?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Sab 9, 13-19
- Sal 89
- Gil 9, 10. 12-19
- Lc 14, 25-38
Hoy la liturgia nos lleva a meditar en lo que debemos hacer para ser verdaderos discípulos de Jesus. El camino no es fácil, el Señor lo sabe y, precisamente por eso, nos envía su santo Espiritu que nos da la sabiduría para tomar las decisiones correctas, relativizando lo transitorio, vivir en la verdadera libertad y no seguir en los caminos que solo nos llevan a la esclavitud. El camino que El nos propone nos conduce por sendas muy diferentes a la lógica del mundo, pues libertad, sabiduría y cruz nos son opuestos, sino referentes en un mismo deseo, la verdadera libertad y la herencia eterna.
Esta es la invitación para hoy, vemos pues, en el texto que aunque había una muchedumbre que caminaba con Jesus, o sea compartían su camino. El lanza el gran reto, pensando más que en la cantidad, en la calidad de sus discípulos: …”Si alguno quiere seguirme…
Nos decía Fray Henry, en la Eucaristia en la Capilla del St Francis, tres elementos nos pide para seguirlo: construcción, guerra y Cruz.
Construir, una decisión complicada por la que muchos hemos pasado y terminamos desgastados física, emocional y financieramente por más que programemos y presupuestemos. Entonces, construir el Reino con mucho más razón, requiere pues de fuerza, ánimo, convicción, fe, alegría y trabajo.
Guerra para combatir hasta la muerte, día a día, todas las tentaciones del mundo, y Cruz, la de hoy, la de cada uno, la de la contradicción con el mundo que nos lleva a sufrir escarnio, burla, critica, desprecio. Esa que debemos tomar cada día y decir no a la tentación
El Padre Yepes en el audio, nos propone uno más, relativizar los afectos humanos, no se trata de descuidar a los familiares, sino subordinarlos alamar primero hacia Jesus.
En la experiencia de encontrarnos con el Señor en torno a su mesa, sabiendo a quién sigo y adónde voy, pidamos la gracia de discernir entre los bienes secundarios y el Bien verdadero que nos conduce hacia la verdadera libertad y con esta certeza en el corazón proclamemos el Credo y para hacerlo desde lo más profundo, sigamos con nuestra formación dominical sobre la Eucaristia, estas semanas precisamente sobre la profesión de Fe, El Credo.
Capítulo 1, del Catecismo de la Iglesia Católica. Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra.
198 Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es “el Primero y el Ultimo” (Is 44,6), el Principio y el Fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona Divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del Cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.
199 “Creo en Dios”: Esta primera afirmación de la profesión de fe es también la más fundamental. Todo el Símbolo habla de Dios, y si habla también del hombre y del mundo, lo hace por relación a Dios. Todos los artículos del Credo dependen del primero, así como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los demás artículos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres. “Los fieles hacen primero profesión de creer en Dios” (Catech. R. 1,2,2).
Nos dice el Papa Francisco: “…La comunicación es a veces difícil, la confianza disminuye y la relación con la figura paterna puede volverse problemática; y entonces también se hace problemático imaginar a Dios como un padre, al no tener modelos adecuados de referencia. Para quien ha tenido la experiencia de un padre demasiado autoritario e inflexible, o indiferente y poco afectuoso, o incluso ausente, no es fácil pensar con serenidad en Dios como Padre y abandonarse a Él con confianza.
Pero la revelación bíblica ayuda a superar estas dificultades hablándonos de un Dios que nos muestra qué significa verdaderamente ser «padre»; y es sobre todo el Evangelio lo que nos revela este rostro de Dios como Padre que ama hasta el don del propio Hijo para la salvación de la humanidad…
Dios nos es Padre -o sea, es Padre para nosotros- porque nos ha bendecido y elegido antes de la creación del mundo (cf. Ef 1, 3-6), nos ha hecho realmente sus hijos en Jesús (cf. 1 Jn 3, 1). Y, como Padre, Dios acompaña con amor nuestra existencia, dándonos su Palabra, su enseñanza, su gracia, su Espíritu…
Y si Él es tan bueno que hace «salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5, 45), podremos siempre, sin miedo y con total confianza, entregarnos a su perdón de Padre cuando erramos el camino.
Dios es un Padre bueno que acoge y abraza al hijo perdido y arrepentido (cf. Lc 15, 11 ss), da gratuitamente a quienes piden (cf. Mt 18, 19; Mc 11, 24; Jn 16, 23) y ofrece el pan del cielo y el agua viva que hace vivir eternamente (cf. Jn 6, 32.51.58)…
Sólo quien es verdaderamente poderoso puede soportar el mal y mostrarse compasivo; sólo quien es verdaderamente poderoso puede ejercer plenamente la fuerza del amor. Y Dios, a quien pertenecen todas las cosas porque todo ha sido hecho por Él, revela su fuerza amando todo y a todos, en una paciente espera de la conversión de nosotros, los hombres, a quienes desea tener como hijos. Dios espera nuestra conversión. El amor omnipotente de Dios no conoce límites; tanto que «no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros» (Rm 8, 32).
La omnipotencia del amor no es la del poder del mundo, sino la del don total, y Jesús, el Hijo de Dios, revela al mundo la verdadera omnipotencia del Padre dando la vida por nosotros, pecadores…
Por lo tanto cuando decimos «Creo en Dios Padre todopoderoso», expresamos nuestra fe en el poder del amor de Dios que en su Hijo muerto y resucitado derrota el odio, el mal, el pecado y nos abre a la vida eterna, la de los hijos que desean estar para siempre en la «Casa del Padre».
Decir «Creo en Dios Padre todopoderoso», en su poder, en su modo de ser Padre, es siempre un acto de fe, de conversión, de transformación de nuestro pensamiento, de todo nuestro afecto, de todo nuestro modo de vivir.”
Consecuencias de la fe en Dios Único (CC222-227)
Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida: Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios. . Es vivir en acción de gracias. Es reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres. Es usar bien las cosas creadas. Es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad.
Mes de septiembre
Confesarse
/Confiésate y empieza de Nuevo. La confesión es un Sacramento de sanación ¿Por qué no lo aprovechas para un nuevo comienzo, dejando atrás los rencores y dolores del pasado?. La confesión de ta el impulso a una nueva vida, el Señor te lo ha regalado para que te acerques a Él limpio y renovado.p>
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.