El Papa Francisco con motivo de la inauguración del Jubileo 2025, en la misa de Nochebuena, subrayó que la virtud cristiana de la esperanza es incompatible con la pereza y exige a todos «hacerse peregrinos en busca de la verdad».
Para acoger el regalo del Nacimiento del Señor, el Pontífice, recordó que estamos llamados a ponernos en camino con el asombro de los pastores de Belén. Y aconsejó ir a ver al Señor “que ha nacido por nosotros, con el corazón ligero y despierto, dispuesto al encuentro, para ser capaces de llevar la esperanza a las situaciones de nuestra vida”. “Y esta es nuestra tarea, acotó el Papa: traducir la esperanza en las distintas situaciones de la vida”.
Cuaresma nos invita a sanar, para ser cristianos en construcción, ser de aquellos que estamos reparando nuestra vida, para ayudar al otro a reparar la suya, y todo ello tiene que ver con la autoestima.
Mark J.Hulme,colaborador de la Fundación Visión. Una institución sin fines de lucro que ayuda en asuntos médicos , nos habla que “desde la antigüedad, las escrituras judío-cristianas han ofrecido varias de las mismas perspectivas reconocidas hoy día por los investigadores como beneficiosas para edificar la autoestima.
La Biblia repetidamente menciona elementos del control y la eficacia propia, conectando el «hacer bien» con el «sentirse bien».
Por ejemplo, al hablar del semblante caído de Caín como respuesta cuando Dios estimó de mas valor el tributo de su hermano que el suyo preguntándole, «¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?» (Génesis 4:6–7).
Otras versiones, ponen la primera parte del versículo 7 de este modo «Si haces bien, ¿no serás aceptado?». Dios le dice a Caín que el hecho de no vivir a la altura del estándar esperado deja la puerta abierta a las emociones negativas, sino que debe seguir tratando de vencer o «gobernar» el fracaso para obtener el resultado deseado y obtener la retroalimentación que le guiará a un punto de vista positivo y justificado de sí mismo.
Muchos asocian la autoestima con la vanidad o el orgullo. Sin embargo, lo que la Biblia desanima no es la autoestima en sí, sino una confianza excesiva de las capacidades propias o estima. La humildad es el remedio para la demasía o la clase equivocada de autoestima. Filipenses 2:3 señala que «antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo». El mensaje de la Biblia sobre el tema es consistente: se exhorta a tener control, el éxito es motivo de celebración y el esfuerzo será recompensado.
Con frecuencia la gente cita Eclesiastés 9:10 en este sentido, aunque el aforismo puede sonar más cierto a medida que envejecemos y comenzamos a apreciar el tiempo limitado que cada uno de nosotros tiene: «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría».
Del mismo modo, varios autores bíblicos desalientan la falta de esfuerzo. No existe recompensa por haber escogido abandonar alguna tarea debido a que se torna muy difícil o incierta: «NO nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos» (Gálatas 6:9)
Recibir elogio por nuestra destreza efectiva y el desarrollo de una habilidad puede dar mucho ánimo. Proverbios 3:4 observa que es posible, aun hasta deseable, el «hallar gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres». Sin embargo, trabajar solamente por ese elogio, en lugar de por la meta de obtener destreza, puede ser una búsqueda fugaz, un espejismo. Gálatas 1:10 es uno de los muchos versículos que nos advierten en contra de buscar el halago de los demás. Pablo el apóstol escribe: «¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo»
Vamos a iniciar un Ciclo de reflexiones dirigidas hacia el conocimiento de nuestras emociones, a formarnos en inteligencia emocional y poder así ubicar en nuestro interior aquello que nos impide vivir la esperanza que se nos propone en este año jubila y para desarrollar este tema, les invito a escuchar atentamente este video del Padre Freddy Bustamante.
https://youtu.be/KHsoSFzPmiE?si=qvmkw4hWyY1eMAKB
En la vida como dice el sacerdote, todas hemos guardado cosas que han ocasionando efectos negativas, y esa suma de situaciones, nos ha lleva a entregar lo que hemos guardado: cuando dolor, memorias tristezas… y generalmente son quienes están a nuestro lado.
Daniel 9, 4b-10, nos dice da una luz para salir de esta situación: Hemos pecado,me equivoque. No hicimos caso. No obedecimos la Voz de Dios.
Nos abruma la vergüenza…. Me declaro pecadora; pero Lc 6, 36-38 nos exhorta al perdón. Somos cristianos en construcción.
