https://youtu.be/KBMYmu5OHd4
- Stgo 5, 9-12
- Sal 102
- Mc 10. 1-12
El autor de la carta llama la atención de sus lectores sobre el peligro que entraña el juramento. Dentro del judaísmo el juramento era una cosa muy seria, era como el argumento supremo de la verdad, Santiago recomienda el amor fraterno y la paciencia. “No os quejéis hermanos unos de otros para no ser condenados”. Y luego añade “Mirad que el juez está a la puerta”.
El Apóstol nos recomienda el amor y la paciencia entre hermanos como la mejor opción. También nos pone como ejemplo el sufrimiento y la paciencia de nuestros antepasados los Profetas. Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia, especialmente a Job, que con su paciencia nos dejó un magnífico ejemplo, y por ello al final de su vida el señor lo bendijo más abundantemente que antes de la prueba porque el Señor es compasivo y misericordioso
Ahora bien, aunque este texto de Santiago aborda dos de los temas que son recurrentes en nuestra vida cotidiana: la murmuración y la confianza plena en nuestras palabras, quisiera que centráramos nuestra meditación en el segundo tema, sobre todo porque la credibilidad de nuestra palabra está muy demeritada, tanto que con frecuencia nos forzan a “jurar” para garantizar que lo que decimos es verdad.
Hoy, por la forma en que el cristianismo se ha mundanizado, ya nuestra palabra no tiene credibilidad, de manera que si un cristiano afirma algo, el común de la gente duda que, al menos sea “exactamente” como él lo dice. El mundo debería de saber que en nosotros no cabe la mentira y que preferiríamos cualquier cosa antes que mentir.
Pues, por lo general, los verdaderos cristianos no necesitan jurar ya que lo que dicen es cierto, pues obedecen a Jesús, quien exhortó: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí”. Lo que quiso decir es que debemos ser fieles a nuestra palabra. Por eso nos dice: “No juren de ninguna manera”. Así condenó la costumbre que muchas personas tienen de jurar por cualquier cosa, incluso sin la menor intención de cumplir lo que prometen. En realidad, debería bastar con pronunciar un sí o un no cuando nos comprometemos a algo. Quien se “excede de esto” quizá revele que no es confiable y que se halla bajo la influencia “del inicuo”
Con esta idea en la mente, pasemos a reflexionar sobre el evangelio de hoy en el que el Señor nos plantea la indisolubilidad de matrimonio.
Ante el altar el sacerdote pregunta públicamente a los novios: “Vinieron con plena libertad a celebrar el matrimonio mediante el sacramento?”. La Iglesia quiere cerciorarse hasta el final de que los contrayentes quieren casarse de verdad, es decir, si asumen libre y conscientemente los compromisos naturales y cristianos que son inherentes al estado matrimonial.
Al casarse, los esposos se comprometen a ayudarse mutuamente a conseguir los fines fundamentales de la vida matrimonial. Dicho en otra forma, el SI que se dan el uno al otro supone, de parte de ambos, la libre y consciente aceptación de una serie de compromisos que son inherentes a la relación de una pareja que se compromete en matrimonio y que son componentes del compromiso global de la pareja.
Entonces, sin duda alguna, la causa de la mayoría de los conflictos – y también de los fracasos – en el matrimonio proviene:
- De que los esposos no tienen ideas claras sobre la naturaleza de la relación que se declararon dispuestos a aceptar.
- O de que hay entre ellos criterios no sólo dispares sino también abiertamente contrapuestos en la manera como comprenden estos compromisos (v.g. en la fidelidad, en el manejo de los bienes, en las relaciones con las familias de origen).
- O en ambos – o por lo menos en uno de los dos – hay actitudes que impiden tomarlos en serio y asumirlos como un estilo de vida.
Por eso, se olvidan de que el compromiso matrimonial (con sus componentes, los compromisos específicos) es el centro de la institución natural del matrimonio y también del sacramento. De la manera como los esposos comprendan y vivan esos compromisos; Sí es sí y no es no; depende la calidad humana y cristiana de cada matrimonio.
Sin embargo en el 2014, el Papa Francisco, en la última homilía del mes de febrero, reflexionó acerca del matrimonio y la verdadera actitud cristiana frente al fracaso del amor de otros. Criticó sin miramientos el pensamiento casuístico porque la belleza del mensaje de Jesús va mucho más allá. Y solicitó expresamente que no se condene a quienes fracasan en el amor sino que se les acompañe en su dolor.
Bibliografia
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=25-02-2022
- https://www.jw.org/es/biblioteca/revistas/w20121015/que-su-s%C3%AD-signifique-s%C3%AD/
- https://www.mercaba.org/FAMILIA/compromiso_matrimonial.htm
- https://yorezoxelpapa.wordpress.com/francisco-desde-santa-marta/homilias-papa-francisco-ano-2014/homilias-del-papa-francisco-febrero-de-2014/homilia-del-papa-francisco-de-28022014/
Palabra de Vida Mes de Febrero 2022
«Al que venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6, 37) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.