La Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad. Es oportuno que sepamos descubrir su presencia, y que los momentos que vamos a mencionar los vivamos aún con más reverencia, sabiendo que estamos invocando al misterio más grande y más sublime, el de la Santísima Trinidad:
- Invocación inicial
Toda Santa Misa no podemos iniciarla si no es invocando a la Santísima Trinidad, de hecho el sacerdote la inicia diciendo “en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”.Es decir que la Eucaristía ya desde el inicio está presente la Santísima Trinidad.
- Gloria
Se da a la Santísima Trinidad nuestra alabanza, alegría y bendición. Es natural que nos dirijamos a Dios Padre para agradecer el don de la vida y para pedirle que nuestra vida sea fecunda, pues si vivimos es porque El nos conoció y nos eligió desde la eternidad para reproducir la imagen de su Hijo (cf Ef 1,4). También para agradecerle la fe, el amor y la esperanza que ha derramado en nuestro corazón por el Espíritu, pues sabemos que fue El, el Padre eterno quien “decidió elevar a los hombres a la participación de la vida divina” (LG 2) y luego envió a su Hijo al mundo para que recibiéramos la adopción filial, que nos permite dirigirnos a Dios llenos de confianza, llamándole “querido Padre”, Abba (cf Ga 4, 5-7).
- Credo.
Después de la homilía, los domingos y solemnidades, se reza el Credo en la celebración eucarística.
Existe un vínculo inseparable entre la fe profesada, y la fe celebrada. Celebramos aquello que creemos. A través de la celebración litúrgica, entramos en comunión con las verdades que profesamos.
En el Credo, profesamos y reafirmamos nuestra fe en las Tres Divinas Personas y en ellas encontramos esa comunión de verdades que necesitamos para llevarlas a nuestra vida.:
“«Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados, Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo. Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo. Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
Necesitamos recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
«Epíclesis consecratoria
Epíclesis significa literalmente invocación sobre. En el vocabulario litúrgico, la epíclesis, que acontece una vez finalizado el canto del Sanctus, es la invocación del Espíritu Santo, sobre las ofrendas, “de manera que sean para nosotros el cuerpo y la sangre de Jesucristo, nuestro Señor” (plegaria eucarística II), es decir que en ese momento se pide al Padre que envíe su Espíritu Santo para que convierta el pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Para que nos entendamos, esto sucede cuando el sacerdote impone ambas manos sobre las ofrendas. Ahí es un lugar privilegiado en donde está presente la Santísima Trinidad.
- Doxología final
La palabra “doxología” viene del griego “doxa”, que significa “gloria”. Doxología, por tanto, significa glorificación. Esta sucede en el momento en el que el sacerdote toma el Cuerpo y Sangre de Jesús (ya no son “pan y vino”), y lo presenta a Dios, diciendo: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, en la Unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”, y el pueblo responde “Amén”. Si vemos, ahí está presente la Trinidad: al Padre se ofrece, lo que se ofrece es el Hijo por medio del Espíritu Santo.
- Bendición final
Así como la Eucaristía inicia invocando a la Santísima Trinidad, también esta concluye con la invocación a la Santísima Trinidad. En la bendición final se bendice al pueblo diciendo “y la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre”. Acá le estamos pidiendo a la Santísima Trinidad que acompañe y bendiga a cada uno de los presentes.
En la Santa Misa nos encontramos siempre con la bendita presencia de la Santísima Trinidad (Dios Padre, Dios Hijos y Dios Espíritu Santo). Por lo cuál debemos estar agradecidos de tener siempre su presencia y su compañía; y ¿cómo agradecerle a Dios? Asistiendo cómo mínimo una vez a la semana a esa celebración tan hermosa, que llamamos Misa pero que también conocemos como Celebración de la Santa Eucaristía. Y no sólo así podemos agradecerle, sino que también podemos cambiar nuestra actitud y comportamiento malo, a una actitud responsable y coherente con lo que celebramos, la Unidad con Dios Uno y Trino.
Afirma el Papa Francisco: …”El amor verdadero es sin límites, pero sabe limitarse, para ir al encuentro del otro, para respetar la libertad del otro. Todos los domingos vamos a Misa, celebramos juntos la Eucaristía, y la Eucaristía es como la “zarza ardiente” en la que humildemente vive y se comunica la Trinidad.
Que la Virgen María, criatura perfecta de la Trinidad, nos ayude a hacer de toda nuestra vida, en los pequeños gestos y en las elecciones más importantes, un himno de alabanza a Dios, que es Amor.”
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.
Bibliografía:
- https://www.es.catholic.net/op/articulos/67961/la-presencia-de-la-santisima-trinidad-en-la-santa-misa
- https://amoralevangelio.jimdofree.com/conoce-la-presencia-de-la-sant%C3%ADsima-trinidad-en-la-santa-misa/
- https://www.diocesismalaga.es/cms/media/articulos_archivos/articulos-368.pdf
- https://elobservadorenlinea.com/2015/05/santisima-trinidad-lo-esencial-del-credo/
- https://www.hogardelamadre.org/es/recursos/eucaristia/346-explicacion-de-la-misa/407-el-credo
- http://www.teinteresa.es/religion/homilia-completa-Papa-Francisco-Angelus_0_1157284879.html