https://youtu.be/JL45Nbz9OYo
- Is 54, 1-10
- Sal 1
- 29
- Lc 7, 24-30
Hoy el Señor al igual que a los mensajeros de Juan el Bautista, nos puede preguntar también a nosotros ¿qué salieron a ver?
¿No es Jesús la voz que sigue gritando en el desierto de las conciencias de tantos hombres, llamándoles a la conversión, atrayéndolos a su amor? Pero los judíos no le entendieron. ¿Le entenderemos hoy nosotros?
Es triste, pero es verdad. En este evangelio Jesús nos reprocha no haber comprendido su mensaje. Vamos en busca de la gloria que da el mundo a quienes obran según el slogan del momento. Corremos tras la vanidad del tener más y más; sin compartir lo que Él mismo nos ha dado: amor, cariño y comprensión. Esto es leer las escrituras y no entender el mensaje de Cristo: ir a misa y después no vivir el evangelio; llamarse cristiano y apenas conocer a Jesús. Pero Jesús es paciente. Nos espera. Bien lo manifiesta el profeta Isaías, “mi amor por ti no desaparecerá.” La misericordia de Dios es inmensa (no tiene medida) y su amor es eterno (está más allá del tiempo, es decir, no pasa, ni mengua, ni termina). En Jesús, Dios muestra ese amor que es intenso, inmenso y eterno, nadie nos ama más que Dios, ni nadie le ganará a su amor por nosotros.
Las palabras de Dios a su pueblo suenan a una ardiente declaración de amor. El pueblo de las infidelidades, desobediencias y traiciones recibe una reafirmación de las promesas divinas que son eternas. La esposa repudiada y nuevamente recibida es por una parte figura de la Iglesia, pero encarna también la historia de los que dan un día un paso marcha atrás en los pactos firmados o se hacen sordos a las insistentes llamadas de Dios.
Nuestra historia recibe las influencias coyunturales de la inestabilidad humana…Por fortuna, Dios es siempre fiel. Él nos ofrece su misericordia en Jesucristo. A él se puede llegar a través de purificaciones, de humillaciones y de gloria… Dios permanece fiel; la infidelidad es fruto de la limitación humana. Las “ausencias” de Dios son siempre distanciamiento de los hombres.
Por eso el Salmista nos insta a alabar a Dios eternamente y dar gracias a su nombre. El convierte nuestro duelo en alegría.
Hoy por tres veces, Jesucristo nos pregunta: «¿Qué salisteis a ver en el desierto?»; «¿Qué salisteis a ver, si no?»; «Entonces, ¿qué salisteis a ver?”
Hemos de salir de nuestras comodidades y lujos para enfrentarnos con la realidad tal como es: distraídos por el consumo y el egoísmo, hemos olvidado qué espera Dios de nosotros. Desea nuestro amor, nos quiere para Él. Nos quiere verdaderamente pobres y sencillos, para podernos dar noticia de lo que, a pesar de todo, todavía esperamos: —Estoy contigo, no tengas miedo, confía en mí.
Nos explica el Emérito Benedicto XVI: “Buscar a Cristo debe ser el anhelo incesante de los creyentes, de los jóvenes y los adultos, de los fieles y sus pastores. Es preciso impulsar, sostener y guiar esta búsqueda. La fe no es simplemente la adhesión a un conjunto de dogmas, completo en sí mismo, que apagaría la sed de Dios presente en el alma humana. Al contrario, proyecta al hombre, en camino en el tiempo, hacia un Dios siempre nuevo en su infinitud. Por eso, el cristiano al mismo tiempo busca y encuentra. Precisamente esto hace que la Iglesia sea joven, abierta al futuro y rica en esperanza para toda la humanidad. […] El descubrimiento del “rostro de Dios” no se agota jamás. Cuanto más entramos en el esplendor del amor divino, tanto más hermoso es avanzar en la búsqueda, de modo que “amore crescente inquisitio crescat inventi”, “en la medida en que crece el amor, crece la búsqueda de Aquel que ha sido encontrado”
Ojalá en estos días de adviento, el Señor nos conceda la gracia de desear la presencia y el triunfo de Jesús sobre este mundo como lo esperaba y anhelaba Juan preso en la cárcel.
Entrando en nuestro interior, digamos ahora con voz reposada: —Señor, tú que conoces cómo soy y me aceptas, ábreme el corazón en tu presencia; quiero aceptar tu amor, quiero acogerte ahora que vienes, en el silencio y en la paz.
Ojalá sepamos poner en El nuestra confianza y no temer ni a la persecución, ni a la cárcel, ni a la misma muerte si nos vienen como consecuencia de ser fieles a Jesús hasta el final. Juan bautista cumplió su misión. Los hombres que le escucharon, dice Jesús, se bautizaron y cambiaron de vida, incluso los publícanos; solamente frustraron el plan de Dios los letrados y fariseos, incapaces de reconocer necesidad alguna de salvación.
Aleluya, aleluya. Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres, verán la salvación de Dios. Lc 3, 4. 6.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/37137/cat/504/envio-mi-mensajero-delante-de-ti-para-prepar-tu-camino.html#modal
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=15-12-2022
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/12/15/en-la-carcel-como-jesus/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2022
“Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna” (Isaías 26, 4) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Dciembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.