Feliz domingo día del Señor, mis queridos lectores. Hoy vamos a continuar con la Carta Apostólica del Papa Francisco Aperuit Illis, promulgada, como decáimos ayer el 30 de setiembre 2019, que significa “les abrió el entendimiento”, para “hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esa riqueza inagotable”, nos comenta, José Cervantes Gabarrón, Sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura. Y continúa, el nombre se corresponde con las dos primeras palabras en latín del texto bíblico de Lucas que narra que Jesús Resucitado, estando con sus discípulos , «les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,45). Y para ello les abrió también las Escrituras (cf. Lc 24,32) de igual modo que se les abrieron los ojos para reconocerlo al partir el pan (cf. Lc 24,31). Lucas utiliza casi en exclusiva este verbo “abrir”, pues lo hace siete veces de las ocho que aparece en el Nuevo Testamento. Dios quiera que abramos también nosotros, más y mejor, las Escrituras para que se nos abra el entendimiento y el corazón (Hech 16,14).
El Santo Padre señala que, “no se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios”, sino que “expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad”. Asimismo, el Pontífice explica que esta Carta Apostólica tiene la intención de “responder a las numerosas peticiones que me han llegado del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el Domingo de la Palabra de Dios”.
Y nos recuerda el Pontífice que, por la gran enseñanza que contiene la Biblia, “no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados”. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo.
Por otro lado como afirma el Papa, el contacto frecuente con la Sagrada Escritura y la celebración de la Eucaristía hace posible el reconocimiento entre las personas que se pertenecen. El día dedicado a la Biblia no ha de ser “una vez al año”, sino una vez para todo el año, porque nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera.
El Papa concluye invitando a que, el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas». Ya que en el camino de escucha de la Palabra de Dios, nos acompaña la Madre del Señor, reconocida como bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho.
Que el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas» (Dt 30,14).
En la celebración de este año que se realizó el 24 de enero, el Papa nos recordaba que que la Palabra de Dios “es una Palabra de consolación, pero también de conversión” ya que con su cercanía “terminó el tiempo en el que se toman las distancias de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en sí mismo y sigue adelante por su cuenta” y agregó “esto no es cristiano, porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del prójimo, no puede alejarlo con indiferencia”.
En este sentido, el Papa subrayó que “quien es asiduo a la Palabra de Dios recibe saludables cambios existenciales: descubre que la vida no es el tiempo para esconderse de los otros y protegerse a sí mismo, sino la ocasión para ir al encuentro de los demás en el nombre del Dios cercano”.
Además, el Santo Padre destacó que la Palabra de Dios tiene una “fuerza universal” que “alcanza a todos y a cada ámbito de la vida” por lo que “todos pueden recibir” la Palabra de Dios “y encontrarlo personalmente” y destacó que “Jesús hablaba de Dios en el corazón de la sociedad, a todos, allí donde estuvieran. Y no hablaba en los horarios y tiempos establecidos. Hablaba mientras caminaba por la orilla del lago a los pescadores que echaban las redes. Se dirigía a las personas en los lugares y tiempos más ordinarios”.
El Santo Padre invitó “no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor escrita para nosotros por Aquel que nos conoce como nadie más. Leyéndola, sentimos nuevamente su voz, vislumbramos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca a Dios; no la tengamos lejos”.
Pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio. En este Año litúrgico leemos el Evangelio de Marcos, el más sencillo y breve. ¿Por qué no leerlo incluso a solas, aunque sea un pequeño pasaje cada día? Nos hará sentir la cercanía del Señor y nos infundirá valor en el camino de la vida”, concluyó el Papa.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.