?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Hech 6, 8-15
- Sal 118
- Jun 6, 22-29
En nuestro mundo, que valora mucho el ejemplo de quien es consecuente con su fe, hace falta también apoyar nuestras creencias en razones de peso, que se dirijan con rigor no solo al corazón, sino además a la inteligencia de quien desea comprender. Ya dijo san Pedro que tenemos que ser capaces de “dar razón de nuestra esperanza”.
Nacido en el judaísmo, el mensaje de Jesús, que predicaba Esteban, iba más allá de la ley y del templo. Se apoyaba en la larga tradición de Israel, pero contemplada con ojos nuevos, asumida en la perspectiva de un Dios de misericordia que dio su vida por nosotros en la entrega de su Hijo por amor. Un Dios al que podemos encontrar no sólo en el templo, sino en cada ser humano, que lleva en sí la imagen de su Creador y nos hace presente a Jesús cuando ejercemos con él la misericordia.
Un mensaje así, proclamado con pasión, puede conducirnos al enfrentamiento con los criterios de este mundo que no acepta tales valores, aunque los esté echando de menos sin saberlo. Al escuchar esta lectura nos llena de admiración el odio que se puede llegar a crear sobre una persona por el simple hecho de creer en Jesús. Sin embargo, qué lejos estaban las comunidades cristianas de aquel tiempo, en pensar que esto le sucedería a Esteban.
Las luchas religiosas en todo el mundo lo único que han dejado es hambre, miseria, muerte, desolación y, sobre todo, grandes heridas en el corazón de los creyentes. ¿La causa?, que no dejamos que Dios arregle las cosas, sino que las queremos arreglar nosotros, y de esta manera el odio solo engendra más odio. Esteban, nos dice la Escritura, lleno del Espíritu Santo, dejó que Dios hablara por medio de él, con palabras de amor, no con espadas ni con lanzas.
Nuestra tarea es ser testigos de su validez y de su necesidad para dar sentido a la vida humana sobre la tierra. Y luego, vivir lo que creemos, llevar la fe a la vida, iluminar desde “arriba” lo que hacemos por aquí abajo. Esfuerzo laborioso, pero cien por cien gratificante.
¿Por qué crees que tienes fe? ¿Y por qué tienes fe en lo que crees?
Nos dice el Salmo “Te expliqué mi camino, y me escuchaste: enséñame tus leyes; instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.”
En el evangelio, llamado Discurso del Pan de Vida, vemos como a Jesus, lo buscaba la gente porque había saciado sus deseos materiales cuando multiplicó el pan en una ocasión. Sin duda también tenían hambre de otro pan más esencial, aunque no lo sabían. Jesús reconoció que “andaban como ovejas sin pastor”.
Es necesario mostrar a nuestros contemporáneos esa necesidad superior, que con frecuencia no se percibe a simple vista. Hace falta trabajar “no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura”, ocuparse “en los trabajos que Dios quiere”. ¿Cómo hacerlo? Jesús mismo lo dice claramente: “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que Él ha enviado”.
Este es el alimento que se nos brinda en cada Eucaristia, esa que como vimos en el mensaje del Papa Francisco, publicado ayer, “…para nutrirnos de Cristo que se nos da en la Palabra y en el Sacramento del Altar…”
Mes de mayo
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Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.