Hola mis queridos lectores hoy quiero hablarles de una persona que aparece en la biblia y que a mí me ha inspirado, Gedeón.
Y es que como nos narra el texto de los Jueces 6, 11…, el espíritu de Dios vino a Gedeón cuando éste trabajaba en el campo para esconder la cosecha de los madianitas. El ángel de Dios le dijo a Gedeón que lo enviaría a él para liberar a los israelitas de la mano de los madianitas. Pero, aunque Gedeón duda de su habilidad para poder realizar tal cosa, Dios le dice que siempre estará a su lado. La primera cosa que Dios le ordena a Gedeón es destruir el altar que los israelitas le habían construido a Baal y que era evidencia de la apostasía. Durante una noche Gedeón y sus hombres rompieron y quitaron el altar a Baal lo que encendió la ira de los habitantes de aquel pueblo quienes pedían la muerte al responsable. Joás el padre de Gedeón les dijo que si Baal es en verdad un Dios que fuera él mismo quien matara a su hijo Gedeón.
Buscando aún más confirmación del Señor, Gedeón le pide a Dios que le diera pruebas de su poder utilizando un pedazo de lana y lluvia. Tras ver que Dios hizo todo lo que Gedeón le pidió, él y sus hombres se preparan para la batalla contra los madianitas. Dios queriendo demostrar otra vez su poderío y majestad le dice a Gedeón que solo lleve con él un ejército de 300 hombres para luchar contra los miles de madianitas.
Gedeón mandó que sus 300 soldados rodeen el campo de los madianitas para hacer como si estuvieran rodeados y sobrepasados en número. Los 300 hombres comenzaron a sonar trompetas y a gritar “Por el Señor y por Gedeón”, al ver las antorchas y escuchar los gritos, los madianitas se retiraron de aquel lugar, dándole una enorme victoria a Gedeón para la gloria de Dios.
¿No les parece un personaje apasionante Gedeón? Dios, como siempre ocurre en la Escritura se sirve de la cotidianidad para hacerse presente. Y a nuestro protagonista se le presenta en una actividad común, trillando el trigo, no se encontraba en orando, se encontraba trabajando…
lo más es curioso para mí, es que el Señor siempre se nos aparece en lo cotidiano, que se meta en medio de las costuras del trabajo ordinario, y es una lección que nos cuesta recordar, porque en realidad, nos da pereza que entre los pucheros se encuentre el Señor, pues seguimos creyendo como los judiíos en la época de Jesús en este libertador, seguramente como Napoléon que vendrá hacer todo un despliegue de poder para que le sigamos.
En un segundo momento me hacía sonreír Gedeón con sus dudas y quejas… especialmente cuando comenta “soy el menor de la menor familia de la menor tribu”, me sonreía ante esa humildad extrema que nos entra cuando Dios nos invita a las grandes cosas, Moisés, Jeremías, Amós… todos ellos se reconocen absolutamente incapaces de lo que Dios les pide. Menos mal, porque ciertamente aquellos hombres no podían con sus propias fuerzas llevar adelante aquella misión a la que el Señor les llamaba, como tampoco yo puedo simplemente con mis capacidades y aptitudes responder a la vocación a la santidad de la que todos participamos.
Y es que este relato de la vocación del que será juez Gedeón reproduce el mismo esquema de otras muchas llamadas del Señor para la Misión y es, sin duda, paradigma de la de cada uno de nosotros. Gedeón duda, pregunta con escepticismo, pide pruebas, se reconoce indigno, pequeño… Incluso echa en cara al Señor que no haya intervenido ya frente a los enemigos de su pueblo. Pero el Ángel o Dios mismo le replica: “¿No soy yo quien te envía? Yo estaré contigo” Luego vendrá la experiencia teofánica tras el sacrificio y su aceptación.
¿Verdad que nos sentimos totalmente identificados con esta experiencia de Gedeón?
La vida no ha sido un paseo por el parque, pero no puede ser todo tan malo, cierto? ¿Por qué, si sabemos qué esperar del Señor (ya que Su Palabra nos lo revela), aún dudamos?
Viendo cómo la duda ha afectado mi vida, puedo decirte que algunas veces ni te das cuenta que estás dudando. No es como que piensas» Oh, voy a cuestionar al Señor ahora mismo porque Él no es lo suficientemente digno de confianza». No, creo que dejamos que la duda entre en nuestra mente y luego lo hacemos de nuevo, y a la larga, se vuelve un hábito (uno horrible), un pecado, bastante duro de romper.
