https://youtu.be/a2XrNiub7Rg
- Gen 18, 1-15
- Sal, tomado de Lc 1
- Mt 8, 5-17
El Señor nos invita con la meditación de la liturgia de hoy a fortalecer nuestra fe, confiar en sus palabras y el poder de sus designios.
La lectura del Génesis, nos pone al punto ante el icono de la Santísima Trinidad de Andrei Rublev, en donde los tres hombres, invitados por Abrahán, comen del pan eucarístico. Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo. Quédate con nosotros y come de nuestro pan, el que nosotros te servimos, pero que es pan de ángeles. Cosa bien maravillosa, nosotros, como Abrahán, alzamos la vista y vemos a tres hombres en pie junto a nosotros. En pie, pero aceptando sentarse a nuestra mesa y comer también ellos del pan que nosotros les servimos.
¿Qué podemos hacer, pues? Con palabras de María, la madre de Jesús, proclamar la grandeza del Señor, porque ha mirado nuestra pequeñez y ha venido a nosotros. Nuestra humildad, como la de María, es exaltante para nosotros. Exultante para el Señor, quien se ha hecho carne con nosotros. Ha comido en nuestra mesa, para que nosotros comamos el pan eucarístico en la suya. Al mirar la humillación de su esclava, la misericordia llega a nosotros, sus fieles, quienes por la fe, llena de la espera y cuajada del amor, reciben la misericordia de Dios. Somos seres hambrientos. Hambrientos de ese pan: danos de ese pan. Llénanos de tu misericordia. Estate siempre junto a nosotros. Quédate con nosotros y come de este pan. El pan de nuestro sufrimiento. El pan de nuestras enfermedades. Sin embargo, pan del cielo. Para que, así, también nosotros, sufriendo aprendamos a obedecer. Caigamos en cuenta cómo queda patente que tú estás en pie junto a nosotros: que no dejas de tu mano nuestra pequeñez.
Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle». Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande». ¿Cómo puede ser así en alguien que no es siquiera del pueblo de la Alianza? También él tiene a Abrahán como padre, padre en la fe. Es uno de los que vendrán del oriente y del occidente y se sentarán, por su fe, con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Es la fe en Jesús la que le abre las puertas del reino. Y a nosotros con él. Porque sólo se nos pide la fe, es decir, la confianza absoluta en el Señor, porque sabemos con esperanza llena de amor que él no nos ha de abandonar. Que nos va a curar de todos nuestros sufrimientos. Que vendrá a nuestra casa y nos cogerá de la mano y se nos pasará la fiebre. Y también nosotros, como la suegra de Pedro, una vez en pie, nos pondremos a servir a los otros.
Afirma el Papa Francisco: “
Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo, entre comillas – los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe de este centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!
Pero se necesita un corazón abierto ¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!”
Una vez más nos encontramos con el cumplimiento. Consumación de la anunciado por los profetas y en los salmos. Cumplimiento de todo lo profetizado en los textos del AT. El evangelio de hoy termina con una cita sobrecogedora, tomada del cuarto canto del siervo de Yahvé: “él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”. Nos hizo así posible lo que somos cuando acudimos a él con fe. Fe por encima de cualquier duda, aunque mezclada con ellas. Fe en espera de la esperanza. Fe en el amor de la caridad. Don que hace posible lo imposible. Fe que responde a nuestra pregunta: “¿Acaso hay algo difícil para Dios?
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes” Ef 13,13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/07/01/tres-hombres-frente-a-el-2/
- https://es.catholic.net/op/articulos/49012/cat/337/senor-no-soy-digno-de-que-entres-en-mi-casa.html#modal
Palabra de Vida Mes de Julio 2023
“Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.” (Mateo 10, 42) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.