“Después de la paz que rehabilita y el perdón que realza, el tercer don con el que Jesús misericordia a los discípulos es ofrecerles sus llagas, continúa en su homilia, en la Fiesta de la Divina Misericorida, el Papa Francisco. Esas llagas nos han curado (cf. 1 P 2,24; Is 53,5). Pero, ¿cómo puede curarnos una herida? Con la misericordia. En esas llagas, como Tomás, experimentamos que Dios nos ama hasta el extremo, que ha hecho suyas nuestras heridas, que ha cargado en su cuerpo nuestras fragilidades.
Las llagas son canales abiertos entre Él y nosotros, que derraman misericordia sobre nuestras miserias. Son los caminos que Dios ha abierto completamente para que entremos en su ternura y experimentemos quién es Él, y no dudemos más de su misericordia. Adorando, besando sus llagas descubrimos que cada una de nuestras debilidades es acogida en su ternura…”
María,en uno de los mensajes de Medjugorie , enseña que nos podemos curar y, en su practicidad de Madre, sugiere gestos concretos y simples como ejercicios de fe, que además van a la raíz del problema y nos llevan a un contacto vital con Jesús para curarnos.
Una vez más Ella nos invita a mirar la Cruz, es más, a tomarla entre las manos y a contemplar, no sólo a mirar, las llagas de Jesús, llagas de Amor. También Cristo resucitado, en el Cenáculo, dijo a los Apóstoles: Mirad mis manos y mis pies… ¡Palpadme y ved…! (Lc 24,39). Sus llagas curaron también la incredulidad de Tomás.
Pedidle a Jesús que cure las heridas
que habéis recibido en el curso de la vida. Hay heridas espirituales, y son los pecados: en Sus llagas encontramos el perdón y la fuerza de renegar nuestros vicios, porque El vino para quitar los pecados del mundo.
Hay heridas causadas, aunque incons– cientemente, por los padres, aún antes de nacer, porque sus enfermedades, malas tendencias, vicios y traumas, incluídos los de los antepasados, se reflejan en la criatura ya en el vientre materno, y afectan la formación del hombre. Y a medida que la criatura crece podría darse cuenta de que no es aceptada ni amada; puede sentirse víctima de durezas, de violencias, de injusticias, de indecencias, de humillaciones y de abandono: ¡cuántas penas hay donde falta el temor de Dios y el verdadero Amor que viene de El! Bien, para estas heridas hay un sólo remedio: el perdón. Jesús nos lo enseña desde la cruz y nos da también la fuerza.
Pero sobretodo hay heridas que nos hemos causado nosotros mismos, con nuestras culpas y malas costumbres que dañan todo y a veces minan la misma salud física, así como las tensiones nerviosas, el alcohol, la droga, etc. Y bien, El… llevó sobre el madero nuestros pecados en su Cuerpo… con Sus heridas habéis sido curados (1P 2,24-25). Es la novedad de la Pascua.
Y sin embargo, podríamos hacer notar, estas llagas se quedan todavía. Sí, también las de Cristo se quedaron y, apareciendo, El las mostró a sus Apóstoles: pero eran llagas gloriosas. Y así también nuestras llagas, si las daremos a Jesús, serán transformadas y se volverán llagas gloriosas, se volverán Bienaventuranzas: Bienaventurados los que lloran… Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia…
“Esto, continua el Papa, sucede en cada Misa, donde Jesús nos ofrece su cuerpo llagado y resucitado; lo tocamos y Él toca nuestra vida. Y hace descender el Cielo en nosotros. El resplandor de sus llagas disipa la oscuridad que llevamos dentro. Y nosotros, como Tomás, encontramos a Dios, lo descubrimos íntimo y cercano, y conmovidos le decimos: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28). Todo nace aquí, en la gracia de ser ‘misericordiados’.
Aquí comienza el camino cristiano. En cambio, si nos apoyamos en nuestras capacidades, en la eficacia de nuestras estructuras y proyectos, no iremos lejos. Sólo si acogemos el amor de Dios podremos dar algo nuevo al mundo”
¡Con cuanta ternura Jesús se acerca a los pecadores y quiere quitar el mal que hay en ellos! Ante este amor el alma siente que quiere donar sus heridas a Jesús crucificado: así esas se volverán perfume de amor. Cada llaga, aún la más grave, cuando ya está curada se vuelve un pozo lleno de amor y de dones: nos dan testimonio tantas almas santas después de la conversión…
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.