Entonces surge en mi la duda, ¿será malo cuestionar la acción de Dios? Leyendo a Billy Graham el afirma que no, no está necesariamente mal que le preguntemos a Dios por qué ha permitido que las cosas nos sucedan de la manera en que lo hicieron. Dios no desea que actuemos fingidamente o de manera deshonesta cuando nos acercamos a Él—y de cualquier manera, Él ya sabe lo que hay en nuestras mentes y corazones.
Probablemente nos pasará muchas veces más y es que todavía no logramos entender que la lógica de Dios, no es igual que la nuestra; bien lo dice la Palabra de Dios: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.» Isaías 55:8-9
SUS pensamientos y planes son mucho más altos que los nuestros. NO podemos esperar entender lo que hace. De hecho, Él no nos ha llamado a entender. Nos ha llamado a confiar.
Es cuando estamos en lo ordinario, la vida muchas veces se ve gris y pierde todo su encanto que El se lleva la gloria cuando permanecemos fieles. No podemos estar solamente para los tiempos buenos. Los tiempos de duda y hasta los malos van a venir. El sufrimiento va a venir. Los problemas y dificultades llenan nuestras vidas, pero ellas solo apuntan nuestros ojos a nuestro tesoro, que es Cristo. Ellas nos recuerdas que no estamos destinadas a estar aquí; que solo somos embajadoras haciendo la obra del Señor, esperando llegar a nuestro hogar.
Y es que como nos comenta Don Carlos José Romero Mensaque O. P. (con la cual me identifico totalmente), la historia de la vocación de Gedeón, como la de Moisés, los profetas… es, salvando las distancias, también la de cada uno de nosotros. Dios, que nos conoce bien, que sabe de nuestros “talentos” nos llama por nuestro nombre en el camino de la vida para una misión… Y será paciente con nuestras inseguridades y dudas, nos acompañará con su gracia, pero también vehemente en pedirnos una entrega generosa en la que va implícita nuestra propia Salvación y la de todos mis hermanos.
Así que querido lector, cuando en nuestro diario vivir, Dios nos sorprenda, porque nos sorprende su llamado, y te cuestiones, no te sientas mal, Dios sabe a quién está llamando; recuerda Dios que toda obra humana es una obra de Dios. Dios nos capacita siempre para sus propósitos; al Señor no le importa lo que somos porque en nuestra pequeñez todos somos igual de importantes para Él. Si uno pone en primer lugar las cosas de Dios y confía más en Él, uno se siente más aceptado, amado y capacitado.
Sólo hay que pedirle al Señor que nos capacite en nuestro día a día, que le abramos nuestro corazón, que nos lo restaure y nos lo fortalezca. El Señor quiere —espera y desea, mejor dicho— tener con cada uno de nosotros una relación personal. En este mundo no se mueve nada sin que Él lo permita. Y si lo permite es por alguna razón. Sólo espera nuestra respuesta para cumplir con sus propósitos. Cuando uno le da el «Sí» el resto viene por añadidura.
Oremos:
Capacítame, Señor! ¡Capacítame con tu Espíritu para convertirme en un auténtico discípulo tuyo! ¡Capacítame para transformar mi vida, para servir desinteresadamente a los demás e inspirarles a hacer lo mismo! ¡Dame luz, Señor, dame verdad, confianza, esperanza, fe! ¡No ignores, Señor, mi petición y enséñame a escuchar tus susurros y tus palabras! ¡Quiero ser semilla que produzca frutos en mi vida, Señor! ¡Quiero aprender amar y a dejarme amar, quiero aprender a servir y a hacerme pequeño delante de los demás, quiero valorar mis riquezas y valorar también la de los demás, quiero escuchar tus palabras y aprender a escuchar, quiero amarte profundamente y amar a los demás! ¡Elimina de mi vida todo aquello que me aprisiona, Señor, para ser libre de todo mal! ¡Capacítame, Señor, para hacer siempre tu voluntad! ¡Tu siempre velas por mí, Señor, y me ayudas en todo! ¡Deposito en ti toda mi confianza, Señor! ¡Me propongo reconocerte en cada uno de mis hermanos, de mis caminos, de mis acciones y estar siempre alerta a tus mandatos y a tu dirección! ¡Envía tu Espíritu para que me de la luz para afrontar los problemas con entereza y confianza, a orar con el corazón abierto por cada situación que surja, ya sea motivo de alegría o de tristeza! ¡Gracias, Señor, por todas y cada una de las respuestas que dejas en mi vida, que son producto de tu amor y de tu misericordia! ¡Señor, Tú conoces perfectamente mis necesidades antes incluso de que acuda a Ti para pedírtelas! ¡Capacítame, Señor, para tener un corazón sereno para comprenderlo todo y aceptarlo todo! ¡Guarda mi alma, Señor, contra las acechanzas del demonio y hazme un cristiano fiel que confíe siempre en tu divina providencia! Amén
¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.