Hoy celebramos la Presentación del Niño al Templo para cumplir con la consagración del primogénito, ello nos debe motivar para vivir la vida de tal modo que podamos se también presentados ante Dios con el espíritu purificado.

La liturgia nos ilustra hoy acerca del arrepentimiento, el perdón y la fe. Todos ellos necesarios para crecer y experimentar el Amor. Crea en mi, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. Devuélveme tu salvación, que regocija y mantén en mi un alma generosa.

Hoy vamos a meditar en el texto de Samuel que en nos llama a estar alertas y  recordar que cada uno de nosotros ha sido tentado a tolerar y jugar con el pecado. Cuidado.
Por otro lado el evangelio nos recuerda que el reino de Dios está allí, escondido en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. Porque el reino de Dios no está lejos de nosotros, está cerca.

La liturgia de hoy nos habla de la bondad y la misericordia de Dios, de escuchar las insinuaciones de Dios para saber realmente qué queremos hacer. Dios nos sorprende siempre con su amor infinito y nos colme de sus bendiciones;  y definitivamente nuestra actitud de agradecimiento y veneración, como David, debe ser mostrar la luz al mundo, escuchar, en fin ser sus discípulos-misioneros.