?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Iss 58, 7-10
- Sal 111
- 1 Cor 2, 1-5
- Mt 5, 13-16
La liturgia de este día la liturgia nos enseña a vivir una autentica confianza en el Señor y a colaborar con el anuncio del Evangelio.
Así la primera lectura nos invita a descubrir como iluminar al mundo con la luz de Jesucristo; interesase por los mas necesitados, reconstruir la justicia social desde el ejercicio de la empatía y la solidaridad.
Con el Salmista, entonces, pidamos a Dios que infunda una caridad auténtica en nuestros corazones, así seremos capaces de iluminar el mundo con la luz que viene de El.
Y en la segundo lectura Pablo nos previene acerca de que al anunciar el Evangelio debemos dejarnos llevar no por la sabiduría humana, ”sino por medio del Espíritu y del poder de Dios…”
Nos comenta el Papa Francisco acerca del Evangelio: …”Todos nosotros bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente: con una vida santa daremos sabor en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina.
Pero si los cristianos perdemos sabor, y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia.
Qué bonita es esta misión de dar luz al mundo. Pero es una misión que nosotros tenemos. Es bonita. Es también muy bonito conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla. Conservarla.
El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, siempre da luz. Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante.
Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano de nombre solamente, que no lleva luz, una vida sin sentido.
Yo quiero preguntarles ahora, ¿cómo quieren vivir ustedes? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Apagada o encendida? ¿Cómo quieren vivir?
Estamos llamados, pues, a ser sal de la tierra, debemos preservar al mundo del mal, dándoles la sazón del Evangelio; a ser esos faros del mundo, como nos dice el Padre Yepes en el audio, que iluminen a los cristianos a salir del mundo de la oscuridad.
Por todo ello es tan importante que nos formemos en este gran Sacramento de la Eucaristia con el que nos logramos Cristificar y de esta manera poder llevar a Cristo a los demás. Continuando con el Credo, pues, como nos dice el Papa Francisco, ..”a través del cual cada domingo hacemos nuestra profesión de fe, afirmamos: «Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados». Se trata de la única referencia a un Sacramento en todo el Credo. En efecto, el Bautismo es la «puerta» de la fe y de la vida cristiana.
La expresión se puede dividir en tres puntos: «confieso»; «un solo bautismo»; «para el perdón de los pecados».
«Confieso». ¿Qué quiere decir esto? Es un término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir, del Bautismo. En efecto, pronunciando estas palabras afirmamos nuestra auténtica identidad de hijos de Dios. El Bautismo es en cierto sentido el carné de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento y el certificado de nacimiento en la Iglesia.
Al mismo tiempo, al Bautismo está ligada nuestra fe en el perdón de los pecados. El Sacramento de la Penitencia o Confesión es, en efecto, como un «segundo bautismo», que remite siempre al primero para consolidarlo y renovarlo. En este sentido el día de nuestro Bautismo es el punto de partida de un camino bellísimo, un camino hacia Dios que dura toda la vida, un camino de conversión que está continuamente sostenido por el Sacramento de la Penitencia. Pensad en esto: cuando vamos a confesarnos de nuestras debilidades, de nuestros pecados, vamos a pedir el perdón de Jesús, pero vamos también a renovar el Bautismo con este perdón. Y esto es hermoso, es como festejar el día del Bautismo en cada Confesión. Por lo tanto la Confesión no es una sesión en una sala de tortura, sino que es una fiesta. La Confesión es para los bautizados, para tener limpio el vestido blanco de nuestra dignidad cristiana.
Segundo elemento: «un solo bautismo». Esta expresión remite a la expresión de san Pablo: «Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4, 5). La palabra «bautismo» significa literalmente «inmersión», y, en efecto, este Sacramento constituye una auténtica inmersión espiritual en la muerte de Cristo, de la cual se resucita con Él como nuevas criaturas (cf. Rm 6, 4). Se trata de un baño de regeneración y de iluminación. Regeneración porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el reino de los cielos (cf. Jn 3, 5). Iluminación porque, a través del Bautismo, la persona humana se colma de la gracia de Cristo, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9) y expulsa las tinieblas del pecado. Por esto, en la ceremonia del Bautismo se les da a los padres una vela encendida, para significar esta iluminación; el Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús. En virtud de este don el bautizado está llamado a convertirse él mismo en «luz» —la luz de la fe que ha recibido— para los hermanos, especialmente para aquellos que están en las tinieblas y no vislumbran destellos de resplandor en el horizonte de su vida.
Por último, una breve referencia al tercer elemento: «para el perdón de los pecados». En el sacramento del Bautismo se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está abrumada por el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y la bondad del reino de los cielos. Se trata de una intervención poderosa de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos. Esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad —todos somos débiles y todos somos pecadores—; y no nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos. No puedo bautizarme más de una vez, pero puedo confesarme y renovar así la gracia del Bautismo. Es como si hiciera un segundo Bautismo. El Señor Jesús es muy bueno y jamás se cansa de perdonarnos. Incluso cuando la puerta que nos abrió el Bautismo para entrar en la Iglesia se cierra un poco, a causa de nuestras debilidades y nuestros pecados, la Confesión la vuelve abrir, precisamente porque es como un segundo Bautismo que nos perdona todo y nos ilumina para seguir adelante con la luz del Señor. Sigamos adelante así, gozosos, porque la vida se debe vivir con la alegría de Jesucristo; y esto es una gracia del Señor.
Mes de Febrero
Intención de oración universal
Escuchar los gritos de los migrantes.
Recemos para que el clamor de los hermanos migrantes víctimas del tráfico criminal sea escuchado y considerado.
Palabra de Vida .
“Creo, ayúdame porque tengo poca fe’” (Marcos 9, 24)
El Evangelio presenta una paradoja: reconocer nuestra debilidad, los límites y las fragilidades como punto de partida para entrar en relación con Dios y participar con él en la tarea más grande, la fraternidad universal.
Dios confía en el hombre y no actúa sino con su contribución, su libre sí.
Creer y sentirse mirados y amados por Dios es saber que toda oración nuestra, toda palabra o gesto, todo advenimiento triste, alegre o indiferente, toda enfermedad… todo es visto por Dios. Y si Dios es amor, la confianza en él es la lógica consecuencia.
Y luego, a fuerza de amar, nuestra fe se volverá inquebrantable, muy sólida. No solo creeremos en su amor, sino que lo sentiremos de manera tangible en nuestro ánimo y veremos realizarse ‘milagros’ a nuestro alrededor”.
https://ciudadnueva.com.ar/febrero-2020/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.