Maite Nicuesa Guelbenzu. Licenciada y Doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra y Coaching, en un atículo titulado “Inteligencia emocional: cómo mantener la esperanza”, nos explica que la realidad del ser humano no está determinada de forma absoluta por las circunstancias externas. Y, sin embargo, existen factores tan complejos que, de un modo prácticamente inevitable, condicionan a quien siente cómo se intensifica su preocupación ante el futuro. Ilusiones que se rompen, proyectos profesionales que se ponen en pausa, incertidumbre económica… El ser humano es resiliente. Y la esperanza es un alimento de superación para afrontar los obstáculos que surgen en el corto plazo, manteniendo esta mirada ante aquello que está por llegar: noticias felices, novedades, positivas, transformaciones profundas y próximas celebraciones que, ojalá, se encuentren en el horizonte de todos aquellos que necesitan el abrazo del consuelo.
¿Cómo mantener la esperanza? Una pregunta con un significado muy profundo que, sin embargo, no se resume en un decálogo de indicaciones. La escuela de la vida nos ofrece constantes lecciones de inteligencia emocional en la actualidad y siempre. Podemos sumar la luz de la reflexión y los sentimientos a tantas vivencias únicas e irrepetibles.
Y Daniel Retana, psicólogo y terapeuta costarricense en su libro ¿Qué tiene Que Ver Dios con mis Emociones?, en el que basaremos gran parte de este tema, inicia con Rom 12, 2. “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.”
Y nos indica que es importante reconocer que nuestro Dios y creador se expresa como un ser lleno de emociones armoniosas y, a la vez, poderosas; y es que fuimos hechos así por El, como seres espirituales que tenemos un alma llena de emociones. Que tanto el espíritu como el alma y la vida física, tienen que estar en armonía para poder llegar a ser una persona según el diseño divino.
Dios nos llama a vivir una vida equilibrada y calibrada a su propósito: cuerpo, alma y espíritu en armonía, libertad y plenitud.
Vivimos en una sociedad tremenda proclive, adictiva y enfermizamente trivial. De allí, que la esperanza viene de un cambio radical de naturaleza, un nuevo nacimiento, como lo dijo Jesús. Y como parte de ese nuevo nacimiento nuestra mente, emociones, pensamientos y voluntad, requieren ser llevados a un lugar de libertad y de paz; para ello es necesario que alcancemos, un punto de madurez en la toma de decisiones, que asumamos responsabilidad por ellos y que seamos honestos, para acercarnos a trabajar en las áreas donde tenemos problemas. De no hacerlo, las emociones que no comprendemos, que no sabemos manejar, confrontar , ni cambiar, pueden llevarnos a una vida de dolor. aislamiento y miseria.
Es por ello que les quiero invitar a irnos adentrando de la mano del Señor en el mundo de las emociones, pues Dios no se equivocó en permitirnos sentir. Dios no falló en su diseño perfecto. Dios puso la eternidad en el corazón del ser humano y también colocó estratégicamente reacciones para afrontar la vida, con un abanico de opciones.
Las emociones son hermosas, son dignas, son humanas, pero también son espirituales.
El término emoción viene de latín “emotîo, que significa alteración del ánimo, intensa y pasajera que va acompañada de cierta reacción física. Las emociones son el conjunto de reacciones de nuestra conducta para interpretar y resolver lo que ocurre a nuestro alrededor.
Las emociones se ponen en marcha a través de nuestros sentidos y puede manifestarse de muchas maneras; ellas necesitan ser sentidas; de hecho es uno de los propósitos originales que tienen en nuestra vida.
Se han estudiado seis emociones primarias o básicas que están presentes en todos los humanos alrededor del mundo y son: la tristeza, la felicidad ,la sorpresa , el desagrado, el miedo y la ira.
Funciones de las emociones:
1.- Nos motivan a establecer límites y a tomar medidas
2.- nos ayudan a sobrevivir, a prosperar y a evitar el peligro.
3.- Nos ayudan a tomar decisiones.
4.- Nos permiten ser empáticos con los demás .
5.- Nos permiten comprender a los demás.
Es importante mencionar que las emociones no son malas ni buenas debemos mantener equilibrio en cada una de ellas y y entender que todos forman parte del propósito de Dios para nuestra vida.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud , somos individuos físicos emocionales sociales y espirituales.
Esta definición no está muy apartada de la concepción cristiana del ser humano que de hecho el apóstol San Pablo lo expone en 1 Tes 5, 23, al decir: “el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, y espíritu, y alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
Dios creó al ser humano bajo un diseño perfecto. La arquitectura del hombre y la mujer consta de tres dimensiones: espíritu, alma y cuerpo; y como administradores de la vida que nos ha sido concedida, debemos develar, cuidar y mantener en buen estado cada una de ellas.
La intención de Dios es que podamos vivir emocionalmente libres, sin ataduras, ni hábitos tóxicos que drenen nuestra energía para amar, servir y disfrutar lo que El nos ha dado.
A lo largo de la Biblia podemos ver ejemplos de personas que aprendieron a procesar correctamente sus emociones, e incluso nos dejaron los pasos a seguir para que nosotros también pudiéramos administrarlas adecuadamente. Es importante mencionar que Dios no espera que nos sintamos bien siempre, sino que aprendamos a expresar adecuadamente nuestras emociones.
