https://youtu.be/rtTR3AVZA1s
- Ne 2, 1. 3; 3, 3. 6-7
- Sal 32
- Mt 16, 24-28
En la liturgia de hoy, se nos confronta sobre ciertos aspectos sumamente importantes y trascendentales ; más aún, de la respuesta que demos a ese interrogante depende el sentido y el futuro de nuestra misma existencia: en la primera lectura Nahum se dirige a Nínive y le advierte del asedio que estaba a punto de sufrir por sus mentiras y desastres y le pregunta “¿Dónde podrá encontrar alguien que te consuele?”. No es acaso, también la conducta de muchos de nosotros, entonces, ¿no podrìa preguntarnos a nosotros lo mismo?
En el evangelio también se nos cuestiona: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?”. Preguntas que atraviesan de polo a polo la historia de la humanidad y ante la cual nadie puede quedar indiferente. ¿Qué has hecho tú por Cristo hasta el día de hoy?…
Nahúm dirigió un parte significativa de su profecía al pueblo de Nínive. Esas personas no eran las mismas que las que se habían arrepentido de sus pecados después de que Jonás predicara en Nínive más de un siglo antes. Las personas de Nínive en los tiempos de Nahúm habían vuelto a la maldad, y sus acciones les llevaron a su destrucción.
La gran enseñanza para nosotros es que cuando las personas se apartan del pecado, el Señor las perdonará, y que cuando no lo hacen, serán víctimas de sus decisiones
Aunque Dios permite que situaciones adversas, incluso como en el caso de Israel, sus mismos enemigos se conviertan en un instrumento de Dios para instruir y corregir a su pueblo, Dios siempre acota y restringe su maldad y espera incluso de ellos una conversión y el respeto a los principios fundamentales del amor impuesto por Dios mismo en sus corazones. De modo que, una vez aprendida la lección, el pueblo pueda regresar a su casa y reiniciar su vida ordinaria en el cumplimiento de la Ley.
Seamos también mensajeros, recobrando la fiesta en la fidelidad (“cumple tus votos”) que, desde siempre, ya en Israel, es la clave de la prosperidad y bendición, de la predilección de Dios por su pueblo. Hoy y ahora está viva esta misma realidad que se descubre por el profeta y está viva y abierta la Esperanza de un Salvador que asume sobre sí todo daño, dolor y destrucción, con tal que se vuelvan a Él. Y ante la pregunta del que sufre: “¿quién se compadecerá? ¿quién consolará?” encuentra un Corazón y unos Brazos dispuestos a perdonar y reconstruir al que vuelve pobre y desvalido.
Como nos dice el Salmo tomado de Deut 32: “El Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos”. Dios se preocupa profundamente por Su pueblo y no permitirá que sus opresores salgan victoriosos. La gran misericordia del Señor se muestra a aquellos que confían en Él.
El Evangelio nos sitúa claramente frente al mundo. Es radical en su planteamiento, no admite medias tintas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Nos explica el Papa Francisco: “A menudo, en la vida, por muchos motivos, nos equivocamos de camino, buscando la felicidad solo en las cosas o en las personas a las que tratamos como cosas. Pero la felicidad la encontramos solamente cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia. ¡El amor cambia todo! Y el amor puede cambiarnos también a nosotros, a cada uno de nosotros.”
En numerosas ocasiones, frente al sufrimiento generado por nosotros mismos o por otros, oímos: «Debemos soportar la cruz que Dios nos manda… Dios lo quiere así…», y vamos acumulando sacrificios como cupones pegados en una cartilla, que presentaremos en la auditoria celestial el día que nos toque rendir cuentas.
El sufrimiento no tiene valor en sí mismo. Cristo no era un estoico: tenía sed, hambre, cansancio, no le gustaba que le abandonaran, se dejaba ayudar… Donde pudo alivió el dolor, físico y moral. ¿Qué pasa entonces?
Antes de cargar con nuestra “cruz”, lo primero, es seguir a Cristo. No se sufre y luego se sigue a Cristo… A Cristo se le sigue desde el Amor, y es desde ahí desde donde se comprende el sacrificio, la negación personal: “Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrara.”. Es el amor y la misericordia lo que conduce al sacrificio. Todo amor verdadero engendra sacrificio de una u otra forma, pero no todo sacrificio engendra amor. Dios no es sacrificio; Dios es Amor, y sólo desde esta perspectiva cobra sentido el dolor, el cansancio y las cruces de nuestra existencia tras el modelo de hombre que el Padre nos revela en Cristo.
Pidamos con la Oración Colecta al Señor que renueve en nosotros que imploramos su benevolencia los dones de su redención.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/29616/cat/305/no-te-olvides-de-lo-principal.html#modal
- https://www.bibliaplus.org/es/commentaries/5/comentario-biblico-del-pulpito/nahum/2/1-13
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2022/08/05.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/old-testament-seminary-teacher-manual/introduction-to-the-book-of-nahum?lang=spa
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
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Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.