Categoría: Liturgias Diarias

Vino un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. El vino para dar testimonio de la luz y prepararle al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo . 

La liturgia de hoy nos invita a dejarle a Dios el poder de solucionar las cosas. A no desgastarnos con quiénes no lo aceptan en su corazón, a ser empatices y reconocer que solo El es la puerta que conduce a la vida.

La reflexión de la liturgia de hoy nos debe llevar a reflexionar antes de juzgar: ¿Me avergüenzo delante de Dios por ser pecador? ¿Creo que he pecado contra el Señor? ¿Creo que el Señor es justo? ¿Creo que sea misericordioso? 

La Palabra, es la fuente primera de la revelación, ella es la narración de la relación profunda de amor verdadero que Dios ha querido entablar con nosotros a través de la historia. Incluso cuando atravesamos momentos difíciles,  por este medio encontramos consuelo.

En la celebración al Corazón Inmaculado de Maria, ella quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.

Sagrado Corazón de Jesús en vos confío porque se que me amas.

Cómo oramos? Hablamos con Jesús al Padre? Quién es el Padre para mí? Será que el Padrenuestro es una oración demasiado familiar y se ha convertido en una rutina en mi vida espiritual y no en una oración por la que me comunico con Padre? Cuando oren, en la oración, no desperdicien las palabras; Dios sabe lo que necesitamos antes de que pidamos, nos dice el Papa Francisco.

 ¿Dónde está Dios? Es una pregunta constante en todo drama humano, el evangelio nos indica que lo encontramos en las tres dimensiones del ser humano: consigo mismo, con los demás y con el Dios trascendental.

La liturgia de hoy nos llama a que conociendo nuestra naturaleza pecaminosa, perdonemos  a los demás como Dios lo hace con nosotros. Tratemos a los demás como quisiéramos que nos traten a nosotros. Y tengamos presente la frase del Jesús en la Cruz: “Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen”.