https://youtu.be/KHXIi8D0cw0
- 2 Re 5, 14-17
- Sal 97
- 2 Tim 2, 8-13
- Lc 17, 11-19
En la liturgia de hoy vemos que el Señor siempre está esperando nuestro pasito de fe, como diciéndonos, puedes, cuento con esas agallas espirituales y entonces nos muestra alguna actitudes que nos ayudarán a lograrlo:
- La Oración Colecta nos indica que para estar dispuestos a hacer el bien, el Señor nos acompaña e incluso nos precede con su gracia
- En la segunda lectura vemos que la certeza de este acompañamiento y procedencia de su gracia, es lo que San Pablo le pedirá a su discípulo Timoteo y es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, aunque tengamos que sufrir por ello, pues como nos indica “si morimos con El, viviremos con El; si nos mantenemos firmes, reinaremos con El; si lo negamos, El también nos negará; si le somos fieles El permanecerá fiel.” Y nos da esta gran revelación; “la palabra de Dios no está encadenada”
- Es precisamente eso, lo que en el evangelio San Lucas afirma, lo que permitirá reconocer a Jesucristo como el Mesías que da cumplimiento a todas las expectativas proféticas y por lo que debe surgir de nuestro corazón un profundo agradecimiento
- Pues como nos dice el Salmista, “El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad”. Es El quien realiza el anhelo de una salvación que llega a todos los pueblos de la tierra.
Naamán fue a Israel para ser curdo de su lepra. Para demostrar que es Dios quien cura, Eliseo ni siquiera lo recibe, solo lo manda a bañarse en el Jordán y por e sa obediencia suya, recibe su curación, y la fe pues ante la negación del ofrecimiento de regalos a Eliseo departe de este general del ejército Sirio, esto lo lleva a proclamar: “a ningún otro Dios volveré a ofrecer más sacrificios.”
El don de la fe lo recibimos gratuitamente, así como el don de la vida. La vida y la fe son un regalo: ante estos dones, nuestra mejor respuesta debería ser —como la del samaritano— la gratitud.
Ambos fueron sanados. En el primer caso, por la intercesión del profeta Eliseo; en el segundo, por el mandato de Nuestro Señor Jesucristo.El pagano Naamán, al igual que el samaritano curado del Evangelio de hoy, manifiesta una inmensa gratitud. No es casualidad que se trate de dos personas que no pertenecían directamente al pueblo de Dios: precisamente, cuanto más excluidos parecían estar, más les alegra sentirse y saberse curados.
Afirma el Papa Francisco: “Poder dar las gracias, poder alabar al Señor por lo que ha hecho por nosotros: ¡esto es importante! Así que podemos preguntarnos: ¿Somos capaces de decir “Gracias”? ¿Cuántas veces decimos “Gracias” en nuestra familia, en nuestra comunidad y en la Iglesia? ¿Cuántas veces decimos “Gracias” a los que nos ayudan, a los que están cerca de nosotros, a los que nos acompañan en la vida? A menudo damos todo por sentado. Esto también ocurre con Dios. Es fácil acercarse al Señor para pedirle algo, pero devolverle y darle las gracias… Por eso Jesús subraya tanto el fracaso de los nueve leprosos ingratos.”
Ser leproso y estar excluido de la sociedad en aquellos tiempos implicaba prácticamente la misma condición. Ser leproso y ser un pecador no tenía mayor diferencia. En el Evangelio, Jesús nos muestra su compasión sanando a un grupo de leprosos. La mayoría de los enfermos —el grupo de nueve— siguen el camino, pero luego uno de ellos —curiosamente, el samaritano— se detiene y reconoce la gloria de Dios y la gracia recibida, enseñándonos de este modo el don de la fe y su gratuidad en la vida.
Son muchas las «lepras contemporáneas» que azotan nuestra vida cristiana y nos separan del amor de Dios. Pero si tenemos la fe y la confesamos, como lo hace Pablo en su carta a Timoteo, Dios permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Qué suerte los leprosos, no porque dejaran de serlo, sino porque se fiaron a la hora de ponerse en camino. El milagro empezó mucho antes.
La vida cristiana necesita la experiencia de la compasión y de la fe: la lepra es el punto de partida para comprender el mensaje del Evangelio de hoy. Y es que en nuestra vida ordinaria pueden aparecer experiencias tan dramáticas como la lepra, experiencias que nos hacen caer en la cuenta de nuestra vulnerabilidad y fragilidad humanas. Entonces nos volvemos capaces de abrirnos tanto a la compasión de Jesús como a la fe del samaritano.
Pero…, ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. Esto nos debe llevar a reflexionar acerca de qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos…
Hay mucho que agradecer por lo que debemos agradecerle pues siempre el Señor ha hecho que nuestra vida y lo que hacemos tenga sentido. Pidámosle tener siempre un corazón contrito para reconocernos débiles y agradecido porque no nos ha abandonado en ningún momento y que, cada vez que nos alimentemos con su Cuerpo y su Sangre, nos haga participes de su naturaleza divina.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PíldorasdeFe.com
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/10/09/los-otros-leprosos-no-el-agradecido/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Octubre 2022
“Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».2 Tim 1,7 https://ciudadnueva.com.ar/octubre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.