?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Sab 18, 6-9
- Sal 32
- Heb 11, 1-2. 6-9
- Lc 12, 32-48
Como a sus apóstoles, hoy el Señor en la liturgia, nos dirige sus palabras de vida que nos enseñan, las actitudes que debemos ir adquiriendo y practicando para convertirnos verdaderamente en sus discípulos.
Siguiendo nuestra formación dominical sobre la Eucaristia. Hoy nos vamos a referir sobre la Liturgia de la Palabra.
La celebración de la Santa Misa en la Iglesia está compuesta por dos liturgias: la de la Palabra y la de la Eucaristía. La palabra tiene su orígen en el latín: «Liturgĭa». A su vez proviene de un vocablo griego que significa «servicio público». Por tanto, liturgia es el orden y forma con que se realizan las ceremonias de culto. Cuando hablamos de proclamar la Palabra de Dios, estamos hablando de comunicar lo que Dios quiere decir a su pueblo, de lo que el Señor, creador y Padre de todos, quiere poner en la mente y el corazón de los que lo escuchan, siempre con la finalidad de que esa Palabra produzca frutos de vida eterna.
La Iglesia eligió los libros del Antiguo Testamento para que fueran proclamados en el primer momento (primera lectura) para tener un encuentro con fragmentos de la Ley Mosaica, episodios de la historia de Israel, de los libros proféticos o de algunas frases de la sabiduría popular del pueblo elegido. Todos ellos nos hablan del Mesías que los profetas esperaban. Después del salmo, sigue la proclamación de los escritos de los apóstoles (segunda lectura), es decir, los primeros testigos de Cristo. Con el título de “epístola” se designan las cartas que los apóstoles dirigen a las primeras comunidades cristianas que se formaron y a través de ellas les exhortan, enseñan, amonestan y dirigen para que no se pierda la fe que les han transmitido.
El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo, el Evangelio . Al finalizar aclamamos diciendo: “Gloria a ti, Señor Jesús”.
Con respecto a la Homilía, el Papa Benedicto XVI señala un modo concreto y práctico para preparar una homilía. Basta contestar a tres preguntas: «¿Qué dicen las lecturas proclamadas? ¿Qué me dicen a mí personalmente? ¿Qué debo decir a la comunidad, teniendo en cuenta su situación concreta?..
El Papa Francisco nos dice: “Señor, ¿a quién iremos?». También nosotros, miembros de la Iglesia de hoy, nos hacemos esta pregunta. Aunque ésta es quizás más titubeante en nuestra boca que en labios de Pedro, nuestra respuesta, como la del Apóstol, sólo puede ser la persona de Jesús. Ciertamente Él vivió hace dos mil años. Sin embargo nosotros le podemos encontrar en nuestro tiempo cuando escuchamos su Palabra y estamos cerca de Él, de un modo único, en la Eucaristía. El Concilio Vaticano II la llama «acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia» (Sacrosantum Concilium, 7). ¡Que en nosotros la santa misa no caiga en una routine superficial! ¡Que alcancemos cada vez más su profundidad! Es precisamente ella la que nos introduce en la inmensa obra de salvación de Cristo, la que afina nuestra vida espiritual para alcanzar su amor: su «profecía en acto» con la cual, en el Cenáculo dio inicio al don de Sí mismo en la cruz; su victoria irrevocable sobre el pecado y sobre la muerte, que anunciamos con orgullo y de un modo alegre. «Es necesario aprender a vivir la santa misa», dijo un día el beato Juan Pablo II en un seminario romano, a los jóvenes que le preguntaron por el recogimiento profundo con el que celebraba (Visita al Colegio pontificio germánico húngaro, 18 de octubre de 1981). «¡Aprender a vivir la santa misa!». A esto nos ayuda, nos introduce, estar en adoración delante del Señor eucarístico en el sagrario y recibir el sacramento de la reconciliación.
El Papa tiene muy claro que la homilía no es una conferencia o una clase. No es tampoco, una simple explicación.
Las homilías de Benedicto XVI siempre están bien pensadas y preparadas con extremo cuidado. Sabe bien que la homilía tiene un valor único, distinto a todas las otras palabras escritas o pronunciadas. Entiende que las homilías, de hecho, son parte de la acción litúrgica, más aún, son ellas mismas liturgia, aquella “liturgia cósmica” que él ha definido “meta última” de su misión apostólica[11], ya que “cuando el mundo en su conjunto sea liturgia de Dios, entonces habrá alcanzado su meta, entonces estará sano y salvo “.
Mes de agosto
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Realiza obras de caridad Ayuda a personas necesitadas, practicando obras de caridad, sobre todo a las personas necesitadas de afectos, recuerda que también son tus hermanos. Organiza, con amigos o hermanos de fe, visitas periódicas a ancianatos y hospitales, llevándoles la lectura del Evangelio del día y ¿por qué no, la Celebración de la Palabra?
- Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.