- Jer 7, 1-11
- Sal 83
- Mt 13, 24-30
Según afirma San Juan Pablo II «Jesús nos enseña a ver las cosas con realismo cristiano y a afrontar cada problema con claridad de principios, pero también con prudencia y paciencia. Esto supone una visión trascendente de la historia, en la que se sabe que todo pertenece a Dios»
Todos sabemos que en nuestro interior hay un enemigo que busca nuestra destrucción, es por eso que siempre debemos estar alertas antes sus ataques y protegidos por medio de la oración y cultivando los buenos valores.
Sin embargo, como acabemos de leer en la primera lectura: “ustedes depositan su confianza en palabras engañosas que no les sirven para nada. Roban, asesinan, cometen adulterio, juran en vano, queman incienso a Baal y adoran a otros dioses que no conocen, ¡y creen que pueden venir y pararse en frente de esta casa donde piden en mi nombre y decir que están a salvo sólo para poder seguir cometiendo todas esas atrocidades!”
Los judíos de la época de Jeremías creían que su participación en las ordenanzas del templo y en otras ceremonias religiosas probaba que eran rectos, hicieran lo que hicieran en su vida diaria.
Y es que, pese a nuestras mejores intenciones y esfuerzos, es inevitable: en algún momento de nuestra vida estar equivocado.
Los errores pueden ser difíciles de asimilar, por lo que a veces nos rehusamos a admitirlos, en vez de asumirlos. Nuestro sesgo de confirmación se impone y esto provoca que comencemos a buscar cómo probar nuestras creencias, como sucedía con los judios; nótese que Jeremías nunca dijo al pueblo que el templo no fuera importante; pero sí que no estaba bien que la gente pensaba que por ir a adorar en el templo quedaba justificada ante Dios, hiciera lo que hiciera.
“Si es evidente para todos que has cometido un error”, dice ,Tyler Okimoto, “ser obstinado le muestra a la gente una debilidad de carácter, en vez de una fortaleza”.
El evangelio de hoy nos presenta la parábola del trigo y la cizaña. Tanto en la sociedad como en las comunidades y en nuestra vida personal y familiar, todo está mezclado: cualidades buenas e incoherencias, límites y fallos. Experimentamos en nuestro corazón, que somos capaces de cosas hermosas y que somos también capaces de pensamientos, acciones que muchas veces nos da vergüenza. Está parábola, nos anuncia la paciencia de Dios con nosotros; sin embargo, no ocurre lo mismo con nuestro actuar: en ocasiones, tal vez con buena intención, nuestro afán de “purificarlo todo” nos puede llevar a cortar lo bueno cuando intentamos exterminar lo malo. El Señor no quiere eso. Él opta por la paciencia, la espera y la confianza. Su pedagogía es otra, es “dejarlos crecer juntos hasta la siega”. El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse, porque así, hasta el gorrión puede encontrar una casa y la golondrina un nido. Si no fuera por la paciencia de Dios, ¿dónde estaríamos todos? Dios tiene paciencia y aunque no quiera al mal, lo tolera y como un Padre nos va acompañando para que podamos descubrir que es necesario convertirnos e ir arrancando con la gracia de Dios.
Mirando en el espejo de la parábola, ¿a quién me parezco más: a los siervos que quieren arrancar la cizaña antes de tiempo, o al dueño que manda esperar hasta la siega?
Dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Decidir en aquellas cosas que sólo le corresponden a Dios tiene muchos riesgos: “no tengo fe”, “que mal me tratan”, “no hay remedio”… Nos cuesta una enormidad dejar que el tiempo de Dios actúe en nosotros. Olvidamos que la santidad no es incompatible con nuestros defectos y pecados, y nos empeñamos en construir castillos en el aire. Dios cuenta con lo que eres, y de esa manera te quiere. ¡Por supuesto que es necesaria la lucha ascética! Pero no puedes cifrar el camino hacia Dios como una realización meramente personal. Escucha: Menos autocompasión, y más acudir al sacramento de la confesión, que es donde Dios abre los brazos de su amor para que te vuelques sin temor alguno. Ya vendrá el tiempo de la siega… Mientras tanto: a ti, ¿qué?
Nos explica el Papa Francisco: “El Señor nos invita a asumir su misma mirada, la que mira al buen trigo, que sabe custodiarlo también en las malas hierbas. No colabora bien con Dios quien se pone a la caza de los límites y de los defectos de los otros, sino más bien quien sabe reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta la maduración… La Virgen María nos ayude a comprender e imitar la paciencia de Dios, que no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, que Él ama con amor de Padre.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=23-07-2022
- https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/old-testament-seminary-student-study-guide/the-book-of-jeremiah/jeremiah-7-jeremiahs-temple-sermon?lang=spa
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2020/documents/papa-francesco_angelus_20200719.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2014/07/26/cuando-seas-bueno-hablaremos-2/
- https://www.biblegateway.com/passage/?search=Jerem%C3%ADas%207%3A1-11&version=PDT
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.nytimes.com/es/2017/05/23/espanol/por-que-es-tan-dificil-admitir-nuestros-errores.html
- https://boosco.org/www/2018/07/27/mateo-13-24-30-dejen-que-crezcan-juntos-hasta-la-siega/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.