- Gal 2, 1-2. 7-14
- Sal 116
- Lc 11, 1-4
Hoy la liturgia nos da enseñanzas muy importantes para nuestra vida de fe, una de ellas es pedirle al Señor que nos nos deje caer en la tentación de de dar las cosas por supuestas, como si nada nos sorprendiera, todo lo contrario dejémonos sorprender por El.
Hemos podido experimentar con la meditación de la primera lectura, como Pablo predica el Evangelio de Jesucristo, ese que le fue revelado directamente por el Señor Jesús.
Pero dicho Evangelio como se puede ver a lo largo de todos los escritos paulinos, tiene muchos matices y aspectos que dan para una vida dedicada al estudio y la oración. Sin embargo, vamos a centrarnos en esta ocasión en algo que lo enlaza con el evangelio de hoy, y es que Dios, para Pablo, ya no es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Dios es para él, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo ¡Qué “título” tan entrañable! Y lo que debe hacernos saltar de gozo es que, en palabra de Pablo, recibisteis un Espíritu que nos hace clamar “Abba, Padre”. Vemos como el Apóstol ha captado e intuido el fondo del misterio: La Pascua nos hace hijos en el Hijo.
Es muy portante tener presenta que, cada vez que leemos el Evangelio, no podemos caer en la tentación de dar las cosas por supuestas, como si nada nos sorprendiera. Ten cuidado, no vaya a ser que te hayas acostumbrado a la eterna novedad, asombrosa y fascinante, de Dios. Así le gustaba repetir a Benedicto XVI: «Déjate sorprender por Cristo». Déjate atrapar por sus palabras, por sus gestos, por sus acciones, por sus miradas… Todo en el Evangelio es sorprendente, como si lo leyéramos por primera vez.
En el fragmento de hoy, Jesús aparece orando en un lugar apartado y silencioso. Un momento… ¿por qué ora nuestro Señor? ¿Acaso no vive en una permanente comunicación e intimidad con el Padre? ¿No es su vida una continua oración? ¿Cómo es que el Hijo necesita tiempos para hablar con su Padre? ¿Por qué, entonces, consagra tiempos y lugares para rezar?
Evidentemente, Cristo no necesitaba orar, al menos en el sentido que lo entendemos nosotros. Él y el Padre están totalmente unidos, son uno en un diálogo infinito y eterno. Pero el Hijo de Dios es también hijo del hombre, y por eso quiso rezar para darnos a nosotros ejemplo. Porque tú y yo sí que necesitamos tiempos para Dios, para dedicarnos exclusivamente a estar con Dios, a hablarle, a escucharle, a contemplarle. En nuestra vida tantas veces ajetreada, llena de ruido y en medio de continuas distracciones, necesitamos pararnos y hacer silencio. Desconectar para reconectar con lo esencial de nuestra vida: Dios. Y esto no se puede hacer en cualquier lugar, ni en cualquier momento. Es más, muchas veces no nos sale. Por eso, Jesús ha querido también hacerse modelo de oración para nosotros. Él buscaba tiempos para Dios: un tiempo concreto, constante, fijo… no cuando “me surja” o “esté motivado”. Y buscaba también lugares de silencio, recogimiento y tranquilidad. Porque no se puede rezar de cualquier modo. Hoy podemos hacer nuestra la petición de los apóstoles, y repetirla muchas veces: «Señor, enséñanos a orar». Esto ya es una preciosa oración.
«Cuando oréis, decid: Padre». Jesús no sólo nos enseña dónde y cuándo tenemos que rezar, sino que también nos muestra cómo debemos hacerlo. Toda nuestra oración se resume en esta palabra: “Padre”. Rezar es dirigirse a un Padre; es más, es caer en la cuenta de que estamos ante nuestro Padre, que nos ama con locura.
Así lo expresa el Salmista hoy; “Bendito sea el Señor. Que lo alaben todas las naciones…porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.”
Pongo en mi oración la alabanza, mi fe en la Misericoridia de Dios y la fidelidad de su promesa de Salvación y surge la oración perfecta.
Con palabras de extraordinaria belleza lo describe santa Teresita del Niño Jesús: «Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida hacia el cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo que me dilata el alma y me une a Jesús».
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco Tu Rostro, autor, Carlos G. Vallés
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=09-10-2024
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/10/09/ensenanos-a-rezar/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Octubre “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Marcos 10, 43-44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.