https://youtu.be/SVukLIFN7iw
- Deut 30, 10-14
- Sal 68
- Col 1, 15-20
- Lc 10, 25-37
La liturgia de hoy nos invita a experimentar la Misericordia del Señor en nuestra vida y hacerlo lo mismo nosotros. No se vale que los cristianos seamos indiferentes ante el dolor, la dificultad y tantas carencias que experimentan las personas hoy.
El Buen Samaritano es Cristo. El hombre herido soy yo, eres tú, es la humanidad caída. Asaltada, vapuleada y malherida por el pecado. La primera lectura nos muestra cómo el pecado y la muerte no vencerán, caminamos hacia el triunfo del Señor porque El nos sostiene.
“…todos mis mandamientos están al tu alcance, en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirlos.” Nos dice el texto del Deuteronomio, se abre con un mandato perentorio: “escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de la Ley”; expresión que suena del todo legalista, pero que al final, se subraya que este texto de ley hace referencia al corazón del hombre; como si el texto legal sufriera un proceso de interiorización; es decir, no es algo exterior impositivo, sino una palabra-invitación que interpela al ser humano desde dentro y le invita a dar una respuesta personal. Quien no se contenta con un árido registro del deber a la Ley, descubre la profundidad de una obediencia que nace de la exigencia y dinamismo del amor de Dios.
¿Puede la respuesta del hombre culminar las expectativas y exigencias de Dios? Lo que Dios manda, en palabras de Moisés, no excede la capacidad del hombre, está a nuestro alcance, ya que se trata de un mandato que resuena en el corazón humano, en su mente, en todo su ser.
Los ladrones son los demonios que nos han robado la filiación. Esa filiación que como nos indica San Pablo en el texto a los Colosences, Cristo nos da con su muerte, en la que cambió el odio en un acto de Amor Supremo y que es digno de toda nuestra confianza.
El es el Buen Samaritano que ha descendido de su cablagadura, desde el cielo a la tierra, se ha acercado al hombre herido y le ha curado sus heridas con aceite y vino, símbolo de la Gracia.
El sacerdote y el levita representan la antigua Ley, incapaz de salvar al hombre por las obras. Por eso el Salmo exalta la grandeza de Dios que continúa liberándonos de toda opresión para que podamos alcanzar la plenitud de la vida.
La posada es la iglesia y los dos denarios son los sacramentos, que como sustento y medicina para nuestras heridas, el Señor nos ha dejado para ser alimentados y curados hasta su vuelta.
El doctor de la ley pregunta al Señor: ¿Quién es mi prójimo? Nosotros también deberíamos reflexionar al respecto, no como él, para justificarse, sino para crecer
Y es que, a veces, ante el sufrimiento ajeno, nos cuesta salir de nosotros mismos para ayudar al que sufre, por eso, como nos recuerda este Evangelio, el camino hacia la vida eterna es difícil porque implica una vida de donación, especialmente a aquellos que sufren.
En muchas ocasiones nos encontramos con personas necesitadas, ya sea material o espiritualmente; en estos momentos Dios nos mira y, en lo profundo del corazón, nos invita a tener el coraje de hacer algo por ellos; puede ser un gesto amable o algo mayor. Pero esto no es sólo un acto de nuestra propia voluntad, sino que también es una forma de responder al Dios que nos hizo y sabe qué es lo mejor para nosotros.
Nos explica el Papa Francisco: «El Evangelio nos dice que una vez le preguntaron a Jesús: ¿Quién es mi prójimo? Él no respondió con teorías, tampoco hizo un discurso bonito o elevado, sino que usó una parábola, la del Buen Samaritano, un ejemplo concreto de la vida real que todos ustedes conocen y viven muy bien. El prójimo es una persona, un rostro que encontramos en el camino, y por el cual nos dejamos mover, nos dejamos conmover: mover de nuestros esquemas y prioridades y conmover entrañablemente por lo que esa persona vive para darle lugar y espacio en nuestro andar. Así lo entendió el buen Samaritano ante el hombre que había quedado medio muerto al borde del camino no solo por unos bandidos sino también por la indiferencia de un sacerdote y de un levita que no se animaron a ayudar, y que, saben, la indiferencia también mata, hiere y mata. Unos por unas míseras monedas, los otros por miedo a contaminarse, por desprecio o disgusto social no tuvieron problema en dejar tirado en la calle a ese hombre. El buen Samaritano, así como todas vuestras casas, nos muestran que el prójimo es en primer lugar una persona, alguien con rostro concreto, con rostro real y no algo a saltear o ignorar, sea cual sea su situación. Es rostro que revela nuestra humanidad tantas veces sufriente e ignorada».
Amar a los otros con obras es lo más alto; es donde se manifiesta el amor. ¡No pasar de largo!: «Es el propio Cristo quien alza su voz en los pobres para despertar la caridad de sus discípulos», afirma el Concilio Vaticano II en un documento.
A continuación quisiera exponerles actos sencillos de amor que muchas veces pasamos por alto pero que, en su sencillez son manifestaciones concretas del amor de Dios. Un corazón que se ha encontrado con Él no puede permanecer indiferente a los demás. ¡No privemos a los demás de nuestra sonrisa, de nuestra alegría, de la esperanza que nos da Cristo! El mundo lo necesita.
1) Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre! No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean.
2) Dar las gracias siempre (aunque no “debas” hacerlo). Nunca te acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes “derecho a”. Todo lo recibes como un regalo, nada te “lo deben” aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
3) Saludar con alegría a esas personas que ves a diario. A aquellos que seguramente ves a diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace, que su presencia cambia las cosas.
4) Recordarle a los demás cuánto los amas. Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran.
5) Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor. ¡Qué puede hacernos más humanos que saber escuchar y ser empáticos!
6) Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita. Todos necesitamos de los demás.
7) Levantarle los ánimos a alguien. Siempre es bueno saber que hay alguien en quien puedes confiar y que estará siempre a pesar de las dificultades.
8) Celebrar las cualidades o éxitos de otro. Simples frases como “¡Felicidades!”, “Me alegro mucho por ti” o “Ese color te queda muy bien” le han hecho el día a esa persona y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.
9) Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita. Recuerda regalar nos ensancha el corazón y ser solidarios es un llamado para todo cristiano.
10) Ayudar cuando se necesite para que otro descanse. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilides diarias la vida es más llevadera.
11) Corregir con amor, no callar por miedo. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.
12) Tener buenos detalles con los que están cerca de ti. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.
13) Limpiar lo que uso en casa. Escuchar esa voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras… Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.
14) Llamar por teléfono a tus padres. Ahora, si no vives con ellos, estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.
15) Ayudar a los demás a superar obstáculos. Convertirnos en el extraño que aún cree en la humanidad.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.es.catholic.net/op/articulos/79178/evangelioBoletin.html?eti=5595#modal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/07/10/anda-y-haz-tu-lo-mismo/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.es.catholic.net/op/articulos/56360/meditacionBoletin.html?eti=5595#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.