https://youtu.be/cNtjhoOoMdE
- Heb 7, 1-3. 15-17
- Sal 109
- Mc 3, 1-6
Hoy la primera lectura termina diciéndonos: “Tu eres sacerdote eterno como Melquisedec”. Qué significa esto? El Sacerdocio de Cristo es único e irrepetible porque es un sacerdocio para siempre. Cristo Jesús el Pontífice, además es sacerdote, víctima y altar al mismo tiempo, pues es Cristo mismo el que se ofrece a sí mismo como ofrenda y como víctima de salvación y redención para todos nosotros.
Nos explica San Juan Pablo II, “La figura de Melquisedec, rey-sacerdote, entró en la tradición mesiánica, como atestigua el Salmo 109 (110): el Salmo mesiánico por antonomasia. Efectivamente, en este Salmo, Dios-Yahvéh se dirige “a mi Señor” (es decir, al Mesías) con las palabras: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies. “Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos…”” (Sal 109/110, 1-2).
A estas expresiones, que no pueden dejar ninguna duda sobre el carácter real de Aquel al que se dirige Yahvéh, sigue el anuncio: “El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec” (Sal 109/110, 4). Como vemos, Aquel al que Dios-Yahvéh se dirige, invitándolo a sentarse “a su derecha”, será al mismo tiempo rey y sacerdote “según el rito de Melquisedec”.
Jesucristo, en esta figura del AT nos ilustra nuestro ser sacerdotal, el cual no nos viene por pertenecer a una orden (o a una tribu como en este caso) sino por la gracia conferida en el bautismo. En este texto nos muestra cómo, en fuerza a su bautismo, una de las acciones sacerdotales del cristiano consiste en establecer la paz.
Por ello, nuestra acción sacerdotal, a diferencia de las acciones sacerdotales del sacerdote “ministerial”, es ser constructores de la paz, principalmente en nuestras familias y comunidades. Decimos que es una acción sacerdotal porque para poderla construir es necesario sacrificar algo.
El sacrificio que se necesita para llegar a establecer una paz verdadera y duradera es el sacrificio de nuestro egoísmo, de nuestro “YO”. Es necesario morir a nosotros mismos y a nuestros gustos y placeres para que nuestra acción sacerdotal sea eficaz y traiga paz y alegría a nuestro mundo. Ejerce tu sacerdocio bautismal y conviértete en un auténtico constructor de la paz.
Entonces, para que nuestro ministerio sacerdotal sea eficaz Jesús el texto del evangelio nos enseña que hay que obrar el bien en todo tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado» (Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a la misericordia.
Este texto, nos cuestiona con respecto a la pregunta del Señor a aquellos fariseos, podríamos hacérnosla cada uno: “¿Qué está permitido hacer en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo? ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”. Dejemos los juicios a los demás y respondamos a esas preguntas sencillas: “yo ¿qué estoy haciendo? ¿cómo hago las cosas?”. Hacer el bien y dejarse de tonterías no es ninguna bobada.
Quizá podamos escudarnos en que ése o aquél no están a la altura, en que los tiempos no son propicios, en que… las mil y una cosas que sirven de excusa.
La persona a la que Jesús cura. Alguien que, en principio, no ha pedido nada; que quizá prefería pasar desapercibido en aquel clima tenso… pero que accede a la petición de Jesús y se “expone”: Ponte ahí en medio.
De todos los que aquel día se encontraron con Jesús en la sinagoga, se diría que sólo a él le ha llegado la salvación. ¿Y nosotros? ¿queremos exponer nuestras zonas de parálisis, dejar que Jesús las toque y las sane?
Pongamos el corazón a remojo, a ver si se reblandece un poco. Y después, sin juicios a nadie (como hacía la Virgen María) miremos al Señor. Se cruzará nuestra mirada con la suya, y veremos que sus ojos nos miran de otra manera. Seguro que María Santísima nos ayuda a ver las cosas con la mirada de Dios.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1987/documents/hf_jp-ii_aud_19870218.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=18-01-2023
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/01/18/con-la-mirada-de-dios/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Enero 2023
«Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia» (Is 1, 17). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.