https://youtu.be/u_E11K72TQ8
- 2 Cor 9, 6-10
- Sal 111
- Jn 12, 24-26
Hoy la liturgia en este día que recordamos a San Lorenzo quien ofrendo su vida por el Señor, nos recuerda que «existe un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios» (San Juan Pablo II), por eso se nos invita a dar lo que el corazón nos diga, como nos dice la primera lectura y el evangelio nos llama a servirle al Señor. A ser como San Lorenzo coherentes, a como nos dice el Salmista, vivir confiando en el Señor y entonces nuestro corazón estará firme y sin temor alguno y obraremos siempre conforme a la justicia.
”Cada cual dé lo que su corazón le diga”. El corazón es delicado, sensible a muchas influencias, tanto positivas como negativas. Otras personas lo pueden lastimar; el pecado lo puede insensibilizar, y el amor, suavizar. Muy pronto en la vida aprendemos a proteger nuestro corazón; es como si levantáramos a su alrededor una cerca con una puerta: nadie puede entrar a menos que se lo permitamos.
En algunos casos, la cerca que levantamos alrededor de nuestro corazón se asemeja a una cerca pequeña que tiene un cartel de bienvenida. Otros corazones han sido tan lastimados o insensibilizados por el pecado que tienen una valla alambrada de dos metros y medio que termina en alambre de púas; la puerta tiene candado y un cartel grande que dice: Prohibido el paso. Muchos de los seguidores de Jesús, hemos tenido esta experiencia, y cuando nos hemos creído que nosotros somos suficientes para caminar por su mismo camino y realizar las obras que nos pide… nos hemos encontrado con las manos vacías. Pero cuando caminamos unidos a Él, hemos recibimos las fuerzas necesarias para “multiplicar la cosecha de nuestra caridad”.
Así, este pasaje de los Corintios, referido en su contexto a la colecta que estaba haciendo san Pablo para los pobres de Jerusalén, es tomada para ayudarnos a reflexionar sobre la generosidad en nuestra vida apostólica. Pues, de la misma forma que se aplica a la vida económica, se aplica a nuestra vida espiritual y apostólica, “el que siembra poco, cosechará poco”; si dedicamos poco tiempo a la oración, obviamente que tendrás resultados escasos en tu vida; si tenemos pereza para leer la Sagrada Escritura, si todo nuestro tiempo lo dedicamos a las banalidades y poco a formarnos como buenos cristianos, a conocer y a profundizar cada día más en el misterio de Dios, no podemos esperar que nuestra vida de comunión con Dios crezca sola. Y de ahí que nuestra vida moral y social se vea empañada frecuentemente y no resplandezca como debería, empobreciendo tristemente todas nuestras relaciones, y privándonos de la alegría y la paz que provienen precisamente de la vida espiritual.
Como el grano de trigo, nuestra vida se juega en el saber morir para vivir. En perderse o encontrarse. No caer en la trampa del ensueño de una vida sin sentido, porque la vida que tenemos tiene en Dios origen, sentido y fin.
Nos explica el Papa Francisco: “La muerte de una semilla es ambivalente: es a la vez un final y el comienzo de algo nuevo… Solo muriendo a una determinada mentalidad podremos dar cabida a la novedad que el Espíritu despierta constantemente en el corazón de la Iglesia. Los Padres de la Iglesia eran muy conscientes de ello, y lo llamaban “metanoia”...”
Jesús no se cansó de repetirnos que lo más importante de nuestra vida es el amor, en sus tres dimensiones de amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Hoy Jesús nos insiste en el amor a los demás. Nos dice que tenemos que parecernos al grano de trigo que para que dé fruto tiene que ser enterrado en la tierra y morir. Eso mismo tenemos que hacer nosotros. Con expresión que nos puede confundir también nos dice que el que se ama a sí mismo, se pierde. En realidad amarse a sí mismo, buscar el propio bien, también nos lo manda Jesús: “ama al prójimo como a ti mismo”. Lo que aquí nos quiere decir Jesús es que no pongamos como primer y único amor el amor a nosotros mismos, olvidándonos de los demás. Lo nuestro es entregar la vida por los demás y esa es la mejor manera de amarles a ellos y amarnos a nosotros mismos. En esa entrega nuestro corazón queda repleto de alegría. El que gana, el que solo piensa en sí mismo, pierde, y el que se pierde a si mismo, en la entrega a los demás, ese gana, se encuentra con la felicidad que todos vamos buscando.
El ejemplo de Jesús es bien claro. Vivió para nosotros, entregó su vida por nosotros, por seguir predicando su mensaje de amor y no callarse…y por eso volvió a ganar la vida, el Padre le resucitó.
Bibiografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PíldorasdeFe.com
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/san-lorenzo/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/08/10/miercoles-10-de-agosto-de-2022-el-grano-de-trigo/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2008/04/opening-our-hearts?lang=spa
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.