https://youtu.be/MKK9zRD4xAg
- Iss 1, 10. 16-22
- Sal 49
- Mt 23, 1-12
El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura.
No sólo hemos de sentir dolor por el pecado cometido, sino romper la práctica. Debemos hacer, no quedarnos ociosos. Debemos hacer el bien que el Señor nuestro Dios pide. Es claro que los sacrificios de la ley no podían expiar ni siquiera uno, los delitos superficiales de la nación. Pero, bendito sea Dios, hay una Fuente abierta en la cual pueden ser lavados los pecados de toda edad y rango. Aunque nuestros pecados hayan sido como la grana y el carmesí, de tintura doble y profunda, primero en la lana de la corrupción original y, luego, en los muchos hilos de la transgresión presente; aunque a menudo nos hemos hundido en el pecado, por muchos deslices, de todos modos la misericordia que perdona lavará la mancha.
Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha a imagen de Dios y destinada a Él».
Lavaos, purificaos, apartad de mí vista vuestras malas acciones: cesad de obrar mal, aprended a obrar bien, buscad la justicia, defended al oprimido, sed abogados del huérfano, defensores de la viuda. Entonces, venid y litigaremos (dice el Señor)”. Quien no se ha encontrado con Cristo se justifica, y puede convertirse en un arqueólogo de sus intereses … “lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar”.
Si de verdad nos encontramos con Cristo nos encontraremos con “el que vive” y no querremos hacerle una mera “autopsia” … le reconoceremos como “maestro”, como “Señor” y nos toparemos con nuestro Padre del Cielo.
En la época de Jesús había muchos “modelos” que oraban y actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).
La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).
Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de “desierto” donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?
El Evangelio de hoy (cf Mateo 23, 1-12), nos explica el Papa Francisco, “está ambientado en los últimos días de la vida de Jesús, en Jerusalén; días cargados de expectativas y también de tensiones. Por un lado Jesús dirige críticas severas a los escribas y a los fariseos, por otra deja importantes mandatos a los cristianos de todos los tiempos, por tanto también a nosotros.
Él dice a la multitud: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan». Esto significa que ellos tienen la autoridad de enseñar lo que es conforme a la Ley de Dios. Sin embargo, justo después, Jesús añade: «pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (v. 2-3). Hermanos y hermanas, un defecto frecuente en los que tienen una autoridad, tanto autoridad civil como eclesiástica, es el de exigir de los otros cosas, también justas, pero que ellos no ponen en práctica en primera persona. Tienen una doble vida. Dice Jesús: «Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas» (v. 4). Esta actitud es un mal ejercicio de la autoridad, que sin embargo debería tener su primera fuerza precisamente en el buen ejemplo.
La autoridad nace del buen ejemplo, para ayudar a los otros a practicar lo que es justo y necesario, sosteniéndoles en las pruebas que se encuentran en el camino del bien. La autoridad es una ayuda, pero si está mal ejercida, se convierte en opresiva, no deja crecer a las personas y crea un clima de desconfianza y de hostilidad, y lleva también a la corrupción…
Después Jesús les da mandatos a sus discípulos: «no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro, y vosotros sois todos hermanos. […] Ni tampoco os dejéis llamar “Directores”, porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (vv. 8-11).
Nosotros discípulos de Jesús no debemos buscar título de honor, de autoridad o de supremacía. Yo os digo que a mí personalmente me duele ver a personas que psicológicamente viven corriendo detrás de la vanidad de las condecoraciones. Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos hacer esto, ya que entre nosotros debe haber una actitud sencilla y fraterna.
Todos somos hermanos y no debemos de ninguna manera dominar a los otros y mirarlos desde arriba. No. Todos somos hermanos. Si hemos recibido cualidades del Padre celeste, debemos ponerlas al servicio de los hermanos, y no aprovecharnos para nuestra satisfacción e interés personal. No debemos considerarnos superiores a los otros; la modestia es esencial para una existencia que quiere ser conforme a la enseñanza de Jesús, que es manso y humilde de corazón y ha venido no para ser servido sino para servir.
Pidamos con el Salmista al Señor que nos muestre el camino de la salvación.
Bibliografía:
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/03/15/encontrarnos-con-cristo-2/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.socibiblia.org/post/isaias-1-16-20-comentario-isaias-116-20-exhortaciones-al-arrepentimiento/3066
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2017/documents/papa-francesco_angelus_20171105.html
Palabra de Vida Mes de Marzo 2022
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mc 6, 12) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/02/27/marzo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.