienten abanados por él.
El desierto, referente permanente para Israel, es el lugar de una experiencia excepcional. En este caso se les anuncia: “Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos, y olivares; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y alerces…”
Dios prepara un espacio adecuado para colocar al hombre, de igual manera, a los desterrados les presenta una imagen semejante. El desierto es un vergel.
¿Qué le toca hacer al creyente, como a todo ser humano? Pues a la vista de lo presentado, la tarea no es otra que ver y saber, reflexionar y aprender. Ver la mano del Señor en todo y tomar nota de lo que procura al ser humano; reflexionar sobre lo que están viendo, yendo más allá de la apariencia (no quedarse en el gozo inmediato), y aprender a reconocer que en Dios se encuentra el origen de todo, pues él lo ha hecho, él le ha dado la existencia (creado).
Esfuérzate y abre tu vida a la acción de Dios para que por tu medio su amor y su paz sean una realidad en la vida de todos.
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan”. Estas palabras de Cristo en el evangelio contrastan fuertemente con las de la primera lectura: “Yo el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: ‘no temas yo mismo te auxilio, tu libertador es el Santo de Israel”. Parece que Dios por el profeta Isaías nos dice una cosa y por Jesús otra. Al final el dilema parece ser el siguiente: ¿tengo que esforzarme por alcanzar, “arrebatar” el reino de Dios, o simplemente he de esperar a que Dios lo haga todo? San Agustín nos da una clave para comprender la aparente oposición, porque ambas afirmaciones son palabra de Dios y, por tanto, verdaderas. La respuesta es esta: “quien te hizo sin ti, no te justificará sin ti. Por lo tanto, creó sin que lo supiera el interesado, pero no justifica sin que lo quiera él. Con todo, él es quien justifica” (Sermón 169,13)
Por lo tanto, el Reino es ciertamente un regalo de Dios absolutamente gratuito e inmerecido, pero debe ser aceptado. Es un don hecho a un ser libre y debe, por tanto, ser acogido. Y, precisamente, acoger ese don implica, dejarse mover por el Espíritu Santo, implica el empeño en “vivir como conviene a los santos” (Ef 5,3). Hay que luchar para corresponder a la acción de la gracia. Todos tenemos oídos, pero muchas veces no logramos escuchar. Atrapados en nuestras prisas, con mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quienes necesitan ser escuchados. Comentando el Evangelio del día, el Santo Padre invitó a abrirnos a la Palabra de Dios y a la escucha de nuestro prójimo
Jesús es la Palabra: si no nos detenemos a escucharlo, pasa de largo. Pero si dedicamos tiempo al Evangelio, encontraremos un secreto para nuestra salud espiritual”.
el Santo Padre animó en este día, para nuestra salud espiritual, a dedicar más tiempo al Evangelio: cada día un poco de silencio y de escucha, – dijo – algunas palabras inútiles de menos y algunas Palabras más de Dios. Pero, además, refiriéndose a modo de ejemplo a nuestra vida familiar, invitó a fijarse en las veces que “se habla sin escuchar primero, repitiendo los propios estribillos siempre iguales”. Y afirmó que el renacimiento de un diálogo a menudo no viene de las palabras, sino del silencio, del no obcecarse, de volver a empezar con paciencia a escuchar a la otra persona, sus afanes, lo que lleva dentro. “La curación del corazón – aseguró – comienza con la escucha.
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2021
«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Se-ñor!» (Lc 1, 45) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.