El Papa Francisco da el paso más importante hasta ahora para rehabilitar la imagen de María Magdalena al proclamar una festividad en su honor el 22 de junio. Su decreto de 2016 elevó a la mujer que fue la primera en proclamar la resurrección a la altura de los festejos litúrgicos de los apóstoles.
“Con ello estableció la igualdad absoluta de María Magdalena con los apóstoles, algo que nunca se hizo antes y que también marca un punto sin retorno” para las mujeres en la Iglesia, dijo Lucetta Scarrafia, directora de la revista mensual Mujer Iglesia Mundo, publicada por el Vaticano.
Deseo poner en evidencia dos ideas relativas a los textos bíblicos y litúrgicos de esta nueva fiesta que pueden ayudarnos a comprender mejor la importancia actual de una santa mujer como esta.
Por un lado, ella tuvo el honor de ser la prima testis de la Resurrección del Señor (Hymnus, ad laudes matutinas), la primera en ver el sepulcro vacío y la primera en escuchar la verdad de su resurrección. Cristo tuvo una consideración particular para con María Magdalena, que manifiesta su amor hacia él buscándolo en el huerto con sufrimiento, con lacrimas humilitatis, como dice san Anselmo. […]
Es justamente en este huerto de la resurrección que el Señor dice a María Magdalena: Noli me tangere. Es una invitación dirigida, no solamente a María, sino a toda la Iglesia, para entrar en una experiencia de fe que trasciende a toda propiedad materialista y toda comprensión del misterio divino.
Esto tiene un significado eclesial y es una buena lección para todo discípulo de Jesús: ¡no buscar seguridades humanas o títulos mundanos sino la fe en Cristo vivo y resucitado! Justamente porque ella ha sido testigo ocular de Cristo resucitado, María Magdalena fue también la primera en dar testimonio a los apóstoles.
Ella cumple la misión que le encarga el Resucitado: “Ve y di a mis hermanos…”. Ella marcha, pues, a anunciar a los discípulos: “¡He visto al Señor!” y les cuenta lo que Él le había dicho (Jn 20, 17-18). De esta manera se convierte, como ya hemos señalado, en evangelista, es decir, mensajera que anuncia la buena noticia de la resurrección del Señor. […]
Ella es el testigo de Cristo Resucitado y ella anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, como el resto de apóstoles. Es justamente por esto que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo rango festivo que les es dado a las celebraciones de los apóstoles en el calendario romano general, y que sea puesta en evidencia la misión de esta mujer, que es un ejemplo y un modelo para toda mujer en la Iglesia.
Y es que, con María Magdalena nos identificamos y deslumbramos tantas personas, no solo porque a muchos también el Señor, probablemente, nos ha sacado muchos demonios, sino porque es de esas personas que una vez que conoció al Señor su vida se transformó radicalmente, su corazón conoció el amor verdadero, y se dejó seducir.
Encontró su identidad de criatura amada, de hija muy amada. Cristo vino a reforzar esa identidad cuando el sábado de gloria, ella va al sepulcro, ve la piedra removida, a un hombre que le llama por su nombre, ese nombre encierra todo lo que ella es, con su pasado, su presente y lo más importante su futuro. No cabe duda que usted y yo querido lector cuando fuimos bautizados, también recibimos un nombre, e igual que la Magdalena también somos personas amadas y hemos recibido una misión.
En una de las catequesis de la Peregrinación Virtual en la fe por Tierra Santa que algunos realizamos el sacerdote Juan Solana, nos decía que Jesucristo Resucitado, o Los Ángeles, le dan a las mujeres un mensaje un tanto enigmático, “Id a Galilea y allá me veréis”. Qué significa eso para ti y para mí, nos pregunta el sacerdote; Galilea para los apóstoles y para los discípulos de Jesús, fue la experiencia de Cristo, pero una experiencia parcial, veían a Jesús, hablaban con Él, veían los milagros, los experimentaban, comieron el pa y probablemente muchos de ellos tuvieron una experiencia muy personal e íntima con Él… en la vida de Galilea; pero ahora es todo eso a la luz de la Resurrección, es decir a la luz del sello Divino de que Él Dios, ha estado con nosotros; Él nos ha acompañado, ha caminado con nosotros; fue el el que paró la tormenta, el que hizo saliva y le ungió los ojos al ciego… Volver a Galilea es releer nuestra vida a la luz de la Resurrección y no asustarnos de nuestras cicatrices y heridas. A María Magdalena, dos evangelistas nos la presentan como aquella de la que Jesús expulsó siete demonios, es decir recalcan ese hecho y esto porque a la luz de la Resurrección, se ve el Amor, la Gracia, la Misericordia de Dios para ella. Vayamos también nosotros a Galilea, recorramos nuestro caminar con Dios y a la luz de la Resurrección, veamos que grande ha estado el Señor con nosotros.
Escuchemos pues, como hoy Cristo nos llama por nuestro nombre y nos invita a salir para anunciar su amor al mundo.
El oficio del evangelista será necesario hasta que la iglesia llegue a la madurez de Cristo mismo (Efesios 4:13). Las buenas nuevas deben ser compartidas. Y tenemos la mejor noticia de todas: Jesús murió y resucitó, y salva a todos los que le invocan” (Romanos 10:9-13).
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.