Podemos observar un ejemplo clásico en la persona de Jesús. Dejaremos de lado que Jesús poseía una naturaleza divina , al fin de cuentas el experimentó las mismas luchas que nosotros afrontamos todos los días como nos dice Hebreos 4, 15 : “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Y la parte emocional no fue la excepción y en Mateo 26,38 Jesús en Getsemaní, expresó “Mi alma siente una tristeza de muerte”
Nos dice el autor que al estado que Jesús estaba experimentando, se le califica hoy, como un ataque de pánico, donde las personas perciben elevados niveles de angustia y ansiedad, con pensamientos intensos y aterradores que algo grave puede ocurrir. Incluso llegan hasta perder el control de sí mismos.
Aunque Jesús tenía conocimiento de su desenlace , seguía sufriendo física y emocionalmente los males que estaba enfrentando en el Getsemaní.
Veamos las lecciones que nos dejó Jesús al procesar adecuadamente esas emociones:
. Expresó sus emociones naturalmente, sin temor a ser juzgado.
. Su reputación no estaba en la apariencia
. Buscó un espacio ideal para exteriorizar sus sentimientos.
. Pidió ayuda a los demás y llevó a sus amigos más cercanos.
. Consideró la compañía como una Orta de superar la crisis.
. Supo clasificar bien sus necesidades emocionales y espirituales.
A cada una le dio prioridad.
Hablemos ahora del alma.
Luis Fernando Diossa . Licenciado en Filosofía, afirma que las emociones son las alas de tu alma, de tu pensamiento. Son la certeza de que estás vivo.
La verdadera esperanza que es el áncora del alma. La cuerda de salvamento espiritual, irrompible, es la esperanza de que… nuestro amado Padre y nuestro Señor Jesucristo marcarán el comienzo de la renovación de todas las cosas… y esa es de verdad una esperanza que vale la pena esperar con ilusión. (Hch 3,21).
El Catecismo de la Iglesia Católica , en los Artículo 363- 367 se refiere a ello: A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la personahumana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: “alma” significa el principio espiritual en el hombre.
El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la “imagen de Dios”: es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):
«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).
La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la “forma” del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.
La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es “producida” por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.
A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro “ser entero, el espíritu […], el alma y el cuerpo” sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). “Espíritu” significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).
Nos comenta Paula Beatriz Cahuasa, Máster en Comunicación Inteligente; Las emociones son el lenguaje del alma, una melodía interna que nos conecta con la esencia de la vida y de cuya interacción surge la manera en que las personas vemos el mundo.
Las Escrituras revelan que el Espíritu Santo se describe como se le describiría a una persona. Ciertas formas de ser se llevan a cabo hacia el Espíritu. El podría afligirse. El pecado de un creyente entristece al Espíritu Santo. También hay una ilustración de El afligido, en el caso del pecado de Israel y la rebelión contra Dios registrada en Isaías 63:10.
En Romanos 15:30, el amor se atribuye al Espíritu Santo. “Ahora les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que se esfuercen juntos conmigo en tus oraciones a Dios por mí.”
Muy claramente, a partir de este pasaje, el Espíritu Santo posee la emoción del amor. Con demasiada frecuencia no logramos reconocerlo como una persona que tiene emociones reales. Tenemos una tendencia a ver lo sagrado. A menudo reconocemos el amor del Padre o el amor de Cristo, pero no ve que el Espíritu Santo demuestra el atributo amor.
Además en Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”, otra versión dice: “no entristezcan“, ¿se puede entristecer a una fuerza? -No, no se puede entristecer a una fuerza. Una fuerza desaparece, una fuerza actúa, empuja, pero no se entristece. Además una fuerza cesa, pero jamás se entristece. Una fuerza se apaga, no se entristece.
Santiago 4:5 habla de que el Espíritu Santo es celoso, es celoso cuando te ve a tí compartiendo con el mundo.
El autor del libro, nos hace referencia a que en Rom 12.2 encontramos: “ No os conforméis a este siglo sino que transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que compruebe cuál es la buena voluntad de Dios admirable y perfecta.
Y nos indica que mantenernos en esa renovación de nuestra mente es una tarea constante. Cada pensamiento que formamos, cada emoción que almacenamos, e incluso nuestra forma de relacionarnos con los demás forman parte de esta renovación.
Una alma sana (mente voluntad y emociones ) es el resultado de un proceso de autoanálisis, auto autoobservación y conciencia de las oportunidades de mejora.
Canción: https://youtu.be/a7ap4UM0uso?si=6w_eVKXkKvvB9eMB
Tomado de:
Libro ¿Qué tiene que ver Dios con Mis Emociones?, autor Daniel Retana
Biblia Latinoamericana.
https://creartecoaching.com/inteligencia-emocional-como-mantener-la-esperanza/
https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c1p6_sp.html.
https://foundations.vision.org/es/la-autoestima-y-la-biblia-1222
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.